domingo, 28 de septiembre de 2014

La Biblioteca Virtual: Simón Bolívar: Biografía Militar (1783-1813). Por Kelder Toti. Simón Bolívar Biografía. Infancia de Simón Bolívar. Educación Simón Bolívar. Matrimonio de Simón Bolívar. Misión a Londres. Campaña de Valencia de 1811. Rebelión de Puerto Cabello 1812. Campaña del Bajo Magdalena en 1813. Campaña de San José de Cúcuta 1813.



Simón Bolívar: Biografía Militar (1783-1813).



                                             Por Kelder Toti.

                                          
 
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte-Andrade y Blanco, mejor conocido como Simón Bolívar, (Caracas, Capitanía General de Venezuela, 24 de julio de 1783 — Santa Marta, República de Colombia, 17 de diciembre de 1830) fue un político venezolano que orientó la independencia, ya que no desarrolló  cualidades,  ni estudios militares para catalogarlo como tal; es fundador de  Colombia y una de las figuras más destacadas de la emancipación americana frente al Imperio Español. Contribuyó de manera decisiva a la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.

En 1813 le fue concedido el título honorífico de "Libertador" por el Cabildo de Mérida que, tras serle ratificado en Caracas ese mismo año, quedó asociado a su nombre. Los problemas para llevar adelante sus planes fueron tan frecuentes que llegó a afirmar de sí mismo que era "el hombre de las dificultades" en una carta dirigida al general Francisco de Paula Santander en 1825, ya que no era flexible, y dependía de sus subordinados para la ejecución de sus proyecto tanto militares como políticos.

Participó en la fundación de Colombia, nación que intentó consolidar como una gran confederación política y militar en América, de la cual fue Presidente. Bolívar es considerado por sus acciones e ideas el "Hombre de América" y una destacada figura de la Historia Universal, ya que dejó un legado político en diversos países latinoamericanos, que actualmente es cuestionado en algunos intelectuales de ellos, los cuales lo han convertido en objeto de veneración nacionalista. Ha recibido honores en varias partes del mundo a través de estatuas o monumentos, parques, plazas, etc. Así mismo, sus ideas y posturas política-sociales dieron origen a una corriente  llamada bolivarianismo.

Su padre, Juan Vicente Bolívar y Ponte-Andrade y su madre María de la Concepción Palacios y Blanco, pertenecían a la aristocracia caraqueña y cuando se casaron en el año de 1773 había una gran diferencia de edad entre ambos cónyuges. Juan Vicente tenía 47 años en ese momento y Concepción 15 años. Tuvieron cuatro hijos, tres de ellos mayores que Simón y una menor, cuyos nombres fueron: María Antonia, Juana Nepomucena, Juan Vicente y María del Carmen (ésta última murió a los pocos días de nacida).

En cuanto a la familia Palacios, éstos eran oriundos de la zona de Miranda de Ebro, actual provincia de Burgos, en España. El primero de los Palacios en llegar a Venezuela fue José Palacios de Aguirre y Ariztía-Sojo y Ortiz de Zárate, natural de Miranda de Ebro en 1647, que falleció en Caracas en 1703. El resto de los descendientes se unieron en matrimonio con otras familias aristócratas y alcanzaron los puestos de alcalde, regidor, procurador, etc. Dos generaciones después de José Palacios nacería María de la Concepción Palacios de Aguirre y Ariztía-Sojo y Blanco, hija de Feliciano Palacios de Aguirre y Ariztía-Sojo y Gil de Arriata y de Francisca Blanco de Herrera, descendiente de algunas familias canarias establecidas en Venezuela. Ella fue su madre.

Infancia y juventud:

Simón, de  estirpe vasca, nació en la noche del 24 al 25 de julio de 1783 en una casa solariega ubicada en la Plaza San Jacinto de Caracas. Fue bautizado el 30 de julio de 1783, en la Catedral de Caracas, con los nombres de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de la Concepción, por el doctor Juan Félix Jerez de Aristeguieta, su primo hermano quien, de acuerdo con don Juan Vicente, padre del niño, le puso el nombre de Simón.

En enero de 1786, cuando Simón contaba dos años de edad, su padre murió de tuberculosis, y así doña Concepción quedó como cabeza de familia, velando eficientemente por los intereses de la familia hasta su muerte. Sin embargo, las responsabilidades hicieron que su salud, también enfermara de tuberculosis, decayera rápidamente y, según la opinión de los médicos historiadores, es posible que ya entonces Bolívar sufriera el primo-infección tuberculoso con un tipo de tuberculosis que pasa inadvertida mientras las defensas corporales son favorables, un análisis posterior de su cadáver, se identificó que la causa de su muerte fue la deshidratación.

Concepción murió el 6 de julio de 1792, cuando Simón tenía nueve años, pero tomando la precaución de hacer un testamento en el que dispuso quién debería hacerse cargo de sus tres hijos. Los hermanos Bolívar pasaron entonces a la custodia de su abuelo, don Feliciano Palacios, que cuando asumió el papel de tutor se sentía tan enfermo que empezó a preparar también su testamento para designar un sustituto como tutor de sus nietos y decidió pedir opinión a éstos para respetar su voluntad.

Simón fue confiado a su tío don Esteban Palacios y Blanco, pero como éste se encontraba en España permaneció bajó la custodia de don Carlos Palacios y Blanco, otro de sus tíos, que por lo visto era un hombre con el que no se llevaba bien y que era tosco, de carácter duro, mentalidad estrecha, que se ausentaba frecuentemente de Caracas para atender sus propiedades y que por lo tanto solía dejar a su sobrino atendido por la servidumbre y asistiendo por su cuenta a la Escuela Pública de Caracas.

Las referencias que dejó Bolívar en su correspondencia hacen suponer que su infancia fue dichosa, feliz, segura, rodeada de sólidos afectos y gratos recuerdos con parientes destacados e influyentes dentro de un ambiente aristocrático y en general, dentro de un ambiente que le brindó equilibrio emocional, cariño y afecto. 

En este sentido existen algunas de las anécdotas que se popularizaron en Venezuela que presentan a Bolívar como un niño turbulento debido a que los escritores románticos consideraron indispensable atribuirle una niñez indómita creyendo, según la moda de la época, que no podía salir un hombre excepcional de un niño normal pero se ha demostrado que esas anécdotas fueron inventadas e introducidas en los relatos de Historia por Arístides Rojas, considerado un excelente narrador pero que usó a menudo su imaginación a falta de documentos que demostraran la veracidad de sus relatos.

Educación

El desempeño escolar de Bolívar no fue muy brillante como alumno de la Escuela Pública, institución administrada por el Cabildo de Caracas que funcionaba de forma deficiente debido a la carencia de recursos y organización. En aquel entonces, Simón Rodríguez era maestro de Bolívar en esta escuela y don Carlos, pensaba enviarle a vivir con él porque no podía atenderlo personalmente y las protestas de su sobrina María Antonia sobre la educación y atenciones que recibía su hermano eran frecuentes.

Ante la perspectiva de vivir con su maestro, Simón escapó de la casa de su tío el 23 de julio de 1795, para refugiarse en la de su hermana María Antonia, que ejerció su custodia temporal, hasta que se resolvió el litigio judicial en la Real Audiencia de Caracas que devolvió a don Carlos, la custodia de Simón. Él trató de resistirse pero fue sacado por la fuerza de casa de su hermana y llevado en volandas por un esclavo hasta la vivienda de su maestro.

Una vez allí, las condiciones en las que vivía con el maestro Rodríguez no eran las ideales, pues tenía que compartir el espacio con 20 personas en una casa no apta para ello, y por esto Simón escapó de allí un par de veces, en las que terminó volviendo por orden de los tribunales, ya que no estaba acostumbrado a la vida difícil de la pobreza.

Al poco tiempo, Rodríguez renunció a su cargo de maestro para irse a Europa y la Real Audiencia de Caracas determinó que Simón fuera trasladado a la Academia de Matemáticas, dirigida por el padre Andújar y que funcionaba en casa de su tío Carlos, que le enseñó a leer y a escribir. Al parecer, en esta academia la formación de Bolívar mejoró notablemente en calidad y cantidad, y fue complementada con lecciones de Historia y Cosmografía impartidas por don Andrés Bello hasta su ingreso en el Batallón de Milicias de blancos de los Valles de Aragua el 14 de enero de 1797, no tenía aún 14 años cumplidos. En julio del año siguiente, cuando fue ascendido a Subteniente, se anotaba en su hoja de servicios: «Valor: conocido; aplicación: sobresaliente».  Donde tuvo una breve formación premilitar, que se les impartía a todos los jóvenes de su época. 

La enseñanza de las matemáticas, el dibujo topográfico, la física, etc., que aprendió en la Academia establecida en la propia casa de Bolívar por el sabio Capuchino Fray Francisco de Andújar desde mediados de 1798, que no era militar, y a la cual asistían también varios amigos de Simón. Existe la falsa idea de que entre 1793 y 1795, estuvo inscrito en el Colegio Real de Sorèze en el Sur de Francia, en el departamento del Tarn (1). 

