domingo, 27 de julio de 2014

La Biblioteca Virtual Dr Rojas Contreras: La Teología Humanista. Por Kelder Toti. La Fe. La Renovación de la Fe. Ejercitación Cristiana. La Duda Cristiana. Apoyo Cristiano. El Reflejo de Dios. Cristianismo Vacío. Cristianismo Hueco. Secularización del Cristianismo. Milagros de María.

La Teología Humanista.

                                       Por Kelder Toti.




Se puede pensar en el teólogo católico como en aquel que, por vocación, se entrega al estudio de un acontecimiento que hunde sus raíces en el pasado, pero como hijo de su tiempo, cargado de las provocaciones y tensiones del presente, teniendo que producir instrumentos para que ese acontecimiento sea comprensible y significativo también para el día de hoy. Como creyente, se ve llevado en su investigación por la certeza de la fe, pero está sujeto a las reglas del saber crítico.

El teólogo es ante todo un creyente. Su investigación está ya puesta en el horizonte de la revelación, que no es de suyo objeto demostrativo de su trabajo teológico. Él acepta esta verdad tal como se la ha transmitido la tradición eclesial. Esto es lo que constituye el objeto de su fe. El teólogo, por tanto, no duda de los fundamentos de su saber teológico ni establece ideas nuevas. Su trabajo no es el de producir la verdad, sino el de buscar la inteligibilidad de aquella verdad que él acepta y que sabe que es tal por la fe. Su tarea será la de inventar lenguajes y formas de comunicación que permitan reconocer cómo el acontecimiento histórico Jesús de Nazaret es de forma definitiva e insuperable la revelación del amor trinitario de Dios. Esta verdad es la que tiene que destacar con toda su plenitud de sentido.


La Palabra de Dios, es objeto de estudio del teólogo, le viene en la Iglesia y a través de la Iglesia. La comprensión de esta Palabra, eclesialmente mediada desde su origen, se orienta primariamente a la comunidad creyente, para que sepa dar razón de su fe (1 Pe 3,15). En este horizonte es donde se pone otra característica del teólogo: la eclesialidad, es decir vivir, pensar y sentir como parte de la Iglesia.



El ministerio del teólogo se hace más visible cuando, en virtud de su competencia, fruto de la investigación y del estudio personal, enseña a los demás. Pero al ser un ministerio en la Iglesia y de la Iglesia, que la relaciona de una manera totalmente peculiar con la revelación, la enseñanza del teólogo nunca se le da a título personal. En cuanto teólogo, es siempre una persona «pública», ya que expresa la inteligencia de la fe eclesial. El teólogo es «responsable» de su ministerio y, por consiguiente, el teólogo tendrá que tender, como objetivo permanente, a pasar constantemente de la búsqueda de la «inteligencia» a la conquista de la «sabiduría».


La Teología Humanista es una forma de humanismo que sostiene que la ciencia y el conocimiento científico son herramientas de Dios, sin caer en las ataduras sobrenaturalistas y dogmáticas, que las podemos aceptar. Desde la perspectiva escolástica de San Agustín y Abelardo el Universo perdió la finalidad y el interés especial en Dios, por ello el desarollo del pensamiento secular. La humanidad es parte de la acción de Dios, y la aplicación de la ciencia y de la razón humana es un recurso para crear un mundo más humano y cristiano.

La Teología Humanista, es hacer filosofía de la condición de la existencia humana, centra su filosofía en el individuo y la subjetividad, en la libertad y la responsabilidad.  La desesperación, depresión, adicciones, obseciones y la angustia  son formas personales de negación de Dios; temas que son analizados por Martin Heidegger y otros filósofos de siglo XX.

Es importante señalar que el «Cristianismo»  no se refiere al Cristianismo en sí mismo, sino más bien a la Iglesia y a la religión que ejerce en la práctica su sociedad. De hecho, en la Ejercitación del Cristianismo, es invitar a una práctica de un crisitianismo personal, bien diferenciado de la cristiandad, como Iglesia Establecida, que puede estar sometida no a la voluntad de Dios sino de los hombres, de ahí la importancia de alcanzar la fe en el Señor como forma de liberación.

El pastor debe buscar "el salto de fe" es la concepción de cómo un individuo cree en Dios, o cómo una persona actúa en el amor. No es una decisión racional, ya que trasciende la racionalidad en favor de algo más extraordinario: la fe.

Además de tener fe era al mismo tiempo posible tener dudas. Así, por ejemplo, para tener verdadera fe en Dios, uno también tendría que dudar de su existencia; la duda es la parte racional del pensamiento de la persona, sin ella la fe no tendría una sustancia real. La duda es un elemento esencial de la fe, un fundamento, y la esencia del clero es guiar al feligrés a la fe en Dios.

Dicho de otro modo, creer o tener fe en que Dios existe sin haber dudado nunca de tal existencia no sería una fe que mereciera la pena tener, ya que la duda solo acompaña a los espíritus débiles, que es la gran mayoría.. De ahí se desprede la angustia.... Por ejemplo, no requiere fe el creer que un lápiz o una mesa  existen, puesto que uno los puede ver y tocar. Del mismo modo, creer o tener fe en Dios es saber que no hay un acceso perceptual ni de ningún otro tipo a él, y aun así tener fe.

La duda es un elemento de la fe y que es imposible, para la mayoría de las personas conseguir con certeza objetiva, acerca de las doctrinas religiosas tales como la existencia de Dios o la vida de Jesucristo. Lo máximo que uno puede esperar sería la conclusión de que es probable que las doctrinas religiosas sean ciertas, pero si una persona creyera estas doctrinas sólo en el grado en que es probable que sean ciertas, él o ella en absoluto será verdaderamente religioso. La fe consiste en la relación subjetiva de total compromiso con tales doctrinas, y su aplicación a sus semejantes.

El yo es el reflejo de Dios en cada uno de nosotros, así como la relación entre el yo y el mundo, fundamentado en la reflexión y la introspección qué hace el yo. Esta relación hace que la «subjetividad es verdad» y  la «verdad es subjetividad». Esto tiene que ver con la distinción entre lo que es objetivamente cierto y la relación subjetiva de un individuo (como la indiferencia o el compromiso) con esa verdad. La gente que en algún sentido cree las mismas cosas, puede tener relaciones bastante distintas con esas creencias. Dos individuos pueden creer que hay mucha gente pobre que necesita ayuda, pero puede que este conocimiento sólo lleve a uno de ellos a ayudar a los pobres, y ese es el que tiene fe "porque por sus obras los conocereis".

La duda es un elemento de la fe y que es imposible, para la gran mayoría de las personas conseguir una certeza objetiva acerca de las  doctrinas religiosas tales como la existencia de Dios o la vida de Jesucristo o los milagros de María. Lo máximo que uno puede esperar será la conclusión de que es probable que las doctrinas religiosas son ciertas, pero si una persona creyera en estas doctrinas sólo en el grado en que es probable que son ciertas, él o ella en absoluto será verdaderamente cristiano. La fe consiste en la relación subjetiva de total compromiso con tales doctrinas, que sólo a través de las acciones observables y tangibles Dios puede apreciar.

Las congregaciones de la Iglesia no tienen sentido sino apoyan al prójimo: moral, espiritual, psicológicamente y materialmente.  "De pan no solo vive el hombre".  La idea de las congregaciones es que los individuos son como niños, ya que los cristianos son reacios a tomar la iniciativa a la hora de asumir la responsabilidad de su propia relación con Dios que es orientar a los cristianos.

El cristianismo se ha secularizado y politizado, y se adaptado a la vida urbana: Puesto que la iglesia está  controlada y depende del Estado. No creo que  la misión burocrática del Estado es aumentar el número de miembros y supervisar el bienestar de éstos. Más miembros significa más poder para el clero: un ideal corrupto, ya que es preferible un hombre con fe que un rebaño de ovejas. Esta misión de los cristianos es contraria a la verdadera doctrina cristiana, que destaca la importancia del individuo, no del conjunto.