Matrimonio

Bolívar fue enviado a España a los 15 años para continuar sus estudios. En Madrid en 1800 conoció a la joven María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, cuando sólo tenía 17 años de edad y ella 20. En agosto de 1800 María Teresa aceptó el noviazgo con Simón Bolívar, y contrajeron matrimonio el 26 de mayo de 1802, en el Teatrillo del Palacio del Duque de Frías, donde funcionaba la primitiva Iglesia Parroquial de San José; Bolívar tenía 19 años y María Teresa 21. Al cabo de unos 20 días se trasladaron a La Coruña.

El 15 de junio de 1802 partieron los recién casados hacia Caracas, desembarcando el 12 de julio en La Guaira. Después de una corta estadía en Caracas se trasladaron a la "Casa Grande" del ingenio Bolívar en San Mateo. María Teresa enfermó poco después de "fiebres malignas" —hoy día identificada como fiebre amarilla— por lo que el matrimonio regresó a Caracas a su Casa del Vínculo, en Caracas, donde ella murió el 22 de enero de 1803.

El joven Bolívar se dedicó a viajar,  para mitigar la pena que le causó el fallecimiento de su esposa. Fue en este estado de ánimo cuando juró no volver a casarse jamás, contrayendo gonorrea en sus múltiples aventuras sexuales, con esclavas y prostitutas, volviéndolo estéril,  lo que le ganó el repudio de la sociedad caraqueña de aquel tiempo, un militar debe tener una vida ejemplar, cosa que nunca hizo Bolívar, ya que es lo que le permite tener sosiego en su vida con la muerte. La fama que se creó en Caracas  por tal motivo, lo obligó a viajar a Europa.

En el mismo año de la muerte de su esposa viajó a París, donde se dedicó junto a su antiguo maestro Simón Rodríguez a la lectura de los clásicos y a ilustrarse en diversos campos del saber universal, de manera autodidacta, ya que no poseía la disciplina para estudios en una Academia o Universidad. Viajó luego por Italia en compañía de Rodríguez y el 15 de agosto de 1805 en el Monte Sacro de Roma juró libertar a su patria. Regresó a Venezuela en 1806 y a la vez que administraba los negocios familiares se unió esfuerzos a la causa revolucionaria. 

Vida Militar:

A lo largo de 1808, las presiones de Napoleón desencadenaron una serie de acontecimientos que empeoraron aún más la ya comprometida situación española, el rey Carlos IV de España abdicó el trono a favor de su hijo Fernando el 19 de marzo de 1808 después de los sucesos del Motín de Aranjuez, y más tarde, el 5 de mayo de 1808 se terminó de consumar el desastre para España cuando Carlos IV y su hijo fueron obligados a ceder el trono a Napoleón en Bayona para designar a su hermano, José Bonaparte, como nuevo Rey de España. 

Esto provocó una gran reacción popular en España que desencadenó lo que hoy se conoce como la Guerra de la Independencia Española y tanto en América como en España, se formaron juntas regionales que fomentaron la lucha contra los invasores franceses para restablecer en el trono al monarca legítimo: Fernando VII, aunque los que luchaban contra los franceses eran los realistas o monárquicos.

Sin embargo, en las juntas americanas sólo se hablaba con entusiasmo de la Junta popular de Cádiz y muchas de ellas eran vistas con recelo por las autoridades españolas, que las suponían sospechosas de ser favorables a los franceses y que no se habían olvidado de las acciones como la de Antonio Nariño en Bogotá, que había publicado una obra sobre Los Derechos del Hombre, el movimiento de Juan Picornell, la Conspiración de Manuel Gual y José María España, o de las fracasadas expediciones militares de Francisco de Miranda.

Pero también consideraban que estas juntas tenían derecho de imitar a sus análogas de la Península ya que los dominios españoles eran considerados una parte esencial e integrante de España cuyos territorios no eran considerados como simples colonias propiamente, sino provincias. 

Con el tiempo se fueron formando dos bandos bien diferenciados como resultado de los debates políticos y la inestabilidad internacional: el de los realistas, que querían continuar bajo la dependencia directa del monarca español (ya que eran consiente de los peligros de la independencia, al perder la protección de España), liderado por Juan de Casas; y el de los patriotas, partidarios de constituir una Junta de gobierno con una autonomía plena similar a la de las Juntas provinciales en España, pero sin mantener más lazos con la metrópoli diferentes a un reconocimiento formal de Fernando VII como soberano, queriendo imitar así el ejemplo del Brasil regido desde Braganza, con autonomía de Portugal.


Así a mediados del año 1807, cuando Bolívar volvió a Caracas se encontró con una ciudad inmersa en un ambiente de gran agitación social y política que era gobernada por personajes interinos bajo la supervisión de un regio Regente visitador visto con malos ojos por la colectividad caraqueña, llamado Joaquín de Mosquera y Figueroa, uniéndose al movimiento conspirativo.

Éste era un ambiente poco propicio para enfrentar situaciones de crisis y fue una circunstancia que ayudó a precipitar los acontecimientos a favor de la Independencia. Bolívar había vuelto a Caracas absolutamente convencido de la imperiosa necesidad de independencia para América y trató de convencer a sus parientes y amigos de que ésta era la mejor opción pero, salvo la excepción de su hermano Juan Vicente, no pudo hacerlo fácilmente debido a que las noticias de Europa llegaban muy tarde y con pocos detalles, debido a la censura de las autoridades reales,  el público en general, se enteraba de las acontecimientos sólo de una forma general e inexacta y esto limitaba su capacidad para evaluar la situación.

Pero las cosas cambiaron repentinamente en pocos días, tras una serie de acontecimientos que causaron una conmoción general en Caracas. A principios de julio de 1808, el Gobernador encargado de Caracas, Juan de Casas, recibió dos ejemplares del diario londinense The Times que el Gobernador de Trinidad remitió antes el Capitán General de Cumaná y que relataban la noticia de la abdicación del trono de España en favor de Napoleón.

Las autoridades trataron de mantener la noticia en secreto para evitar la alarma social pero la llegada del bergantín francés Le Serpent al puerto de La Guaira el 15 de julio de 1808 con varios comisionados enviados por Napoleón para confirmar la noticia hicieron fracasar el plan. Un oficial francés se presentó ante el Gobernador Casas con documentación oficial confirmando las malas noticias de The Times, y mientras en la Gobernación deliberaban sobre la situación, la población empezó a alarmarse por la aparatosa llegada de los franceses, divulgando profusamente la noticia de la desaparición de la monarquía tradicional en periódicos y otras publicaciones.

La reacción popular fue de malestar e indignación y la situación empeoró cuando un capitán de fragata inglés llamado Beaver desembarcó poco después del Alcasta en La Guaira, tras perseguir al Le Serpent sin poder apresarlo, para informar al Gobernador Casas y a la población que la lucha en España para rechazar a los franceses continuaba y que Napoleón no tenía la situación dominada.

Entonces surgió un proceso político extraño entre el Gobernador, La Audiencia y el Cabildo que terminó de socavar el orden colonial vigente y esto hizo que la conmoción en la sociedad caraqueña se orientó en dos direcciones, una representada por Bolívar que quería proclamar la Independencia; y otra representada por otros criollos que querían mantener la fidelidad a Fernando VII.

La Conspiración de los Mantuanos resurgió a principios de noviembre de 1808, cuando Antonio Fernández de León se trasladó a Caracas y propuso al marqués del Toro y a José Félix Ribas que se reanudasen las gestiones para formar una junta, las cuales habían quedado suspendidas a comienzos de agosto anterior a pesar de haberse pronunciado en julio el Cabildo de Caracas. Se celebraron varias reuniones nocturnas en la casa de José Félix Ribas, a una de las cuales acudió el conde de Tovar, llevado en una butaca por su avanzada edad. 

Las declaraciones hechas por los detenidos, podemos entender que hubo posturas radicales que se incorporaron al debate entre las cuales destaca, la de Simón Bolívar. La declaración de Mariano Montilla, uno de los mantuanos acusados y procesados, nos acerca a la posición de Bolívar con respecto a la formación de la Junta: “...Don Juan Vicente Bolívar y don Simón Bolívar eran también partidarios de la junta y que cuando se trató de obedecer las letras credenciales, que se remitieron de la Junta de Sevilla, se dijo que eran opuestos dichos Bolívares que se presentase la obediencia a dicha Suprema Junta” ( 2). 

En otra declaración, hecha por José Benito Austria, se recoge la razón de la negativa de Bolívar a firmar el documento de respaldo a la formación de la Junta: “... don Simón se excusó a firmar la petición del establecimiento de la junta, por no haberse estudiado la representación que se dio al señor Capitán General como él quería que estuviese” (3).

A partir de las referencias anteriores, podemos afirmar que Simón Bolívar tuvo un carácter beligerante en este proceso y que su aporte consistió en las definiciones estructurales de la Junta y sus participantes. Él jugó un papel visionario en el debate y mantuvo una postura radical que planteaba la total independencia en contraposición a la propuesta de un gobierno subordinado a la Junta de España.

Todo esto se supo en Caracas, y en algunos lugares aparecieron pasquines que ridiculizaban a los mantuanos, pero también otros que atacaban a las autoridades. Finalmente se redactó un documento, se recogieron 45 firmas y en la noche del 24 de noviembre de 1808, hallándose Juan de Casas reunido con otros miembros del Gobierno, les fue entregado aquél junto con un oficio de remisión suscrito por el conde de Tovar, el marqués del Toro y Antonio Fernández de León (que no tenía aún el título de marqués de Casa León). 

Se pedía formalmente la formación de una Junta Suprema en Caracas (aunque se decía, por pura fórmula, que quedaría subordinada a la Junta Central de España) y se autorizaba a 7 personas, no todas firmantes, para que unidas con el gobernador capitán general y con el Cabildo de Caracas organizasen la Junta, incorporando a ésta a los representantes de otros gremios e instituciones de la provincia. 

Además de los personajes ya mencionados, aparecían al pie de la petición el conde de San Javier, y los apellidos del mantuanaje caraqueño, al lado de los militares, hacendados y comerciantes: los Ponte, los Quintero, los Tovar, los Ibarra, los Montilla, los Ustáriz, los Ribas, los Toro, los Blanco Uribe, los Palacios, los Briceño y los Matos Monserrate (4).


Poco después de presentado este documento comparecieron en la reunión los representantes de los cuerpos de milicias de pardos de Caracas, los valles de Aragua y Valencia, capitanes Carlos Sánchez, Pedro Arévalo, Muncio Colón y Juan Antonio Ponte, quienes manifestaron su lealtad al Gobierno, protestando contra el proyecto de establecer una Junta que, según insinuaron, podía estar orientada hacia la independencia, la cual rechazaron, ofreciendo sus vidas como una «parda fiera», en defensa de «Fernando VII y su sabio Gobierno en Caracas», esto lo hacían por el temor a los blancos criollos, que podían empeorar su condición social. 

Aquella misma noche empezaron los arrestos de los firmantes de la petición de junta, algunos de los cuales quedaron en prisión, otros fueron confinados a sus haciendas, bajo arresto domiciliario u otros lugares fuera de la capital y otros libertados al cabo de algún tiempo, Bolívar permanecería en San Mateo hasta el 19 de Abril de 1810. Así terminó la conspiración. Antonio Fernández de León fue remitido preso a España, de donde regresaría más tarde con el título de marqués de Casa León. 

A 8 de los conjurados se les siguió causa. Fueron el marqués del Toro, José Félix Ribas, José Tovar Ponte, Pedro Palacios Blanco, Mariano Montilla, Juan Nepomuceno Ribas, Nicolás Anzola y Luis López Méndez. En abril de 1809 los fiscales Francisco Espejo y Francisco Berrío recomendaron el sobreseimiento, dictamen que acogieron Casas y Mosquera y Figueroa el 4 de mayo siguiente. Todos quedaron finalmente en libertad.

Así, el 11 de enero de 1809 llegaron a Caracas unos despachos oficiales que anunciaban la creación de la Junta Central de España e Indias que terminó instalándose en Sevilla en abril de 1809 y poco después, el 14 de enero de 1809 llegó a Venezuela el Capitán General de Nueva Andalucía: Vicente Emparan en calidad de Capitán General de Venezuela  y Gobernador de Caracas.

Su llegada dio una nueva perspectiva a la situación política ya que empezaron a circular rumores que lo relacionaban como partidario de los franceses, por lo que fue acusado de querer confundir a la población. En el panorama de incertidumbre reinante, el 19 de abril de 1810, los miembros del Cabildo de Caracas decidieron constituir una Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII en un acto que termina con la firma del Acta de Independencia y constitución de la Primera República el 5 de julio de 1811. 

Con la revuelta del 19 de abril de 1810 se obligó al entonces Capitán General de Venezuela, Vicente Emparan, a ceder sus poderes a esta Junta y trajo como resultado la expulsión de los funcionarios españoles de sus puestos para embarcarlos rumbo a España. Poco después, tras enterarse de los hechos, la Regencia dispuso el bloqueo de las costas de Venezuela pero ya era tarde, desde entonces el proceso independentista sería imparable, y el ejemplo de Caracas fue seguido por el resto de las juntas americanas.

Misión a Londres

El nuevo sistema de gobierno empezó a crear nuevas perspectivas en todos los sentidos. Las noticias de lo sucedido en Caracas llegaron hasta el Almirante Alexander Cochrane, comandante de las Fuerzas Navales Británicas del Caribe, que procedió a despachar noticias de lo sucedido a Londres y poner a disposición de la Junta de Caracas la corbeta Wellington para que llevara hasta Londres una delegación si así lo querían.

Así, Bolívar fue enviado a Inglaterra con el grado de Coronel, ya que sufragó de su fortuna la comitiva, junto con Andrés Bello y Luis López Méndez en una misión diplomática con instrucciones de solicitar apoyo británico a la Junta en nombre del rey Fernando VII de España aprovechando la circunstancia de que España y Gran Bretaña eran ahora naciones aliadas que habían dejado de lado sus históricas diferencias ante el peligro común que representaba Napoleón.

La misión diplomática llegó a Londres en un momento político delicado ya que entonces Gran Bretaña estaba dando una costosa ayuda militar a España y la negativa venezolana de aceptar la autoridad del Consejo de Regencia español resultaba inconveniente en esos momentos.

Sin embargo, Lord Wellesley consideró conveniente recibir a la delegación en su casa particular, Apsley House, por temor a que sus miembros recurrieran a Napoleón en busca de apoyo, y así aprovechar la ocasión para averiguar las pretensiones venezolanas. La postura británica fue muy clara desde el principio dando a entender a la delegación que en esos momentos el apoyo político a Venezuela era imposible, ya que Inglaterra y España eran aliados en contra de Napoleón,  y en un intento de presionar a España para que les dejase comerciar libremente con sus colonias, los británicos trataron de desviar las negociaciones hacia acuerdos  más acordes con sus intereses comerciales.

A pesar de que no se cumplieron todos los objetivos de la delegación, se lograron algunos compromisos importantes gracias a la presencia de Francisco de Miranda en Londres, con quien Bolívar empezó a mantener contactos que fomentaron una participación discreta de este mediante sus contactos personales en las negociaciones.

Así Bolívar a través de Miranda,  logró la secreta connivencia inglesa, la apertura del comercio, y la posibilidad de que Inglaterra ejerciera presiones sobre España para favorecer los intereses venezolanos. Después de convenir con los ingleses la permanencia de un representante en Londres: Andrés Bello, Bolívar embarcó en la corbeta Shaphire y llegó a La Guaira el 5 de diciembre de 1810.

Una vez en Venezuela empezó a hacer gestiones para promover el regreso de Miranda, que como resultado de estas gestiones, llegó a Venezuela en el bergantín inglés Avon el 10 de diciembre de 1810 ante una fría recepción oficial por parte de la Junta Suprema, que poco después lo nombró Teniente General. Miranda pronto empezó a tener conflictos con el Jefe Militar del Gobierno, el Marqués del Toro, por su incapacidad para controlar la rebelión realista de Coro y mientras tanto, las circunstancias políticas habían favorecido la aparición en Caracas de organizaciones como la Sociedad Patriótica, que era una especie de asociación independentista que funcionaba como foro de debate político que divulgaba sus conclusiones en una publicación propia titulada El Patriota de Venezuela.

Bolívar fue un miembro importante de esta asociación que estuvo muy implicado en las movilizaciones posteriores ocurridas el 5 de julio de 1811 para ratificar la Declaración de Independencia, y que defendió posturas opuestas a la Constitución del 21 de diciembre de 1811 al considerar que era una copia literal de la que regía en los Estados Unidos que no se adaptaba a la realidad del momento en Venezuela, y por iniciativa de Miranda ofreció participación a los pardos.

El 13 de agosto de 1811, fuerzas comandadas por Miranda, lograron una victoria en Valencia, contra los rebeldes de dicha ciudad que pretendían recuperar privilegios de su antigua capitalidad y es en esta acción donde Bolívar empezó propiamente su carrera militar al dirigir un ataque a un puesto fortificado que fue su bautismo de fuego y su primera acción distinguida. Así, Miranda lo propuso para el rango de Coronel y le envió a informar de la victoria al Gobierno de Caracas.

Poco después, Bolívar empezó a levantar la moral en los Valles de Aragua por iniciativa propia por lo que el general Miranda, por entonces comandante en jefe de las fuerzas militares republicanas, lo persuadió de que aceptara el rango de Teniente Coronel en el Estado Mayor y lo nombró Jefe militar de Puerto Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela, que Bolívar convertiría en una cárcel para presos políticos.