El cristianismo se convierte en una religión vacía sino se ayuda, alienta y protege al prójimo: De esta manera, la estructura de estado confesional es ofensivo y perjudicial para los individuos, puesto que cada uno de ellos se ha convertido en «cristiano» sin saber lo que ello significa en realidad. También es perjudicial para la propia religión, puesto que reduce el cristianismo a una tradición de moda a la que se adhieren «creyentes» que no creen porque no actúan por sus obras.

sábado, 26 de julio de 2014

La Biblioteca Virtual Dr Rojas Contreras: El Padre de La Teología Humanista. Por Kelder Toti. Existencialismo. Filosofía Cristiana. Críticas a la Iglesia.

El Padre de La Teología Humanista.

 Por Kelder Toti.



Søren Aabye Kierkegaard (AFI: Acerca de este sonido [ˈsœːɐn ˈkʰiɐ̯g̊əˌg̊ɒːˀ] (?·i)); (Copenhague, 5 de mayo de 1813 – ibídem, 11 de noviembre de 1855) fue un prolífico filósofo y teólogo danés del siglo XIX. Se le considera el padre del Existencialismo, por hacer filosofía de la condición de la existencia humana, por centrar su filosofía en el individuo y la subjetividad, en la libertad y la responsabilidad, en la desesperación y la angustia como forma de negación de Dios; temas que retomará Martin Heidegger y otros filósofos de siglo XX. Criticó con dureza el hegelianismo de su época y lo que él llamó formalidades vacías de la Iglesia danesa.

Gran parte de su obra trata de cuestiones religiosas: la naturaleza de la fe cristiana, la institución de la Iglesia, la ética cristiana y las emociones y sentimientos que experimentan los individuos al enfrentarse a las elecciones que plantea la vida. En una primera etapa escribió bajo varios seudónimos con los que presentaba los puntos de vista de estos mediante un complejo diálogo. Acostumbró a dejar al lector la tarea de descubrir el significado de sus escritos porque, según sus palabras, «la tarea debe hacerse difícil, pues sólo la dificultad inspira a los nobles de corazón».

Ha sido catalogado como existencialista, neoortodoxo, posmodernista, humanista e individualista, entre otras cosas. Sobrepasando los límites de la filosofía, la teología, la psicología y la literatura, Kierkegaard es considerado una importante e influyente figura del pensamiento contemporáneo.

Vida.

Primeros años (1813–1841).

Søren Kierkegaard nació en una acaudalada familia de Copenhague. Su padre, Michael Pedersen Kierkegaard, era un hombre muy religioso. Estaba convencido de que se había ganado la ira de Dios, y por ello creía que ninguno de sus hijos viviría más allá de la edad de Jesucristo, 33 años. Pensaba que sus pecados, tales como maldecir el nombre de Dios en su juventud y posiblemente embarazar a la madre de Kierkegaard fuera del matrimonio, eran merecedores de ese castigo.

Aunque muchos de sus siete hijos fallecieron jóvenes, su predicción se demostró errónea al superar dos de ellos dicha edad. En esa temprana introducción a la noción de pecado, y en la relación entre padre e hijo, radican los fundamentos de gran parte de los trabajos de Kierkegaard (particularmente de Temor y temblor). La madre de Kierkegaard, Anne Sørensdatter Lund Kierkegaard, no es mencionada directamente en sus libros, aunque también ejerció influencia sobre sus obras más tardías. A pesar de que la melancolía religiosa ocasionalmente afectaba a su padre, Kierkegaard y él estaban estrechamente unidos. Kierkegaard aprendió a explorar el reino de su imaginación mediante una serie de ejercicios y juegos que ambos practicaban juntos.

El padre de Kierkegaard murió el 9 de agosto de 1838, a la edad de 82 años. Antes de su fallecimiento, le pidió a Søren que se hiciera pastor. La vida religiosa de su padre había influido profundamente en Søren, y se sintió obligado a cumplir su deseo. Dos días después, el 11 de agosto, Kierkegaard escribió: «Mi padre murió el miércoles. Había deseado mucho que viviera unos pocos años más y veo su muerte como el último de los sacrificios que hizo por mí; ...Murió por mí con el fin de que, de ser posible, pueda convertirme todavía en algo. De todo lo que he heredado de él, su recuerdo, su transfigurado retrato... es lo más preciado para mí, y tendré mucho cuidado de preservar su memoria escondida a salvo del mundo».

Kierkegaard asistió a la Escuela de Virtud Cívica, sobresaliendo en latín e historia. Continuó estudiando teología en la Universidad de Copenhague, pero estando allí se inclinó más hacia la filosofía y la literatura. En la universidad, Kierkegaard escribió su disertación, Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates, la cual fue considerada por los expertos de la universidad como un trabajo notable y bien pensado, aunque mencionaron que se excedía ligeramente en lo literario para ser una tesis filosófica. Kierkegaard se graduó el 20 de octubre de 1841 con un Magistri Artium, que hoy en día correspondería a un PhD. Con la herencia familiar Kierkegaard pudo financiar su educación, sus gastos y varias publicaciones de sus primeras obras.


Regine Olsen, la musa de su inspiración (1837–1841).


Otro importante aspecto de la vida de Kierkegaard (quizá el que mayor influencia ejerció en su obra) fue la ruptura de su compromiso con Regine Olsen (1822—1904). Kierkegaard conoció a Regine el 8 de mayo de 1837 y se sintió inmediatamente atraído por ella, igual que ella por él. En sus Diarios Kierkegaard escribió acerca de su amor por Regine:

Vos soberana de mi corazón guardada cual tesoro en lo más profundo de mi pecho, en la completitud de mi pensamiento, allí... ¡desconocida divinidad! Oh, puedo realmente creer los relatos del poeta, que cuando uno ve por primera vez el objeto de su amor, imagina que lo ha visto hace mucho tiempo, que todo amor, como todo conocimiento, es reminiscencia, que el amor también tiene sus profecías en el individuo. ... creo que habría de poseer la belleza de todas las chicas para poder dibujar una belleza igual a la tuya; que habría de navegar alrededor del mundo entero para poder encontrar el lugar que me falta y hacia el que apunta el más profundo misterio de mi completo ser, y al momento siguiente estás tan cerca de mí, llenando mi espíritu tan poderosamente que me glorifico y siento que es bueno estar aquí.

2 de febrero de 1839

El 8 de septiembre de 1840 Kierkegaard se declaró formalmente a Regine. Sin embargo, pronto se sintió desilusionado y receloso con respecto al matrimonio. Menos de un año después de haber propuesto el enlace, lo rompió, el 11 de agosto de 1841. En sus Diarios Kierkegaard menciona la creencia de que su «melancolía» le hace inválido para el matrimonio, pero el motivo concreto de su ruptura sigue sin estar claro. En general se cree que los dos estaban profundamente enamorados, quizás incluso después de que ella se casara con Johan Frederik Schlegel (1817—1896), un prominente funcionario (no debe ser confundido con el filósofo alemán Friedrich von Schlegel). En general su contacto se limitó a encuentros casuales en las calles de Copenhague. Sin embargo, algunos años después Kierkegaard llegó a pedir al marido de Regine permiso para hablar con ella, pero Schlegel se lo negó. Regine, que lo amó mucho, quedó resentida con él para siempre por la incomprensible ruptura.


Poco después la pareja abandonó el país, tras haberse producido el nombramiento de Schlegel como gobernador de las Indias Occidentales Danesas. Para cuando Regine volvió, Kierkegaard había muerto. Regine Schlegel vivió hasta 1904 y tras su muerte fue enterrada cerca de Kierkegaard en el Assistens Kirkegård de Copenhague.

Primeras obras (1841–1846)

Kierkegaard escribió en sus días de juventud y universidad algunos artículos sobre política, mujeres y entretenimiento, pero muchos académicos consideran que la primera obra notable del autor es, o bien su tesis universitaria, Sobre el concepto de la ironía en constante referencia a Sócrates, presentada en 1841, o su obra maestra, "O lo uno o lo otro", publicada en 1843. En cualquier caso, ambas criticaron a importantes figuras del pensamiento filosófico occidental (a Sócrates y a Hegel, respectivamente), exhibieron el estilo de escribir único de Kierkegaard y mostraron madurez con respecto a las obras iniciales. O lo uno o lo otro fue escrita principalmente durante la estancia de Kierkegaard en Berlín y acabada en el otoño de 1842.