Dicha plaza era entonces un punto militar clave por sus características coincidentes de puerto, arsenal, prisión militar y principal punto de apoyo y control en la zona. Allí permanecían detenidos los prisioneros de guerra influyentes en el Castillo San Felipe y a la vez también se encontraba almacenado gran parte del arsenal militar republicano.

A pesar de ser contrario a las normas de seguridad militar se estaba dando esta situación y aunque Miranda ordenó trasladar a los prisioneros a otro lugar, el traslado nunca se cumplió y fue uno de los motivos que unido a la inexperiencia militar de Bolívar propiciaron la caída de Puerto Cabello, dada las condiciones de hacinamiento e indolencia que imperaba, que obligaba a los presos a jugar una lotería para permanecer con vida y alimentarse.

Los prisioneros lograron tomar por sorpresa a la guardia y la dominaron gracias a la traición de un oficial al que sobornaron, se apoderaron del Castillo San Felipe y comenzaron a bombardear Puerto Cabello. Bolívar trató de recuperar la guarnición durante seis días de combate con las fuerzas que pudo controlar y que al parecer no superaban los cuarenta efectivos pero no pudo controlar la situación al carecer de experiencia táctica de asedio; no se podía cañonear el castillo por el reducido alcance de la artillería.

Bolívar comisionó a José Herrera para hablar con los presos sublevados y les prometió la libertad si entregaban el Castillo en una hora. De lo contrario serían pasados a cuchillo. Un cronista escribió: "En el año 1812 algunos españoles monárquicos recluidos en el Castillo  de Puerto Cabello, deciden sublevarse aprovechando la conexión con miembros del personal  de guardia" (5).

"Gemían estos en sus prisiones, cargaban sus grillos (en la cárcel se utilizaba las cadenas, grillos y cepo) y sufrían con paciencia su encierro y solo les molestaba el no poder tener parte en las expediciones que hacían las tropas españolas..." (6). A las 12 del mediodía del 30 de Junio de 1812 comenzó el complot: uno se apoderaron del parque de artillería y  de los almacenes; otros se fueron a la muralla e hicieron prisionero al personal de los barcos allí surtos (7).

“La batalla duró seis días: comenzó el 30 al mediodía con el levantamiento del puente, fuerte cañoneo y orden de disparar a quien se acercare. La orden provino de Francisco Fernández Vinony al parecer seducido por la oferta de los prisioneros, pero lo más probable es que desertara por la situación militar del momento. Bolívar trató de contestar el fuego con las que pudo controlar, aunque por su falta de mando desertarán, fracasando en su intento (8)

En una carta a Miranda relata su estado de ánimo y capacidad: “Mi general mi espíritu se halla de tal modo abatido que no me siento con ánimo de mandar un solo soldado; mi presunción me hacía creer que mi deseo de acertar y mi ardiente celo por la patria, suplirían en mi los talentos que carezco para mandar. Así ruego a Ud o que me destine a obedecer al más ínfimo oficial…” (9). 

La ciudad empezaba a ser atacada por las fuerzas del Capitán Domingo Monteverde y tras lanzar un desesperado ataque frontal sobre el castillo que fracasó, Bolívar decidió abandonar la plaza por vía marítima, logrando escapar a duras penas, ante el temor de caer prisionero, y que los presos ajustarán  cuentas con él.

Este acontecimiento, unido al violento terremoto del 26 de marzo de 1812, inclinó la balanza a favor de los realistas y aunque hubo muchos que creyeron que aún se podía seguir la lucha, Miranda capituló el 26 de julio de 1812 por encargo del Congreso, en el tratado de La Victoria, que instauró nuevamente el dominio español sobre Venezuela, ya que tenía que luchar en una guerra de dos frentes: la revuelta de negros y pardos, que avanzaba sobre Guatire y las tropas de Monteverde que se reagruparían para atacar Caracas, de ahí su decisión de negociar la rendición.

El 30 de julio de 1812, Miranda llegó a La Guaira con la intención de embarcarse en la nave inglesa Sapphire en medio de un ambiente en el que pocos sabían que las negociaciones con Monteverde por las que muchos oficiales republicanos se sintieron traicionados se habían iniciado por órdenes del Congreso y no por deseos de Miranda.

Por ello, cuando Miranda se hospedaba en casa del coronel Manuel María Casas, comandante de la plaza, se encontró con un grupo numeroso, en el que se contaban don Miguel Peña y Simón Bolívar, que lo convencieron de que se quedara, por lo menos una noche, en la residencia de Casas. A las dos de la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido, Casas, Peña y Bolívar se introdujeron en su habitación con cuatro soldados armados, se apoderaron precavidamente de su espada y su pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrilletaron y lo entregaron al español Monteverde, ya que Bolívar eliminaba a su posible rival en el proyecto político de la independencia como hizo con Manuel Piar.

A cambio de este acto de traición, el español Francisco-Antonio de Yturbe y Hériz accedería a darle a Bolívar el salvoconducto que éste le había solicitado para exilarse en el extranjero, con el especial favor de Monteverde. En esta ocasión, el jefe español hizo que se viera el acto de haber entregado a Miranda como un servicio al estado español: Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con la entrega de Miranda. Partiendo Bolívar al exilio.

Bolívar fue autorizado por Monteverde, en recompensa por sus “servicios”, a trasladarse el 27 de agosto de 1812 a la isla de Curazao,  ocupada por los ingleses, en la goleta española Jesús, María y José junto con otros conjurados en contra de Miranda: José Félix Ribas, Vicente Tejera y Manuel Díaz Casado, donde permaneció un corto período.

Después se trasladó a Cartagena de Indias, en Nueva Granada, donde el proceso independentista se había iniciado el 20 de julio de 1810 y había desembocado en la formación de varías Juntas Supremas que rivalizaban entre sí. En este panorama compuso un manuscrito conocido como el Manifiesto de Cartagena, que es un ensayo periodístico, en el cual hizo un análisis político y militar de las causas que provocaron la caída de la Primera República de Venezuela y exhortaba a la Nueva Granada a no cometer los mismos errores que Venezuela para no correr la misma suerte.

En este manifiesto Bolívar escribe con acento de autocrítica sobre los graves errores en que incurrieron los hombres de la Primera República de Venezuela, los cuales atribuye en buena parte al sistema federal que se adoptó, a la debilidad del gobierno, a la impunidad de los delitos, a la mala administración de las rentas públicas, a la falta de conciencia ciudadana para el fiel cumplimiento de los deberes constitucionales y el ejercicio de los derechos, a la ambición de unos pocos y al espíritu de partido que todo lo desorganizó.

A todo esto agregó los efectos del terremoto del 26 de marzo de 1812, la influencia de eclesiásticos contrarios a la Independencia, y la oposición al establecimiento de unas fuerzas armadas permanentes y bien organizadas bajo un mando único. Bolívar concluye que la Nueva Granada debe hacer suya la causa de Venezuela, ya que se trata de dos naciones hermanas, llamadas a marchar unidas para asegurar la libertad de todos (10).

También en el Manifiesto de Cartagena proponía fórmulas, que ayudaran a remediar las divisiones y  promover la unión de los distintos pueblos de América para lograr el objetivo común, la Independencia, ya que en ese momento existía la tensión de Cundinamarca en contra de las demás provincias, y Bolívar apoyará al presidente de Cartagena de Indias: Manuel Rodríguez Torice en contra de Antonio Nariño, Presidente de las Provincias Unidas de Nueva Granada (Cundinamarca), pero le dará su apoyo en el Manifiesto al Presidente de Santa Fe de Bogotá: Nariño; el Manifiesto de Cartagena tiene la influencia del pensamiento de Miranda.

La Nueva Granada se dividía entre centralista y federales, que luchaban entre sí,  se amenazaban con la guerra civil. La ciudad como Cartagena, aunque permanecía fiel a la independencia, se había revelado a la autoridad de Bogotá, y se declaró independiente. La anarquía abatía en el país. Bolívar no estaba desalentado por este cuadro de desintegración, por el contrario como político aprovecharía la situación en su beneficio, basaba sus cálculos y esperanzas en el hecho de que un estado amenazado por la guerra civil y la posible invasión  de Venezuela, necesitaría de sus servicios.

Así al poco de llegar, Bolívar solicitó al gobierno de Cartagena prestar servicio con sus tropas y le fue concedido el mando, en comisión de servicio, de una guarnición de 70 hombres en la pequeña localidad de Barrancas, bajo las órdenes del coronel Pierre Labatud, con la que empezaría a forjarse su futuro prestigio militar.

El plan del coronel Labatud era avanzar hacia Santa Marta donde se encontraba el núcleo principal de los realista compuestos por indios guajiros, mientras Bolívar permanecía en Barrancas, con la misión de defender el paso del río si los indios flanqueaban a Labatud, y cortaban las comunicaciones de Cartagena con Bogotá al tomar las riberas del río Magdalena, Bolívar le ordenó al teniente Francisco Molina detener las bandas realistas, afortunadamente Labatud venció en Santa Marta, de lo contrario Cartagena hubiera quedado incomunicada (11).

Bolívar aprovechó las redadas para hacerse con el botín, y mejorar su posición social, y repartirse el botín de guerra con los funcionarios; el coronel Labatud pidió por desatender sus órdenes de permanecer en Barrancas, una Corte Marcial para Bolívar, que fue desatendida por el Presidente de Cartagena: Torrice, en la siguiente carta narra la expedición:

“Guamal, 30 de diciembre de 1812


“Hoy he entrado aquí sin la menor resistencia como verá Ud en el adjunto que dirigirá al presidente”.
“Remito a Ud esas cargas de azúcar y harina que se servirá mandar vender por cuenta de la tropa que hizo este botín. Nosotros tenemos el gusto de regalar a Ud una carga harina que escogerá. Es preciso que nombre jefes civiles, y Ribón militares para organizar esto, pues yo sigo al amanecer al Banco” (12). 

A través de artículos de prensa, proclamas, bandos, proclamas y discursos: recurre con frecuencia al autobombo por motivo de propaganda política, que le permita prevalecer ante militares más experimentados, busca pactar con los jefes militares, que no vacilarán en rebelarse si las condiciones lo permiten, Bolívar no admitió jamás la competencia política a sus proyecto, reclutando como secretarios a los mejores pensadores e intelectuales de su tiempo, aceptando sus planteamientos.

Los pocos escrúpulos que Bolívar había demostrado en su ambiciosa carrera por el poder también los demostró en el ámbito privado, porque Bolívar fue un mujeriego empedernido, que tuvo decenas de amantes y aventuras, y no siempre las damas aceptaban de buena gana. Sin duda,  el motivo de su éxito amatorio, fue el poder que acumuló, porque no era especialmente agraciado.

En su correspondencia, a lo contrario de lo que hace un militar, que es conciso y realista mantiene un tono de adulación al utilizar frases tales como: Estimado tío mío, Excelentísimo señor, Amigo y compañero mío, Dios guarde a Uds, Mí estimado amigo, Mi general, Señor General, etc.

Su pequeña estatura, sus fuertes entradas de cabello, junto con su desmedida afición por las mujeres y su incapacidad de controlarla, fueron motivos de chismes, críticas y chanza entre sus contemporáneos, por el ambiente moral de su tiempo. Las críticas y bromas, las aceptó con amargura, dejando que los sucesos discurriesen, sin hacer nada para cambiarlo, algunas de ellas llegaron hasta el abuso de poder, situación que fue denunciada en su tiempo.

Por otra parte, su capacidad de liderazgo era mínima, lo mismo que la confianza que le tenía la tropa. Nunca compartió las penalidades de la guerra con los soldados, ya que prefería las fiestas y los banquetes; lo que junto a la dureza con que trataba a los soldados y enemigos, no generó adhesión alguna. Ante el soldado de a pie, Bolívar representaba unos valores alejados, la de los ricos mantuanos y los blancos de Caracas, por lo que era difícil su mando político. Ello explica, cómo a pesar de su superioridad intelectual, acabó siendo desplazado por Santander o Páez.

El futuro “Libertador” se hacía retratar en poses militares, algunas veces con gesto épico, para seducir a Venezuela a través de la propaganda, de ahí que enviara una gran cantidad de retratos vestido de General, siempre en actitud de grandeur, copiando los medios de difusión de Napoleón, que solo dejó de utilizar cuando su condición física entró en decadencia. 
                   
Bibliografía:

(1) 
http://www.cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/bolivar/nacional.shtml. “Simón Bolívar, el Libertador.  “. Manuel Pérez Vila. Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 1968.

(2) 
http://www.presidencia.gob.ve/doc/publicaciones/otras_publicaciones/rebeliones.pdf. “Rebeliones, Alzamientos y Movimientos pre-independentista en Venezuela”. Teresa Pinto González.  P 155. Tomado de Guillermo Morón. Historia de Venezuela. p. 253.

(3)  
http://www.presidencia.gob.ve/doc/publicaciones/otras_publicaciones/rebeliones.pdf. Idem.  “Rebeliones, Alzamientos y Movimientos pre-independentista en Venezuela”. Teresa Pinto González.  Historia de Venezuela. p. 253.

(4) 
http://es.wikipedia.org/wiki/Conspiraci%C3%B3n_de_1808. “Conjuración de los Mantuanos”.

(5) Ermila Troconis de Veracochea. "Historia de las cárceles en Venezuela (1600-1890)". Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1983. P 135-136.

(6) Ermila Troconis de Veracochea. "Historia de las cárceles en Venezuela (1600-1890)". Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1983. P 135. Tomado de  ANH. Colección Laureano Villanueva, 2 parte. Documento 632.

(7) Idem.

(8) Simón Bolívar. "Obras Completas". Cartas-Año 1812. Maveco Ediciones. Volumen I.  Caracas, 12 de Julio de 1812. P 32-33.

(9) Tomás Polanco Alcantar. "Simón  Bolívar. Ensayo de una interpretación a través de sus documentos". Ediciones GE. CA. 1995. P270.

(11) Gerhard Masur. "Simón Bolívar". Ediciones Grigalbo. Caracas. 1987. pp 131-139.


(12) Idem. Simón Bolívar. "Obras Completas". Cartas-Año 1812. Maveco Ediciones. Volumen I.  Caracas, 12 de Julio de 1812. P 34.  

sábado, 27 de septiembre de 2014

La Biblioteca Virtual: Construyendo la Realidad. Peter Berger. Por Kelder Toti. Realidad Objetiva. Realidad Subjetiva. Verdad. Modelo de la Realidad. Construcción de la Realidad. Realidad Social.

La Biblioteca Virtual: Construyendo la Realidad. Peter Berger.

                                         Por Kelder Toti.



La Biblioteca Virtual: Construyendo la Realidad. Peter Berger.

                                         Por Kelder Toti.



Peter Ludwig Berger (nació en Viena 17 de marzo de 1929), y emigró a los Estados Unidos poco después de la Segunda Guerra Mundial.   es un teólogo luterano y sociólogo estadounidense  de origen austríaco, Sus padres se llamaron  George William y Jelka (Loew) Berger. En 1949 se graduó en el Wagner College con un bachillerato en artes. es  conocido por su trabajo sobre  la sociología del conocimiento, la sociología de la religión , el estudio de la modernización, y las contribuciones teóricas a la teoría sociológica.

En 1952 se convirtió en ciudadano naturalizado de los Estados Unidos. El 28 de septiembre de 1959, se casó con Brigitte Kellner. Tuvieron dos hijos, Thomas Ulrich y Michael George. Ha sido Director, ahora es investigador senior, del Instituto de Cultura, Religión y Asuntos Mundiales de la Universidad de Boston.


Continuó sus estudios en el New School for Social Research en Nueva York (Master en 1950 y Doctorado en 1952). Entre 1955 y 1956 trabajo en la Evangelische Akademie en Alemania. De 1956 a 1958 Berger fue un profesor asistente en la Universidad de Carolina del Norte; entre 1958 y 1963 fue profesor asociado en el Hartford Theological Seminary. Las siguientes etapas de su carrera fueron profesorados en el New School for Social Research, la Universidad Rutgers, y el Boston College

Es muy conocido, sobre todo, por sus obras. Berger asistió a la Universidad de Wagner por su Licenciatura en Artes y recibió su Maestría y Doctorado de la New School for Social Research en Nueva York.  En 1955 y 1956 trabajó en la Academia Evangélica de Bad Boll , Alemania . De 1956 a 1958 Berger fue profesor asistente en laUniversidad de Carolina del Norte en Greensboro ; 1958-1963 fue profesor asociado en Hartford Theological Seminary .


Es mejor conocido por su libro, co-escrito con Thomas Luckmann , “La construcción social de la realidad : un tratado en la sociología del conocimiento” (Nueva York, 1966), que se le considera uno de los textos más influyentes de la sociología del conocimiento, y desempeñó un papel central en el desarrollo del construccionismo social .


Las próximas estaciones en su carrera fueron cátedras en la Nueva Escuela de Investigación Social, Universidad de Rutgers , y el Boston College . Recientemente jubilado como profesor, desde 1981 Berger fue el profesor de la Universidad de Sociología y Teología en la Universidad de Boston , y desde 1985 también ha sido el director del Instituto para el Estudio de la Cultura Económica, que transformó, hace unos años, en el Instituto de Cultura, Religión y Asuntos Mundiales.


La Realidad Social: la sociedad y el individuo.

Berger es quizás mejor conocido por su opinión de que se percibe la realidad que se construye con el consenso social. Berger y su corto libro de Thomas Luckmann. “La construcción social de la realidad “(1966) presenta su tesis básica en su título: los seres humanos construyen una realidad social compartida. Esta realidad incluye todo, desde el lenguaje ordinario hasta las instituciones de gran escala.