Manuscrito de Kierkegaard de "Migajas filosóficas".

En el mismo año de 1841, Kierkegaard descubrió que Regine se había prometido con Johann Frederik Schlegel. Ello le afectó profundamente a él y a sus siguientes obras. De una parte de Temor y temblor, publicado a finales de 1843, puede interpretarse que «Kierkegaard espera que mediante un acto divino Regine vuelva a él». Repetición, publicada el mismo día que Temor y temblor, trata acerca de un joven caballero que deja a su amada. Varios otros trabajos de ese período contienen matices semejantes, relacionados con su situación personal.

Otras obras importantes de esta época se centran en la crítica de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y conforman una base para la psicología existencial. Migajas filosóficas, El concepto de la angustia y Etapas del camino de la vida tratan acerca de los pensamientos y sentimientos a los que un individuo puede enfrentarse en la vida. Quizá el más audaz ataque al hegelianismo se da en Apostilla conclusiva no científica a las «Migajas filosóficas» en el que se discute la importancia de la subjetividad individual como verdad y contesta a la afirmación hegeliana de que «Todo lo racional es real y todo lo real es racional».

La mayoría de obras de este período fueron de naturaleza filosófica y se escribieron bajo seudónimos y de modo indirecto, representando varios puntos de vista y modos de vida. En cualquier caso, Kierkegaard también publicó discursos teológicos escritos bajo su propio nombre. Kierkegaard escribió estos discursos para clarificar aspectos filosóficos de las obras escritas bajo seudónimos, para discutir aspectos teológicos de éstas, y para edificar al lector.

El asunto de El corsario (1845–1846).

El 22 de diciembre de 1845, Peder Ludvig Møller publicó un artículo criticando Etapas del camino de la vida. El artículo hacía un resumen negativo de Etapas, pero mostraba poco entendimiento de la obra. Møller también contribuyó en El corsario (Corsaren), una revista danesa que ridiculizaba a gente de la clase alta. Kierkegaard respondió con el fin de defender su obra, de ridiculizar a Møller y de desestimar a la revista, provocando de este modo la ira del editor, Meïr Aaron Goldschmidt.

Los únicos dos artículos que Kierkegaard escribió en respuesta a Møller fueron: "Actividad de un esteta ambulante" y "El resultado dialéctico de un asunto de política literaria". En el primero se centraba en insultar a Møller y en responder a su crítica. El segundo era un ataque a El Corsario en el que Kierkegaard pedía abiertamente el ser satirizado.

Con una publicación como El corsario, que hasta ahora ha sido leída por muchas y todo tipo de personas y el resultado del que ha disfrutado, esencialmente, ha sido el de ser ignorada, despreciada y nunca respondida, la única cosa que restaría para expresar su calidad literaria y moral—"reflejada en la inversión que esta publicación con exigua aptitud y extremado esfuerzo ha buscado hacer—sería que alguien inmortalizado y elogiado por esta publicación pidiera ser insultado por la misma... ¿Podría yo pedir ser insultado?—el daño personal de ser inmortalizado por El Corsario es simplemente demasiado".
Søren Kierkegaard, El resultado dialéctico de un asunto de política literaria.

A lo largo de los siguientes meses, El corsario aceptó el ofrecimiento de Kierkegaard de «ser insultado» y desencadenó una serie de ataques en los que se burlaban de su apariencia, su voz y sus costumbres. Durante meses fue acosado en las calles de Dinamarca. En una entrada de diario en 1846, Kierkegaard hace una larga y detallada explicación de su ataque a Møller y El Corsario, y también cuenta que este ataque le hizo abandonar su actividad como escritor.

Los días de mi autoría han pasado, alabado sea Dios. Se me ha otorgado la satisfacción de hacerlos concluir por mí mismo, al haber entendido cuándo era apropiado ponerles fin, y justo después de la publicación de "O lo uno o lo otro", lo cual agradezco a Dios. Esto, una vez más, no es como la gente lo vería, aunque en un par de palabras podría probar que es así. Conozco bastante bien mi obra y la veo en orden. Pero me ha dolido; me da la impresión de que tendría que haber pedido permiso para ello; pero dejémoslo estar. Si tan sólo pudiera conseguir ser sacerdote. En cualquier caso, gran parte de mi vida presente puede satisfacerme: respiraré más libremente ahora, permitiéndome algún trabajo literario ocasional en mi tiempo libre.

Søren Kierkegaard, Diarios (9 de marzo de 1846)

Segundo período (1846–1853).


Manuscrito de Kierkegaard de "La enfermedad mortal".

Mientras que sus primeras obras se centraron en Hegel, las posteriores trataron la hipocresía del Cristianismo. Es importante señalar que el «Cristianismo» Kierkegaard no se refería al Cristianismo en sí mismo, sino más bien a la Iglesia y la religión que ejercía en la práctica su sociedad. De hecho, en su Ejercitación del Cristianismo, nos invita a una práctica de un crisitianismo personal, bien diferenciado de la cristiandad, como Iglesia Establecida.

Tras el incidente del Corsario, Kierkegaard se interesó por «el público» y la interacción del individuo con él. Su primera obra de este período de su vida fue "Una reseña literaria" que constituyó una crítica a Dos épocas (traducida a veces como Dos generaciones), escrita por Thomasine Christine Gyllembourg-Ehrensvärd. Después de esta crítica, Kierkegaard hizo varias observaciones agudas acerca de la naturaleza de la generación actual y su desapasionada actitud ante la vida. Escribió que «la generación actual es esencialmente racional, desprovista de pasiones... La tendencia hoy en día es en la dirección de la ecuación matemática». Kierkegaard ataca el conformismo y la asimilación cultural de los individuos en un público indiferenciado, «la masa». Aunque Kierkegaard ataca al público, apoya a las comunidades en las que los individuos mantienen su diversidad y características específicas.

Otras obras siguen centrándose en la superficialidad de «la masa» que limita y reprime al individuo. El libro sobre Adler trata acerca de la declaración del pastor Adolf Peter Adler de haber tenido una revelación sagrada y haber sido condenado al ostracismo como consecuencia de ello.

Como parte de su análisis del público, Kierkegaard señaló la decadencia de la iglesia cristiana, especialmente la Iglesia del Pueblo Danés. Kierkegaard creía que el cristianismo había «perdido el camino» de la fe cristiana. El cristianismo en ese período no hacía caso, malinterpretaba o hacía «falsa alabanza» a la doctrina cristiana original. Kierkegaard sentía que era su deber en ese momento el informar a otros acerca de las sombras de la llamada «vida cristiana», que es la que ha producido La muerte de Dios. Escribió varias críticas al cristianismo contemporáneo tales como "Discursos cristianos", "Las obras del amor" y "Discursos edificantes".

La enfermedad mortal es una de las obras más conocidas de esta época de Kierkegaard, y aunque algunos filósofos y psicólogos ateos contemporáneos desestimaron lo que Kierkegaard sugería que era la fe, su análisis de la naturaleza de la angustia existencial es una de las más importantes aportaciones en la materia e influenció posteriores conceptos filosóficos, tales como la culpa existencial de Heidegger y la mala fe de Sartre.

Alrededor de 1848 Kierkegaard comenzó un ataque literario hacia la Iglesia del Pueblo Danés con libros como "Práctica del cristianismo", Para la autoexaminación y ¡Juzgad vosotros mismos!, en el que trata de exponer la verdadera naturaleza del cristianismo, con Jesús como su modelo.

Ataque a la Iglesia Danesa (1854–1855).

Los últimos años de Kierkegaard se caracterizaron por una ataque continuado y rotundo a la Iglesia del Pueblo Danés (Luterana); mediante artículos publicados en "La patria" (Fædrelandet) y una serie de panfletos publicados por él mismo titulada "El momento" (Øjeblikket). Kierkegaard  decidió  actuar inicialmente tras una charla del Profesor Hans Lassen Martensen en la que éste llamaba a su recientemente fallecido predecesor el Obispo Jakob P. Mynster un «testigo de la verdad, uno de los auténticos testigos de la verdad».