La realidad se establece como consecuencia de un proceso dialéctico entre las relaciones sociales, hábitos tipificados y estructuras sociales, por un lado, e interpretaciones simbólicas, internalización de roles y formación de identidades individuales, por otro; el sentido y carácter de esta realidad es comprendido y explicado por medio del conocimiento.

Existe la realidad social en dos niveles diferentes que Berger y Luckmann analizan. Subjetivamente, es algo que encontramos personalmente significativo; tales como la amistad; objetivamente, existen las instituciones y estructuras como las burocracias gubernamentales y las grandes corporaciones sociales. Estos dos niveles más o menos paralelos  "nosotros" somos las relaciones y "ellos" las relaciones: "nosotros" somos parte de nuestra amistad, pero tratan al burócrata del gobierno como parte del "ellos", a pesar de que el Estado supuestamente representa al pueblo mostrando la distancia que hay entre ambos. 


Así que el actor experimenta la realidad social como ambos creados por los seres humanos (como en la amistad) y objetivamente "ahí fuera" (como está la burocracia).  Berger y Luckmann querían dar entender la conexión entre los actos individuales y las estructuras más grandes, mirando en tres momentos distintos: externalización , objetivación y la internalización.

La externalización, objetivación y la internalización.


La externalización se produce cuando los actores sociales crean conscientemente que sus mundos sociales están en su beneficio. La parte de la externalización de la construcción social involucra a los actores al construir algo, y saber lo que están construyendo. Objetivación es cuando nos fijamos en algunas prácticas sociales o institución en particular, y lo vemos como una realidad objetiva que en su mayor parte no se puede cambiar cuando todo lo percibimos socialmente lo podemos cambiar.


Una realidad objetiva sería el lenguaje, porque no tenemos la opción de elegir la lengua que se habla, y una vez que se habla una determinada lengua tenemos que ajustar las palabras que usamos en ese idioma en particular, para ser entendido. Por último, la internalización se acerca a lo que significa para los funcionalistas por la socialización, en el que el actor social internaliza las normas y los valores, y los acepta como dados, como válidos tanto para él 'ellos' y 'nosotros'.

En el proceso de internalización, hemos hecho algo que una vez fue una realidad objetiva externa a nuestra propia realidad. En este último momento, tenemos que tener cuidado de un proceso que Berger llama reificación, donde la realidad ya no es reconocida como una creación humana sino como un proceso de la humanidad o Dios.

Tipos de socialización.

Había dos tipos de socialización que Berger y Luckmann argumentaron que las personas van a través de percepción de la realidad: la socialización primaria y la socialización secundaria. La socialización primaria tiene lugar durante la infancia a través de familiares y amigos. Mientras que la socialización secundaria sucede durante la vida adulta, cuando ya estamos involucrados en el mundo de la vida subjetiva.

Religión.

Como la mayoría de los sociólogos de la religión, Berger una  vez predijo que todo lo abarca la secularización del mundo. Él ha admitido ésta verdad con bastante humor en varias ocasiones, la conclusión es que los datos de la realidad demuestran lo contrario.  Por a finales de 1980, Berger reconoció públicamente que la religión (tanto vieja como nueva), no sólo era todavía muy extendido, pero en muchos de casos se practicaron más voces vibrante que en los períodos del pasado, especialmente en los  Estados Unidos.  Él, sin embargo, no califica estas concesiones. 


Sin dejar de reconocer que la religión sigue siendo una poderosa fuerza social, que apunta al hecho de que el pluralismo y la globalización mundial cambian fundamentalmente cómo la fe las experiencias individuales, con la que se da por concedido el carácter de la religión, que  a menudo se sustituye por la búsqueda de una persona para una personal preferencia religiosa. Del mismo modo, en: “El desecularización del Mundo”, que cita tanto el mundo académico occidental y en la propia Europa occidental como excepciones a la hipótesis desecularización triunfante: estas culturas se han mantenido altamente secularizada a pesar del resurgimiento de la religión en el resto del mundo.


A pesar del surgimiento de un nuevo paradigma en la sociología de la religión , que se basa en ideas de la teoría de la elección racional para explicar el comportamiento de las empresas religiosas (iglesias) y los consumidores (individuos), el pensamiento de Berger ha influido en muchas figuras importantes en el campo de la sociología de la religión,  hoy en día, incluyendo a su colega en la Universidad de Boston , Robert Hefner, y antiguos alumnos Michael Plekon de Baruch College, CUNY, James Davison Hunter , y Nancy Ammerman.


Además, Berger retrata dos aspectos opuestos de la realidad, contradictorios en relación con la labor realizada por Karl Marx y Max Weber , las imágenes con respecto a la teoría de la mente de personas sin hogar ', diciendo que concilia' hierro 'y' fusión / desmoronamiento de las 'representaciones del mundo.

Sociología del conocimiento.

Tanto Berger y Luckmann se ocupa del estudio de la realidad humana, y como resultado de su preocupación, que estudiaron en la sociología del conocimiento y de la fenomenología . La sociología del conocimiento plantea que la sociedad y la posición social tienen una tendencia a afectar a lo que sabemos. En términos más amplios, la sociología del conocimiento se ocupa de los fundamentos epistemológicos del conocimiento, la historia de la producción de conocimiento y los usos a los que el conocimiento es aplicado- más específicamente, la historia de la ciencia y la ideología de la clase dominante.

Enfoque de Berger y Luckmann a la realidad se basa en una tradición filosófica llamada fenomenología. Fenomenología social asume que la mayoría, si no toda la experiencia humana de los fenómenos es esencialmente social y cultural. Se nos pide a notar cómo un fenómeno social se nos presenta al margen de cualquier científico o la filosofía. Berger y Luckmann se centraron en el conocimiento "común" todos los días, esas cosas que "todo el mundo sabe".

Para Berger y Luckmann, la sociología del conocimiento debe ocuparse en cómo ese conocimiento interpreta y construye la realidad, fundamentalmente la realidad de los procesos de vida cotidiana. En primer lugar, comienzan este trabajo desde una perspectiva filosófica, a través de un análisis fenomenológico de la vida cotidiana.
Los autores destacan cinco elementos fundamentales que estructuran la tríada realidad interpretada/significado subjetivo/mundo coherente:

a) la conciencia, que define la intención y la búsqueda de objetos;
b) el mundo intersubjetivo, que se comparte con los demás;
c) la temporalidad, como carácter básico de la conciencia (orden temporal);
d) la interacción social, que crea esquemas tipificadores;
e) el lenguaje, como elemento clave objetivo (externo al individuo) que facilita la estructuración del conocimiento en términos de relevancia.
A continuación, los autores entran en el análisis del proceso de construcción de la sociedad como realidad objetiva, del cual destacan dos momentos básicos: la institucionalización y la legitimación.
Berger y Luckmann se confiesan en diversos momentos deudores de las teorías de Mead, y en especial de la formación del yo humano. El ser humano se forma en interacción con su ambiente cultural y el orden cultural y social.
El orden social, sin embargo, no es considerado como externo e impuesto al individuo, sino que aparece a través de una relación dialéctica con éste, como producto humano. La realidad institucionalizada tiene su origen, por tanto, en la tendencia a la habituación del ser humano, tendencia que, por una parte, le facilita estabilidad y, por otra, innovación constante, pues le evita dedicar su esfuerzo a tareas triviales y repetitivas.
Esta institucionalización conlleva la tipificación recíproca de acciones entre los actores, hasta llegar a convertirse en una forma de control social. Posteriormente, este comportamiento institucionalizado se reifica, es decir, se experimenta como una realidad objetiva, externa a la voluntad del individuo.

En síntesis, los autores destacan tres momentos básicos en este proceso:

la sociedad es un producto humano;
la sociedad es una realidad objetiva;
el hombre es un producto social.
Pero para que esta institucionalización se haga efectiva, es indispensable la existencia del lenguaje, es cual “sedimenta y objetiva las experiencias compartidas y las hace accesibles a todos los que pertenecen a la comunidad lingüística”; el lenguaje, por tanto, constituye la base más estable del conocimiento y del medio por el que el mismo se distribuye colectivamente: facilita su comprensión y asimilación.
El conocimiento, desde esta perspectiva, determina el nivel de integración existente en un orden institucional dado: “constituye la dinámica motivadora del comportamiento institucionalizado, define las áreas institucionalizadas del comportamiento y designa todas las situaciones que en ellas caben”.
En este sentido, los roles aparecen como modos de conducta tipificados y, lo que quizá es más importante, como “realización de la distribución social del conocimiento”, al concentrarse en determinado tipo de roles el acceso a cierta clase de conocimiento especializado.
El conocimiento institucionalizado, pues, no se impone de igual forma sobre el conjunto de individuos; además, existe una relación dialéctica entre conocimiento y base social, lo que a menudo da lugar a diversos subuniversos de significado dentro del conjunto social. A este respecto, es muy importante el segundo de los elementos básicos que Berger y Luckmann señalan en la construcción de la realidad objetiva: la legitimación.