Kierkegaard sentía afecto por Mynster, pero consideraba que su concepción del cristianismo era propia del interés del hombre, más que del interés de Dios, y para él de ningún modo era la vida de Mynster comparable a aquella de un «testigo de la verdad».

Antes de que fuera publicado el décimo capítulo de "El momento", Kierkegaard se desmayó en la calle y fue llevado a un hospital. En él estuvo durante un mes, durante el que rechazó recibir la asistencia de un pastor, a quien Kierkegaard consideraba un mero funcionario, y no un siervo de Dios.

Dijo a Emil Boesen, un amigo de la infancia que era pastor y que mantuvo numerosas conversaciones con Kierkegaard, que su vida había sido de un gran y desconocido sufrimiento, y que lo que a otros les había parecido vanidad no había sido tal.

Kierkegaard murió en Frederiks Hospital tras haber permanecido allí aproximadamente un mes, posiblemente por complicaciones derivadas de una caída desde un árbol cuando era niño. Fue enterrado en el Assintens Cemetery en la zona de Nørrebro de Copenhague. En el funeral de Kierkegaard su sobrino Henrik Lund protestó por el hecho de que su tío estuviera siendo enterrado por la Iglesia oficial aun cuando él había dejado en claro en vida que quería alejarse de ella. Lund fue posteriormente multado por ello.

Pensamiento:

«Recibí una impresión memorable de la aparición de Kierkegaard, la cual encontré casi cómica. Él tenía entonces veintitrés años; había algo bastante irregular en su aspecto general y tenía un extraño peinado. Su pelo rubio se alzaba casi seis pulgadas por encima de su frente, en una cresta alborotada que le daba una imagen desconcertante». — Hans Brøchner recordando la impresión causada por Søren Kierkegaard en la boda de Peter Kierkegaard en 1836.

Kierkegaard ha sido considerado filósofo, teólogo,  padre del existencialismo, crítico literario, humorista, psicólogo y poeta. Dos de sus ideas más conocidas son la «subjetividad» y el «salto de fe». El salto de la  fe es su concepción de cómo un individuo cree en Dios, o cómo una persona actúa en el amor. No es una decisión racional, ya que trasciende la racionalidad en favor de algo más extraordinario: la fe. Además consideraba que tener fe es al mismo tiempo tener dudas. Así, por ejemplo, para tener verdadera fe en Dios, uno también tendría que dudar de su existencia; la duda es la parte racional del pensamiento de la persona, sin ella la fe no tendría una sustancia real. La duda es un elemento esencial de la fe, un fundamento. Dicho de otro modo, creer o tener fe en que Dios existe sin haber dudado nunca de tal existencia no sería una fe que mereciera la pena tener. Por ejemplo, no requiere fe el creer que un lápiz o una mesa existen, puesto que uno los puede ver y tocar. Del mismo modo, creer o tener fe en Dios es saber que no hay un acceso perceptual ni de ningún otro tipo a él, y aun así tener fe.

Kierkegaard también resaltó la importancia del yo, así como la relación entre el yo y el mundo, fundamentado en la reflexión y la introspección del yo. Argumentó en Apostilla conclusiva no científica a las «Migajas filosóficas» que «subjetividad es verdad» y «verdad es subjetividad». Esto tiene que ver con la distinción entre lo que es objetivamente cierto y la relación subjetiva de un individuo (como la indiferencia o el compromiso) con esa verdad. La gente que en algún sentido cree las mismas cosas, puede tener relaciones bastante distintas con esas creencias. Dos individuos pueden creer que hay mucha gente pobre que necesita ayuda, pero puede que este conocimiento sólo lleve a uno de ellos a ayudar a los pobres.

En cualquier caso, Kierkegaard discute principalmente la subjetividad en relación con los asuntos religiosos. Como ya se ha mencionado, argumenta que la duda es un elemento de la fe y que es imposible, para la mayoría de las personas conseguir una certeza objetiva acerca de las  doctrinas religiosas tales como la existencia de Dios o la vida de Jesucristo. Lo máximo que uno puede esperar sería la conclusión de que es probable que las doctrinas religiosas sean ciertas, pero si una persona creyera en estas doctrinas sólo en el grado en que es probable que sean ciertas, él o ella en absoluto sería verdaderamente religioso. La fe consiste en la relación subjetiva de total compromiso con tales doctrinas.

Comunicación indirecta y autoría bajo seudónimo.


"O lo uno o lo otro", una de las obras de Kierkegaard, escrita bajo los seudónimos «A» y «B», o Judge William, y editada con el seudónimo Victor Eremita.

La mitad de la obra de Kierkegaard fue escrita utilizando diversos seudónimos que él mismo creó para representar distintas formas de pensar. Esto formaba parte de la comunicación indirecta de Kierkegaard. Según varios pasajes de sus obras y diarios, tales como El punto de vista de mi obra como autor, Kierkegaard escribió de este modo con el fin de evitar que su obra fuera tratada como un sistema filosófico con una estructura sistemática. "En el Punto de vista", Kierkegaard escribió: «En las obras escritas bajo seudónimo no hay ni una sola palabra que sea mía. La única opinión que tengo sobre esas obras es la que puedo formarme como tercera persona; ningún conocimiento acerca de su significado, aparte de como lector; ni la más mínima relación privada con ellas».

Kierkegaard utilizaba la comunicación indirecta para hacer difícil el saber si él defendía realmente los puntos de vista presentados en sus obra. Esperaba que los lectores simplemente leyeran las obras tal y como eran, sin atribuirles algún aspecto de su vida. Kierkegaard tampoco quería que sus lectores trataran sus obras como un sistema autoritario, sino que trataran de interpretarlas por ellos mismos.

Los primeros estudiosos de Kierkegaard, como Theodor W. Adorno, no dieron importancia a las intenciones de Kierkegaard y defendieron que toda la obra de Kierkegaard debía ser entendida como las opiniones personales y religiosas del autor. Este punto de vista llevó a muchas confusiones y contradicciones que hicieron que Kierkegaard pareciese incoherente. Sin embargo, muchos entendidos posteriores tales como los postestructuralistas, han respetado las intenciones de Kierkegaard e interpretado su obra atribuyendo los textos escritos bajo seudónimo a sus respectivos autores.

Los seudónimos más importantes utilizados por el filósofo, en orden cronológico:

Victor Eremita, editor de "O lo uno o lo otro".
A, escritor de muchos artículos de "O lo uno o lo otro"
Judge William, autor de refutaciones en "O lo uno o lo otro".
Johannes de Silentio, autor de "Temor y temblor"
Constantin Constantius, autor de la primera parte de "Repetición".
Young Man, autor de la segunda parte de "Repetición".
Vigilius Haufniensis, autor de "El concepto de angustia".
Nicolaus Notabene, autor de "Prefacios".
Hilarius Boonder, editor de "Etapas del camino de la vida"
Johannes Climacus, autor de "Migajas filosóficas" y "Apostilla conclusiva no científica"
Inter et Inter, autor de "La crisis" y "Una crisis en la vida de una actriz"
H.H., autor de "Dos pequeños tratados ético-religiosos"
Anti-Climacus, autor de "La enfermedad mortal" y "La práctica en el cristianismo".

Diarios.

La portada de la primera edición en inglés de "Los diarios", editada por Alexander Dru en 1938.
Sus diarios revelaron muchas facetas distintas de Kierkegaard y de su obra, y ayudaron a entender muchas de sus ideas. El estilo de sus diarios es de los más elegantes y poéticos de todos sus escritos. Kierkegaard dio importancia a sus diarios e incluso alguna vez escribió que eran el confidente en el que más confiaba.
"Nunca he confiado en nadie. Siendo escritor he hecho, en cierto sentido, al público mi confidente. Pero respecto a mi relación con el público debo, una vez más, hacer a la posteridad mi confidente. La misma gente que está ahí para reírse de uno no puede ser hecha el confidente".

Søren Kierkegaard, Diarios (4 de noviembre de 1847)

Sus diarios son también la fuente de muchos de los aforismos que se han adjudicado a Kierkegaard. El siguiente pasaje es quizás el aforismo más citado de los diarios de Kierkegaard y una cita clave del existencialismo: «El asunto es encontrar una verdad que sea cierta para mí, encontrar la idea por la cual yo sea capaz de vivir y de morir». Fue escrita el 1 de agosto de 1835.

Aunque sus diarios aclaran algunos aspectos de su vida y de su obra, Kierkegaard tomó la precaución de no revelar demasiado. Cambios bruscos de pensamiento, escritos repetidos y expresiones inusuales son algunas de las muchas tácticas que utiliza para hacer que el lector pierda la pista. Consecuentemente, hay interpretaciones muy variadas de sus diarios. Sin embargo, Kierkegaard no dudó acerca de la importancia que sus diarios tendrían en el futuro. En 1849 escribió:

"Sólo un hombre muerto puede dominar la situación de Dinamarca. La amoralidad, la envidia, el chismorreo y la mediocridad abundan en todas partes. Si muriera ahora el efecto de mi vida sería excepcional; muchas de las cosas que simplemente he anotado descuidadamente en los Diarios cobrarían gran importancia y tendrían una gran influencia; en tal situación la gente se habría reconciliado conmigo y sería capaz de otorgarme lo que fue, y es, mi derecho".
Søren Kierkegaard, Diarios8 (Diciembre 1849).

Kierkegaard y el cristianismo.


Kierkegaard arremetió contra las instituciones cristianas en sus últimos años. Sentía que el estado confesional establecido era perjudicial para los individuos, ya que no resolvía su problema existencial. Como se ha mencionado anteriormente, Kierkegaard mantuvo, en los últimos años de su vida, un ataque continuado contra todo lo relacionado con el cristianismo, o la cristiandad como entidad política. En el siglo XIX, la mayoría de daneses ciudadanos de Dinamarca eran necesariamente miembros de la Iglesia del Pueblo Danés. Kierkegaard sintió que este estado confesional era inaceptable y pervertía el verdadero significado de la cristiandad. Los puntos principales de su ataque incluían:

Las congregaciones de la Iglesia no tienen sentido: La idea de las congregaciones hace que los individuos sean como niños, ya que los cristianos son reacios a tomar la iniciativa a la hora de asumir la responsabilidad de su propia relación con Dios. Kierkegaard resaltó que «el cristianismo es el individuo, aquí, el propio individuo».

El cristianismo se había secularizado y politizado: Puesto que la iglesia estaba controlada por el Estado, Kierkegaard creyó que la misión burocrática del Estado era aumentar el número de miembros y supervisar el bienestar de éstos. Más miembros significaría más poder para el clero: un ideal corrupto. Esta misión parecería contraria a la verdadera doctrina cristiana, que destaca la importancia del individuo, no del conjunto.

El cristianismo se convierte en una religión vacía: De esta manera, la estructura de estado confesional es ofensiva y perjudicial para los individuos, puesto que cada uno de ellos se ha convertido en «cristiano» sin saber lo que ello significa. También es perjudicial para la propia religión, puesto que reduce el cristianismo a una tradición de moda a la que se adhieren «creyentes» que no creen.

Si la iglesia es «libre» con respecto al Estado, todo está bien. Puedo adaptarme a esa situación inmediatamente. Pero si la iglesia va a emanciparse del Estado, entonces debo preguntar: ¿Cómo?, ¿de qué manera? Un movimiento religioso debe ser llevado religiosamente, ¡si no es una vergüenza! Consecuentemente, la emancipación debe suceder mediante el martirio, sangriento o no. El precio de compra es la actitud espiritual. Pero aquellos que desean emanciparse de la iglesia por medios seculares y mundanos (i.e. sin martirio), han introducido una concepción de tolerancia totalmente consonante con la del mundo entero, donde la tolerancia es igual a la indiferencia, y esa es la peor ofensa que se puede hacer al cristianismo. ... la doctrina de la iglesia establecida y su organización están muy bien. Oh, pero entonces nuestras vidas: creadme, son desdichadas.

Søren Kierkegaard, "Diarios" (Enero de 1851).

Atacando la incompetencia y la corrupción de la iglesia cristiana, Kierkegaard parece anticiparse a filósofos como Nietzsche, el cual continuará criticando la religión cristiana.

Pregunto: ¿qué significa que todos continuemos comportándonos como si todo fuera como tiene que ser, llamándonos a nosotros mismos cristianos según el Nuevo Testamento, cuando los ideales del Nuevo Testamento han muerto? La tremenda desproporción que representa esta situación ha sido, además, percibida por muchos. A ellos les gusta darle este giro: la especie humana ha sobrepasado la cristiandad.

Søren Kierkegaard, "Diarios" (19 de junio de 1852)

Críticas.

Dos de los críticos de Kierkegaard más conocidos del siglo XX son Theodor Adorno y Emmanuel Lévinas. Filósofos ateos como Jean-Paul Sartre y agnósticos como Martin Heidegger apoyaron en términos generales los puntos de vista de Kierkegaard, aunque criticaron y rechazaron sus opiniones religiosas.

La interpretación que hace Adorno de la filosofía de Kierkegaard no ha sido fiel a las intenciones del filósofo. Un crítico de Adorno dice que su libro Kierkegaard: Construcción de la estética es «el libro más irresponsable nunca escrito sobre Kierkegaard», porque Adorno toma los seudónimos de Kierkegaard literalmente y construye una filosofía entera sobre el autor que le hace parecer incoherente e ininteligible. Esto es como confundir a William Shakespeare con Otelo y a Dostoyevski con Raskolnikov. Otro crítico dice que «Adorno se encuentra lejos de las traducciones e interpretaciones más creíbles que tenemos hoy en día de las obras de Kierkegaard».

El ataque principal de Levinas a Kierkegaard se centra en sus etapas éticas y religiosas, especialmente en "Temor y temblor". Levinas critica el «salto de fe» diciendo que esta suspensión de lo ético y salto a lo religioso es un tipo de violencia.

La violencia kierkegaardiana empieza cuando la existencia es forzada a abandonar la fase ética para embarcar en la religiosa, el dominio de la creencia. La creencia ya no busca justificación externa. Incluso internamente, combina comunicación y aislamiento, y, por tanto, violencia y pasión. Este es el origen de la relegación del fenómeno ético a un segundo nivel y el desprecio del fundamento ético del ser humano, que ha llevado, por medio de Nietzsche, a la amoralidad de las filosofías recientes.

Emmanuel Levinas, Existence and Ethics, (1963).

Levinas señala a la creencia cristiana de que fue Dios quien primero mandó a Abraham sacrificar a Isaac y que fue un ángel el que le dijo que parase. Si Abraham hubiera estado realmente en el dominio de lo religioso, no habría escuchado al ángel y debería haber matado a Isaac. La «ética trascendente» parece una treta para excusar a los que serían asesinos de sus crímenes y ello es inaceptable.

En lo referente al punto de vista religioso de Kierkegaard, Sartre ofrece el siguiente argumento contra la existencia de Dios: Si la existencia precede a la esencia, se deduce del significado del término «sensible» que un ser sensible no puede ser completo o perfecto. En El ser y la nada la expresión de Sartre es que Dios sería un pour-soi (un ser por sí mismo; una consciencia), cuando es también un en-soi (un ser en sí mismo; una cosa), lo cual es una contradicción en los términos.

Sartre coincide con el análisis de Kierkegaard según el cual Abraham experimenta ansiedad (Sartre la llama angustia), pero no está de acuerdo con el hecho de que fuera Dios el que le dijo que matara a Isaac. En Existencialismo es humanismo dice:

"El hombre que miente para excusarse, diciendo «Todo el mundo no lo hará» debe tener la conciencia intranquila, pues el acto de mentir implica el valor universal que niega. Por su disfraz su angustia se revela a sí misma. Esta es la angustia que Kierkegaard llama «la angustia de Abraham». Usted ya conoce la historia: Un ángel mandó a Abraham que sacrificase a su hijo; la obeciencia era obligada, si realmente era un ángel quien apareció y dijo, «Tú, Abraham, debes sacrificar a tu hijo». Pero cualquiera en este caso se habría preguntado, primero, si era realmente un ángel y, segundo, si uno mismo es realmente Abraham. ¿Dónde están las pruebas? Cierta mujer loca que sufría de alucinaciones decía que había gente que la llamaba y le daba órdenes. El doctor le preguntó: «¿Pero quién es esa persona que le llama?» Y ella dijo: «Dice que es Dios». Y, de hecho, ¿qué podía demostrarle a ella que era Dios? Si se me aparece un ángel, ¿cuál es la prueba de que es un ángel?; o, si oigo voces, ¿quién puede probar que proceden del cielo y no del infierno, o de mi propio subconsciente, o alguna patología? ¿Quién puede probar que realmente se dirigen a mí?"