También aquí el lenguaje cumple una función imprescindible: como forma de extender la comprensión y el sentido de la realidad de una manera consistente y coherente con la realidad subjetiva de los individuos, y eso tiene lugar, fundamentalmente, a través de la creación de universos simbólicos.
La institucionalización antes citada, para tener visos de permanencia, debe tener sentido, es decir poseer coherencia en sí misma ; pero, además, debe tener sentido subjetivo. La legitimación alcanza entonces cuatro niveles distintos, que los autores categorizan así:

1) un sistema de objetivaciones lingüísticas;
2) proposiciones teóricas en forma rudimentaria;
3) teorías explícitas del orden institucional:
4) universos simbólicos.
Estos últimos son los que organizan coherentemente la posición que ocupa cada uno en el conjunto social, los roles a desempeñar, su propia identidad y el total de relaciones que constituyen la vida cotidiana.
Los universos simbólicos construyen, además, determinados mecanismos que garantizan su permanencia: la mitología, la teología, la filosofía y la ciencia son algunos de los más importantes, y han jugado su papel en determinados períodos históricos.
El poder en sí mismo, su capacidad para imponerse constituye otro mecanismo de mantenimiento; en este sentido, la ideología es para Berger y Luckmann un medio de mantenimiento que sirve a un interés de poder concreto.
2. La sociedad como realidad subjetiva
El segundo gran apartado del libro se centra en la sociedad como realidad subjetiva, comenzando por el modo en que esta realidad reificada es asumida por los individuos, lo que nos lleva inevitablemente al terreno de la socialización. Berger y Luckmann diferencian dos procesos de socialización distintos, los cuales denominan primario y secundario.
El primario, que tiene lugar durante los primeros años de vida, sirve de base para la comprensión del mundo como un todo compacto e invariable, así como para la comprensión de la vida como un sistema donde uno existe en relación con otros, donde el yo cobra sentido como yo social: asimismo, es una socialización filtrada, es decir, el individuo ocupa un espacio social concreto y en función del mismo y de las relaciones que conlleva se produce una identificación propia, una identidad.
Durante la socialización secundaria, el individuo internaliza submundos diferentes, tiene acceso al conocimiento de una realidad compleja y segmentada. Asimismo, no accede a todo el conocimiento, sino a una parte en función de su rol y posición social: el conocimiento también se segmenta. Esto último ocurre porque los medios de acceso al conocimiento se institucionalizan: es necesario aprender a través de cauces y procesos adecuados.

Esta segunda socialización corre el riesgo de convertir las internalizaciones anteriores en algo vulnerable, situación que se ve minimizada por la existencia de determinados medios de mantenimiento de la realidad, entre los cuales destaca la rutina diaria como afirmación del conocimiento de la vida cotidiana; no obstante, un cambio profundo en la realidad subjetiva puede tener lugar si se produce una reinterpretación radical de los hechos, lo que los autores denominan alternación, mediante un nuevo proceso socializador y legitimador.

La identidad del individuo, como conclusión, se perfila dentro de una realidad objetiva que, aunque es percibida por éste como algo externo, es en realidad un producto humano; surge de la relación dialéctica entre individuo y sociedad: “se forma por procesos sociales (…), es mantenida, modificada o aun reformada por las relaciones sociales”.

El Modelo de Berger:

A medida que vivimos nuestras vidas, tendemos a desarrollar patrones repetitivos de comportamiento. Estos hábitos, como se les llama, son útiles para nosotros, ya que nos permiten manejar situaciones recurrentes automáticamente. Nuestros hábitos también son útiles para otras personas. En la comunicación cara a cara los participantes observan y responden a los hábitos de cada uno, y de esta manera todos nos vienen a anticipar y dependerá de los hábitos de los demás. Conforme pasa el tiempo, algunos hábitos se vuelven compartidos entre todos los miembros de la sociedad.
Una institución es un conjunto de expectativas compartidas sobre tales hábitos públicas a largo plazo. Instituciones fomentan el desarrollo de las funciones, o colecciones de comportamientos habituales que se asocian con y esperan de los individuos que están actuando en calidad institucional. Cuando una persona asume un papel, él o ella adopta estos comportamientos habituales, y que interactúa con él o ella como parte de la institución y no como un individuo único.

Como ejemplo de esto, considere colección de hábitos que tienen que ver con bien y el mal de nuestra sociedad - que no debemos dañar a otras personas, que no hay que robar, que debemos parar en semáforos en rojo, y así sucesivamente. Este grupo de hábitos compartidos públicamente conforma la institución que llamamos la ley. Como institución, la Ley incorpora muchas funciones, entre ellas, por ejemplo, policía, juez, abogado, víctima, preso, guardia, y así sucesivamente. Cuando interactuamos con las personas en cualquiera de estos roles institucionales, los tratamos de acuerdo con nuestras expectativas comunes de la función.

Por lo tanto, si un oficial de policía le tira más en la carretera, se comporta hacia los demás como sus dos funciones requieren. Si en cambio hubiera conocido "extraoficialmente" en una fiesta o mientras que las compras en el centro comercial, su relación sería muy diferente.

Porque establecen normas de comportamiento, las instituciones proporcionan el control social. Sin embargo, si este control consiste en persistir en el tiempo, cada nueva generación de niños debe estar capacitado para participar en las instituciones de sus padres. Así, las instituciones se legitiman y mantienen por medio de la tradición y la educación.

Con el tiempo, algunas instituciones se convierten cosificada - es decir, los miembros de la sociedad hay que olvidar que las instituciones son construcciones humanas, y comienzan a relacionarse con ellos como si fueran objetos naturales. De esta manera, creamos estructuras sociales que parecen tan reales para nosotros como la realidad del mundo "natural".
Aportes teóricos.
En "Tener sentido de los tiempos modernos: Peter L. Berger y la visión de Interpretación Sociología", por James Davison Hunter y Stephen C. Ainlay, sus teorías sociales se basan en las de Berger. Hunter y Ainlay utilizan ideologías de Berger como base y marco para este libro en particular. Nicholas Abercrombie comienza examinando la reforma de la sociología del conocimiento. 

Cambiando su foco en la realidad subjetiva de la vida cotidiana, Berger entra un diálogo con las sociologías tradicionales de conocimiento - más específicos, los de Marx y Mannheim
Abercrombie profundiza en este diálogo Berger trae a colación, y considera las formas en que Berger va más allá de estas cifras. Stephen Ainlay entonces persigue la notable influencia en la obra de Berger. También reconoce la notable influencia de la popularización de Berger de una variedad de conceptos fenomenológicos, en el que Berger evita realmente ciertas áreas de análisis.

La realidad es una construcción humana, que estudia  la sociología cognitiva, e informa acerca de las relaciones entre los individuos y el contexto en el que se desenvuelve su dimensión social.

El análisis fenomenológico de Berger y Luckmann permite un acercamiento a lo cotidiano, a la vida diaria, porque es la vida diaria, como radiografía habitual del acontecer, la imagen más visible y reconocible de la realidad. En ese escenario, conocen las pautas de comportamiento, los actores y los agentes de la dinámica social, los mecanismos de socialización que llevan al equilibrio cotidiano y predeterminan el ‘everyday life’, la vida diaria, donde el ‘sentido común’ es la ley común de las relaciones. Los problemas sobrepasan esas pautas, son la sorpresa de lo no común, de lo inhabitual, de lo no cotidiano.

El individuo aparece como un producto social –el homo socius-, definido por las sedimentaciones del conocimiento que forman la huella de su biografía, ambiente y experiencia. Circunstancias que determinan el rol que va a jugar en el espacio social. El espacio social no forma parte, pues, del orden natural, sino que es una construcción, eso sí basada en la naturaleza humana, que tiende a la búsqueda de la estabilidad, por lo que esa ‘necesidad antropológica’ de orden se transforma en un orden social, en una construcción artificial.

La realidad social nace de una construcción dialéctica continuada, depurada por el consenso de sus actores, que es el que da identidad a la estructura social. La comunicación juega un papel significativo en el proceso de construcción social de la realidad. Por un lado, las relaciones personales, como base del consenso, pero también la comunicación socializadora de las instituciones que fijan las pautas de la convivencia y la participación, y, lógicamente, la específica de los medios, que contribuyen a la distribución social del conocimiento y el reforzamiento del consenso institucional en el que se asienta una sociedad concreta.

Al tiempo, sirven para que las matrices que describen el ‘sentido común’ en una sociedad dada sirvan a la formación de un ‘universo simbólico’. Una tarea de administración del conocimiento, pero también de los ‘mecanismos de mantenimiento’ que le aportan estabilidad y durabilidad. Este papel de los medios está legitimado por la aceptación de su función, lo que les confiere un carácter de institución social.