Jean-Paul Sartre, Existentialism is a Humanism.

En opinión de Kierkegaard, la certeza de Abraham tenía su origen en esa «voz interior» que no puede ser mostrada a otra persona («El problema aparece tan pronto como Abraham quiere ser entendido»). Para Kierkegaard, toda «prueba» externa o justificación está simplemente fuera del sujeto. La prueba de Kierkegaard de la inmortalidad del alma, por ejemplo, radica en el hecho de que uno desee vivir para siempre.

Influencia y recepción.

Las obras de Kierkegaard no estuvieron ampliamente disponibles hasta varias décadas después de su muerte. En los años inmediatamente posteriores a ésta, la Iglesia del Pueblo Danés, una institución de gran importancia en aquella época, rechazó su obra e instó a otros daneses a hacer lo mismo. Además, la oscuridad de la lengua danesa, en comparación con el alemán, el francés y el inglés, hizo casi imposible que Kierkegaard tuviera lectores no daneses.

El primer académico que prestó atención a Kierkegaard fue su compatriota Georges Brandes, quien publicó en alemán y en danés. Brandes dio las primeras conferencias sobre Kierkegaard y ayudó a que el resto de Europa conociese al filósofo.  En 1877 Brandes publicó el primer libro sobre la filosofía y la vida de Kierkegaard. El dramaturgo Henrik Ibsen se interesó por Kierkegaard y presentó su obra al resto de Escandinavia. En la década de 1870 empezaron a aparecer traducciones alemanas independientes de algunas de las obras de Kierkegaard,  pero las traducciones académicas de partes completas de su obra tuvieron que esperar hasta la década de 1910. Estas traducciones hicieron posible que Kierkegaard comenzara a ejercer una enorme influencia en autores y pensadores alemanes, franceses e ingleses durante el siglo XX.

En los años 30 aparecieron las primeras traducciones académicas al inglés, de Alexander Dru, David F. Swenson, Douglas V. Steere y Walter Lowrie, gracias al editor Charles Williams de la Oxford University Press. La segunda y actualmente muy consultada traducción al inglés fue publicada por la Princeton University Press en los 70, 80 y 90, bajo la supervisión de Howard V. Hong y Edna H. Hong. Una tercera traducción oficial, bajo el patrocinio del Søren Kierkegaard Research Center, ocupará 55 volúmenes y se espera que esté completada poco después de 2009.

Muchos filósofos y teólogos del siglo XX tomaron muchos conceptos de Kierkegaard, incluyendo las nociones de angustia, desesperación y la importancia del individuo. Su fama como filósofo creció enormemente en los años 30, en gran parte debido a que el ascendente movimiento existencialista le señalaba como precursor, aunque hoy en día es considerado un importante e influyente pensador por derecho propio. Kierkegaard es commemorado como profesor en el Calendario de los Santos de la Iglesia Luterana, el día 11 de noviembre.

Algunos de los filósofos y teólogos influenciados por Kierkegaard son: Hans Urs von Balthasar, Karl Barth, Simone de Beauvoir, Niels Bohr, Dietrich Bonhoeffer, Emil Brunner, Martin Buber, Rudolf Bultmann, Albert Camus, Martin Heidegger, Abraham Joshua Heschel, Karl Jaspers, Gabriel Marcel, Maurice Merleau-Ponty, Reinhold Niebuhr, Franz Rosenzweig, Jean-Paul Sartre, Carl Schmitt, Joseph Soloveitchik, Paul Tillich y Miguel de Unamuno y filosóficamente toda la Generación del 98. El anarquismo epistemológico de Paul Feyerabend estuvo inspirado en la idea de Kierkegaard de subjetividad como verdad. Ludwig Wittgenstein estuvo muy influenciado por Kierkegaard, hacia el que demostró su respeto y del cual declaró: «Es demasiado profundo para mí. Me desconcierta, sin lograr los buenos efectos que lograría en almas más profundas».  Karl Popper se refirió a Kierkegaard como «el gran reformador de la ética cristiana, el que mostró la moralidad oficial cristiana de su tiempo como hipocresía anticristiana y antihumanitaria».

Filósofos contemporáneos como Emmanuel Lévinas, Hans-Georg Gadamer, Jacques Derrida, Jürgen Habermas, Alasdair Macintyre y Richard Rorty, aunque han sido a veces muy críticos, también han adaptado algunos de los puntos de vista de Kierkegaard. Jerry Fodor ha escrito que Kierkegaard «fue un maestro y jugaba fuera de la liga en la que jugamos el resto de nosotros [filósofos]».

Kierkegaard también tuvo una considerable influencia en la literatura del siglo XX. Algunos de los autores en los que más influyó fueron W. H. Auden, Jorge Luis Borges, Hermann Hesse, Franz Kafka, David Lodge, Flannery O'Connor, Walker Percy, Rainer Maria Rilke y John Updike.

Kierkegaard también tuvo una profunda influencia en la psicología y se puede considerar el fundador de la psicología cristiana  y de la terapia y la psicología existenciales. Entre los psicólogos y terapeutas existencialistas (a menudo llamados «humanistas») se encontraban Ludwig Binswanger, Viktor Frankl, Erich Fromm, Carl Rogers y Rollo May. May basó su libro El significado de la ansiedad en "El concepto de ansiedad", de Kierkegaard. La obra de Kierkegaard "Dos épocas" ofrece una interesante crítica a la modernidad.

Kierkegaard predijo su fama póstuma, y vaticinó que su obra se convertiría en objeto de intenso estudio e investigación. En sus diarios escribió:

"Cuando yo haya muerto bastará mi libro Temor y Temblor para convertirme en un escritor inmortal. Se leerá, se traducirá a otras lenguas, y el espantoso pathos que contiene esta obra hará temblar […] Pero una vez muerto se me convertirá en una figura irreal, una figura sombría […] y el libro resultará pavoroso".
Søren Kierkegaard, Diarios (1849, 6 años después de la publicación de Temor y Temblor).

"Lo que la época necesita no es un genio —ha tenido suficientes, sino un mártir, el cual con el fin de enseñar a los hombres a obedecer, sea obediente hasta la muerte. Lo que la época necesita es despertar. Y por tanto algún día, no solo mis escritos sino mi vida entera, todo el intrigante misterio de la máquina, serán estudiados y estudiados. Nunca olvido cómo Dios me ayuda y es por tanto mi último deseo que todo pueda ser en su honor".

Søren Kierkegaard, Journals (20 de noviembre de 1847).

La razón de su influencia queda bien expresada en las palabras del filósofo Karl Jaspers: «tal vez todo aquel que no se abre a Kierkegaard […] permanece hoy pobre e inconsciente».

Obras

(1841) Sobre el concepto de ironía en constante referencia a Sócrates (Om Begrebet Ironi, med stadigt Hensyn til Socrates)
(1843) O lo uno o lo otro (Enten – Eller)
(1843) Dos discursos edificantes (To opbyggelige Taler)
(1843) Temor y temblor (Frygt og Bæven)
(1843) Repetición (Gjentagelsen)
(1843) Cuatro discursos edificantes (Fire opbyggelige Taler)
(1843) Tres discursos edificantes (1844) (Tre opbyggelige Taler)
(1844) Migajas filosóficas (Philosophiske Smuler)
El diario de un seductor (Forførerens Dagbog)
(1844) El Concepto de la Angustia (Begrebet Angest)
(1844) Prefacios (Forord)
Tres discursos en ocasiones imaginadas (Tre Taler ved tænkte Leiligheder)
(1845) Etapas del camino de la vida (Stadier paa Livets Vei)
Un anuncio literario (En literair Anmeldelse)
(1847) Discursos edificantes en varios espíritus (Opbyggelige Taler i forskjellig Aand)
(1847) Las obras del amor (Kjerlighedens Gjerninger)
(1848) Discursos cristianos (Christelige Taler)
La crisis y una crisis en la vida de una actriz (Krisen og en Krise i en Skuespillerindes Liv)
Los lirios del campo y las aves del cielo (Lilien paa Marken og Fuglen under Himlen)
Dos pequeños tratados ético-religiosos (Tvende ethisk-religieuse Smaa-Afhandlinger)
(1849) La enfermedad mortal / Tratado de la desesperación (Sygdommen til Døden)
(1847) Mi punto de vista (Om min Forfatter-Virksomhed)
El instante (Öieblikket)

La Biblioteca Virtual Dr Rojas: El Nuevo Estado. Por Kelder Toti Concepto del Estado. Definiciones de Estado. Ideología Estatal. Tipos de Estado. Sistema Jurídico Estadal.

El Nuevo Estado

                                   Por Kelder Toti 



En el campo del derecho político, la nación política es el titular de la soberanía cuyo ejercicio afecta a la implantación de las normas fundamentales que regirán el funcionamiento del Estado al ser clientelar, quien controle al Estado controla a la clientela. Es decir, aquellas que están en la cúspide del ordenamiento jurídico y de las cuales emanan todas las demás, por ello sobre el El Estado todo, sobre él nada.


Han sido objeto de debate desde la Revolución francesa hasta nuestros días las diferencias y semejanzas entre los conceptos de nación política y pueblo, y por consiguiente entre soberanía nacional y soberanía popular. Las discusiones han girado, entre otras cosas, en torno a la titularidad de la soberanía, a su ejercicio, y a los efectos resultantes.

Una distinción clásica, con respecto a la mencionada Revolución, ejemplifica en la Constitución de 1791 la soberanía nacional, ejercida por un parlamento elegido por sufragio censitario (visión conservadora), y la soberanía popular en la Constitución de 1793, en la que el pueblo es entendido como un conjunto de individuos, lo que conduciría a la democracia directa o el sufragio universal (visión revolucionaria), la visión correcta es que la soberanía solo la puede ejercer, el que ha nacido y pertenece a la comunidad cultural de la nación. Sin embargo, estos significados ya se difuminaron en la misma época revolucionaria, en la que varios autores emplearon los términos de otra forma. Según Guillaume Bacot las diferencias fueron prácticamente terminológicas y desde 1789 a 1794 hubo en el fondo un mismo concepto revolucionario de la soberanía.

En 1789 el abate Sieyès usó, con un fuerte carácter socio-económico, nación y pueblo como sinónimos, cuando en realidad son diferentes: la nación es el espacio cultural y el pueblo son las personas que ejercen esa cultura. Pero poco después modificó su significado, estableciendo una diferencia fundamental, para su idea de la soberanía y del Estado constitucional, lo que permitió cimentar la revolución francesa. Concibió entonces la nación como propia del Derecho natural, anterior al Estado (Derecho positivo), y al pueblo como determinado a posteriori. En síntesis, para Sièyes la nación es titular de la soberanía, ésta se ejerce mediante el poder constituyente, y después, tras el "establecimiento público" (Constitución), quedaría definido el pueblo como titular del poder constituido. Así pues, el pueblo sería para el abate a la nación jurídicamente organizada.

Nicolas de Condorcet sólo emplea el término pueblo, pero coincide con Sièyes al hacer énfasis en la distinción entre poder constituyente y poder constituido como base para el buen funcionamiento del Estado liberal y democrático, solo es viable ese concepto cuando existe una corriente centrípeta dentro de la nación, que tiende al consenso, pero cuando existe grupos informes y un proletariado externo e interno que amenaza a la nación cultural, tal definición es baladí.Para estos dos autores, el papel del titular de la soberanía (llámese nacióno pueblo) se agota tras el ejercicio del poder constituyente. Tan sólo quedaría, en estado latente, como "recordatorio" del fundamento del Estado, ya que la sociedad en acción se ve mermada en sus capacidades; y podría manifestarse excepcionalmente para rebelarse contra la opresión de una eventual tiranía, que buscaría restablecer el equilibrio, a través de medios autocráticos, cuando lo mejor es lograr el consenso, e ir avanzando gradualmente.

De los mencionados argumentos de Sieyès y Condorcet se deriva una idea básica respecto al Estado constitucional, que perdura hasta hoy, según la cual, como señalan, por ejemplo, Martin Kriele e Ignacio de Otto, en dicho Estado no hay soberano, ya que la soberanía radica en el pueblo, sin darse cuenta que la revolución francesa la soberanía radica en la misma revolución, de ahí la formación del Directorio y el auge del Emperador. Esto se basa en que si consideramos la soberanía como summa potestas o poder ilimitado (y por tanto con facultad para crear leyes sin ningún freno a priori), ello es incompatible con la existencia de una norma fundamental que establezca su supremacía.

Otros autores sostienen que el proclamar la soberanía nacional tiene por objetivo propugnar o establecer una estructura constitucional propia del Estado liberal de Derecho: al atribuir la titularidad (que no el ejercicio) de la soberanía a un ente unitario y abstracto, se proclaman como no originarios los órganos estatales, evitando que cualquiera de ellos reclame para sí poderes que considere anteriores a la Constitución, lo que además favorece la articulación policéntrica de dichos órganos (pues ninguno prevalecería sobre los demás).

El concepto de nación cultural es uno de los que mayores problemas que ha planteado las ciencias sociales, pues no hay unanimidad a la hora de definirlo. Un punto básico de acuerdo sería que los miembros de la nación cultural tienen conciencia de constituir un cuerpo ético-político diferenciado, debido a que comparten unas determinadas características culturales. Estas pueden ser la lengua, religión, tradición,historiay razacomún, todo lo cual puede estar asumido como una cultura distintiva, en el caso de Venezuela sería la cultura venezolana, el fin sería su trascendencia como civilización, formada históricamente.

Algunos teóricosañaden también el requisito del asentamiento en un territorio determinado.El concepto de nación cultural suele estar acoplado a una doctrina histórica que parte de que todos los humanos se dividen en grupos llamados naciones. En este sentido, se trata de una doctrina ética y filosófica que sirve como punto de partida para la ideología del nacionalismo, en el caso venezolano estaría representado por el gomecismo, el nuevo ideal nacional, el nacionalismo democrático de AD, etc. Los (co)nacionales(n1) (miembros de la nación) se distinguen por una identidad común y generalmente por un mismo origen en el sentido de ancestros comunes y parentesco, en cambio en el país, por su fuerte emigración se diluye, una de la políticas nacionales es detener la inmigración de ciudadanos de la región, que vuelve informe al proletariado urbano, y la emigración de los nacionales, dándoles las condiciones que le permita tener una mayor movilidad social dentro del país.

La identidad nacional se refiere especialmente a la distinción de características específicas de un grupo. Para esto, muy diferentes criterios se utilizan, con muy diferentes aplicaciones. De esta manera, pequeñas diferencias en la pronunciación o diferentes dialectos pueden ser suficientes para categorizar a alguien como miembro de una nación diferente a la propia, lo que es falso. Asimismo, diferentes personas pueden contar con personalidades y creencia distintas o también vivir en lugares geográficamente diferentes y hablar idiomas distintos y aun así verse como miembros de una misma nación como ejemplo los yanomamis. También se encuentran casos en los que un grupo de personas se define como una nación más que por las características que comparten por aquéllas de las que carecen o que conjuntamente no desean, convirtiéndose el sentido de nación en una defensa en contra de grupos externos, aunque éstos pudieran parecer más cercanos ideológica y étnicamente, así como en cuestiones de origen (un ejemplo en esta dirección sería el de "Nación por Deseo" (Willensnation), que se encuentra en Suiza y que parte de sentimientos de identidad y una historia común).