Los medios de comunicación operan en los procesos de ‘socialización secundaria’, que es la que sucede al proceso de interiorización individual del mundo natural exterior, y se basa en los valores de la estructura social, que permiten una subjetividad relativa, una interpretación abierta e ideológica.

Todos los anteriores estudios no han sido sino aproximaciones a aspectos concretos y parciales del mismo; no es hasta ahora cuando se inicia la auténtica dimensión propia del objeto de la disciplina: el análisis de la construcción social de la realidad.

Sin embargo, bajo mi punto de vista, la visión fenomenológica de Berger y Luckmann complementa otros trabajos realizados sobre el tema, a los que en modo alguno sustituye.

Y cabe decir eso, fundamentalmente, de la obra de Mannheim Ideología y Utopía, que además de dar el primer gran impulso a la sociología del conocimiento, muestra un interés epistemológico (yo diría que el centro sobre el que gira la obra) que no se observa en ningún momento en el libro presente. Igualmente, el concepto de ideología trazado por Marx (concepto que Berger y Luckmann tratan muy de pasada, supuestamente integrado en las demás formas de conocimiento) es un elemento indispensable a considerar en cualquier aproximación a la disciplina en cuestión.

Por ello, creo que esta obra, La construcción social de la realidad, toma su verdadero sentido cuando se la inserta en el conjunto de aproximaciones que, desde posiciones y perspectivas distintas pero complementarias, ha tratado de abordar el complejo problema del conocimiento.

Tras el apartado que trata la sociedad como un producto específicamente humano, creado a partir de las distintas interrelaciones entre los individuos y de las diversas necesidades que de ello surgen (la sociedad como construcción de los individuos, para los que posteriormente ésta aparecerá reificada y les afectará directamente), aspecto que Marx ya desarrolló en alguna medida a través de sus conceptos de estructura y superestructura, pasan a centrarse en un punto más específico de la sociología del conocimiento: cómo los individuos internalizan, comprenden y organizan todos los aspectos que constituyen la realidad.

Y aquí cabría, a mi juicio, completar y matizar las ideas de Berger y Luckmann sobre socialización, internalización e identidad con el concepto total de ideología Mannheimiano (que trata de abarcar la estructura total del espíritu de un grupo o de una época y que comprende el pensamiento como producto de la vida colectiva en que el individuo participa), la falsa conciencia de Marx (la ideología burguesa y su interpretación interesada y legitimadora del status quo socioestructural) e incluso el concepto de verdad como mentira colectiva de Nietszche (la vida en sociedad hace necesaria la conversión de lo que no son sino meras abstracciones, reducciones metonímicas de una realidad compleja e inaprehensible para el lenguaje, en verdades para todos). A este respecto, y a diferencia de la obra citada de Mannheim, Berger y Luckmann de ninguna manera pretender aproximarse al contenido de verdad o  mentira del pensamiento, y es que para ellos “el interés sociológico en materia de realidad y conocimiento se justifica así inicialmente por el hecho de su relatividad social”.

Sin embargo, a mi entender, resulta mucho más sugerente el término relacional que Mannheim utiliza para comprender el pensamiento con respecto al período histórico en el que surge y al substrato social del que emerge, y que va mucho más allá de la mera relatividad.

En resumen, la aproximación fenomenológica de Berger y Luckmann, aunque de interés por sí misma, precisaría ser complementada con otras proposiciones teóricas que concretan aspectos muy sutilmente esbozados en este trabajo, que deja de lado temas tan atractivos como el conocimiento científico (al que los autores aluden como conocimiento especializado, pero de cuyo fundamento nada hablan) y el carácter ideológico (y su correspondiente base material) de gran parte del pensamiento, aunque su propósito fundamental se centre en el conocimiento de la vida cotidiana.


Estudio de la modernización.

Berger ha hecho muchas contribuciones notables al estudio de la modernización. Anton Zijderveld extiende la relación de la tecnología y la burocracia a la conciencia moderna - que son conceptos familiares en la obra de Berger. Zijderveld expande y se discute el manejo de aún más Berger sobre estas cuestiones en relación con las figuras clásicas tales como Marx , Weber , Pareto , y Gehlen

Además, James Hunter exploró el ' malestar 'que se argumenta que un costo de la modernidad. Estudió la marca propia de Berger de crítica social al discutir de medio siglo de escritura en el mundo moderno. Por lo tanto, Berger contribuyó y sentó las bases de Hunter para explorar la interacción entre la ideología política y la crítica social y la importancia de esta conexión con el fin de entender la vida moderna (particularmente de Berger).

Influencias.

Como categorías de discurso filosófico, la razón y la libertad no son empíricamente disponibles para el estudio científico. Weber se centró en las realidades empíricas de la racionalidad como una característica de la acción y racionalización. En comparación, Berger propuso que usamos la palabra "opciones" en lugar de la libertad como un concepto empírico. Por lo tanto, gran parte del trabajo empírico de Berger y Weber han girado en torno a la relación entre la racionalización y opciones para la acción social moderna.

Weber argumentó redundante que el racionalismo puede significar una variedad de cosas en el ámbito subjetivo de la conciencia y en el nivel objetivo de las instituciones sociales. En términos de racionalidad descrito por Weber, las amenazas a la libertad provienen principalmente de uno: la racionalidad objetivada, formal de reglas y regulaciones. 

Estas amenazas son predominantemente notable en dos ámbitos institucionales: la burocratización del Estado y de la producción de la máquina de los individuos. Esta racionalidad en la burocratización del Estado y de la producción de la máquina de las personas en última instancia limita la posibilidad de elección personal entre los seres humanos.

Por otro lado, aunque Berger no es menos preocupado por las posibles amenazas a la libertad de la racionalidad moderna, Berger pinta un cuadro diferente para posibles opciones para la acción. Berger y Luckmann argumentaron que la tecnologización y la burocratización de encuentro consecuencias en el nivel micro que son más complejas de lo que Weber había dado cuenta en su enfoque macro-histórica. A través del trabajo que se retira de la casa, la modernización ha dividido experiencias entre las esferas públicas y privadas. Como se separaron las esferas, la esfera pública de la producción tecnológica y de gestión burocrática quedó excesivamente racionalizada, mientras que la esfera privada coloca gran énfasis en bonos tradicionales y emocionales.
Sin embargo, Berger aceptó en gran medida el análisis de Weber sobre la racionalidad de la esfera pública. Por lo tanto, Weber y Berger, respectivamente, tienen diferentes puntos de vista sobre la racionalización de las opciones para las acciones individuales. Weber explicó que la burocratización y tecnologización quitarían la individualidad y comportamiento diferenciado. 

Sin embargo, Berger sostiene que la modernidad ha creado opciones sin precedentes, sobre todo en la esfera privada, advirtiendo que estas opciones pueden realmente tener un impacto negativo en las personas.

Junto con Thomas Luckman teoriza a cerca de la realidad como construcción social (The Social Construction of Reality. A Treatise in the Sociology of Knowledge, 1967). Su mayor dedicación científica, sin embargo, aparece en el campo de la sociología de la religión, que le define como un teólogo laico, condición que impregna su obra, en la que asimismo aparecen relevantes textos en el campo de la teoría sociológica y la sociología política, la globalización y el desarrollo, etc.

Desde 1981 Berger es profesor de sociología y teología en la Universidad de Boston, y desde 1985 es también director del Instituto para el Estudio de la Cultura Económica, a la cual transformó, hace unos años, en el Instituto de Cultura, Religión y Asuntos Mundiales.



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Peter Ludwig Berger (17 de marzo de 1929) es un estadounidense de origen austríaco sociólogo conocido por su trabajo en la sociología del conocimiento , la sociología de la religión , el estudio de la modernización , y las contribuciones teóricas a la teoría sociológica
Él es mejor conocido por su libro, co-escrito con Thomas Luckmann , La construcción social de la realidad : un tratado en la sociología del conocimiento (Nueva York, 1966), que se le considera uno de los textos más influyentes de la sociología del conocimiento, y desempeñó un papel central en el desarrollo del construccionismo social

El libro fue nombrado por la Asociación Internacional de Sociología como el quinto libro más influyente escrito en el campo de la sociología durante el siglo 20. Además de este libro, algunos de los otros libros que Berger ha escrito incluyen: Invitación a la Sociología: una perspectiva humanista (1963); y A Rumor of Angels:. Sociedad moderna y el redescubrimiento de lo Sobrenatural (1969)  Berger ha pasado la mayor parte de su carrera docente en la New School for Social Research , la Universidad de Rutgers y la Universidad de Boston . Antes de retirarse, Berger estaba en la Universidad de Boston desde 1981, y fue el director del Instituto para el Estudio de la Cultura Económica.
http://www.infoamerica.org/teoria/berger_p1.htm. "Peter Ludwig Berger (1929-) Perfil Biográfico y Académico"
 “LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE REALIDAD” DE PETER BERGER Y THOMAS LUCKMANN". Carlos García Manzano.