Básicamente existen dos tipos de nacionalismos:

- El nacionalismo liberal o "voluntarista" tuvo como máximo de defensor al filósofo y revolucionario italiano Giuseppe Mazzini (1805–1872), se desarrolló en Italia y Francia, muy influido por las ideas de la Ilustración. Mazzini consideraba que una nación surge de la voluntad de los individuos que la componen y el compromiso que estos adquieren de convivir y ser regidos por unas instituciones comunes. Es pues, la persona quien de forma subjetiva e individual decide formar parte de una determinada unidad política a través de un compromiso o pacto, que es el trato que propone los chavistas a los nacionales, sin darse cuenta del rechazo que levantan entre la clase profesional y empresarial, que se ve excluida por el proletariado interno (marginales e inmigrantes). Según este tipo de nacionalismo, cualquier colectividad humana es susceptible de convertirse en nación por deseo propio, bien separándose de un estado ya existente, bien constituyendo una nueva realidad mediante la libre elección. La nacionalidad de un individuo estaría por lo tanto sujeta a su exclusivo deseo, esa es la razón de fondo nacionalizar a los emigrantes de la región de manera rápida, al votar por los chavistas confirma su deseo.

El nacionalismo conservador u "orgánico" tuvo como máximos defensores a Herder y Fichte ("Discursos a la nación alemana", 1808), con el cual se identifica Avanzada Venezolana; fue defendido por la mayoría de los protagonistas de la unificación alemana. Según este punto de vista, la nación es un órgano vivo que presenta unos rasgos externos hereditarios, expresados en una lengua, una cultura, un territorio definido y unas tradiciones comunes, madurados a lo largo de un largo proceso histórico, que en el caso de Venezuela se remonta a la conquista. La nación poseería entonces una existencia objetiva que estaría por encima del deseo particular de los individuos que la forman, es decir, quien pertenece a ella lo hace de por vida, independientemente del lugar donde se encuentre. Por lo tanto, esta visión de nacionalismo sería como una especie de "carga genética" a la que no es posible sustraerse mediante la voluntad, quizás esta condición solo la pueden comprender los venezolanos que han emigrados a los Estados Unidos, España, Canadá o Australia.

La nación cultural y el Estado

Un Estado que se identifica explícitamente como hogar de una nación cultural específica es un Estado-nación, el nacionalismo sería el cemento ideológico que permitiría al Estado alcanzar los objetivos de la nación. Muchos de los Estados modernos están en esta categoría o intentan legitimarse de esta forma, aunque haya disputas o contradicciones en esto. Por ello es que el uso común, de los términos de nación, país, tierra y Estado se suelan usar casi como sinónimos.

Interpretaciones del concepto de nación cultural únicamente por razón de etnia o "raza": llevan también a diversas naciones sin territorio como la nación gitana o la nación negra en los EEUU (pese a que los últimos, de origen, pertenecerían a diferentes naciones africanas, así como existen diferentes "naciones blancas"). Según este punto de vista, sin embargo, queda claro que una nación cultural no necesita ser explícitamente un Estado independiente y que no todos los Estados independientes son naciones culturales, aunque ese sea su fin máximo, sino que muchos simplemente son uniones administrativas de diferentes naciones culturales o pueblos, en ocasiones parte de las naciones geográficamente más grandes como se aspira en América Latina, aprovechándose Brasil, Argentina o México para explotar a los demás naciones de la América Española, es significativo que la única nación exitosa desde el punto de vista político y económico rechace tal peculiaridad: Chile. Algunas de estas uniones se ven, a sí mismas como naciones culturales, o intentan crear un sentimiento o historia nacional de legitimación, pero en el fondo busca someter una nación a las demás.

Otro ejemplo de nación cultural sin Estado propio es el del pueblo judío antes de la aparición del Estado de Israel o el del pueblo palestino, cuyos miembros se encuentran en diferentes países, pero con un origen común, según el sentido de la diáspora. También se encuentran pueblos como los kurdos o los asirios, que se describen como naciones culturales sin Estado. Igualmente se puede ver a Estados como Bélgica (valones y flamencos), Canadá (la provincia francófona de Québec, ante la mayoría anglófona del resto de las provincias) o Nueva Zelanda (los maorí) como compuestos por varias naciones culturales. En España se encuentra esto también, partiendo especialmente de diversificaciones lingüísticas.

No obstante, hay que tener en cuenta que, aunque común, es erróneo identificar por principio comunidad lingüística con nación cultural, por lo que las naciones culturales en España, como la vasca, gallega o la catalana, no sólo parten de su diferenciación lingüística, sino también de otros aspectos culturales comunes en tales naciones como sus tradiciones y su historia, motivo por el cual fueron acuñadas como "nacionalidades históricas de España" en la Constitución Española de 1978 (para identificar una realidad nacional propia y diferenciada del resto del Estado o Nación-Estado). El hecho de que ciertas corrientes políticas identifiquen una comunidad lingüística como nación, así como que otras corrientes políticas no identifiquen una nacionalidad histórica como nación, es objeto de estudio como fenómeno político–ideológico, pero no necesariamente sociológico.

La nación cultural y la religión:


El concepto de nación cultural cambia, si para definir a la nación se da mayor relevancia a la religión. El Estado alemán, en este sentido, tradicionalmente se divide en católicos y luteranos (religión dada originalmente, de acuerdo a la religión del señor feudal: cuius regio, eius religio), de facto en más. El Estado español, así como el Italiano, por ejemplo, tradicionalmente no se subdivide entonces. La interpretación de nación cultural por base religiosa tuvo una mínima importancia en la formación de los Estados europeos (por formarse las bases de los Estados antes de la aparición del concepto de nación); éstos ven muchas veces su origen especialmente en las divisiones dadas tras Carlomagno y en las divisiones romanas clásicas, cuando la religión no tomaba un papel para ello (la cristianización de la Germania y Alamania no era total en esas fechas e incluso Carlomango se dejó bautizar muy tarde) o era clara (en el Imperio Romano tardío, la religión oficial era la católica).

El caso de España, por ejemplo, es más complejo, pues apareció básicamente en lo que era la Hispania romana, pero tomando la religión un carácter especial, que se encuentra en el concepto de la Reconquista del Emirato de Córdoba. A diferencia de en Europa Central, donde apareció tras la caída del Imperio romano un Estado supranacional (el Imperio Franco) que se dividió a grandes rasgos de manera tal que aparecieran las futuras naciones, en España aparecieron señoríos y reinos diferentes que más adelante se unificaron bajo el concepto del Reino de España y del Rey español). Sin embargo, la religión toma un papel muy diferente en la aparición de los Estados-Nación de África del Norte y del concepto de nación de Medio Oriente y del Islam. En estos países, el Estado suele estar íntimamente relacionado con la religión y los miembros de estos países suelen verse como parte de una nación islámica, en muchas ocasiones, por sobre diferencias étnicas o lingüísticas, también de origen histórico de grupos especiales (excepción suele ser hasta cierto grado Irán, que suele basar su sentido nacional en el origen persa, así como se suele excluir a Turquía por su origen otomano, cuyo imperio dominó el Medio Oriente y al cual se suele ver como una razón de inestabilidad actual).

Igualmente se puede encontrar el pueblo judío, que se ve como nación especialmente con base en la religión común, con o sin la existencia de un Estado propio (que actualmente es Israel).asimsimo debríamos agregar los pueblos de origen andinos en sudamérica que tienen ararigos cultuyrales muy antiguos y que mantienen sus tradicones y lenguas vivas ( aymaras , quechuas ,ashaninkas ,etc ) ellos forman parte de mas seis millones de habitantes en toda la región sudamericana.

Etimología:

La palabra nación proviene del latínnātio (derivado de nāscor, nacer), que podía significar nacimiento, pueblo (en sentido étnico), especie o clase. Escribía, por ejemplo, Varrón (116-27 a. C.): Europae loca multae incolunt nationes ("Son muchas las naciones que habitan los diversos lugares de Europa"). En los escritos latinos clásicos se contraponían las nationes (bárbaros no integrados en el Imperio) a la civilitas (ciudadanía) romana. Dice Cicerón: Todas las naciones pueden ser sometidas a servidumbre, nuestra ciudad no.

En la Edad Media y Moderna el término se continuó empleando en sentido étnico, al margen de que ahora las naciones estuvieran integradas en diversas entidades políticas como Reinos e Imperios. También se usaba para designar a grupos de personas según su procedencia, siguiendo un criterio muy variable (a veces simplemente geográfico), con el fin de distinguir a unos de otros.

En el año 968, el obispo Liutprando de Cremona, en enfrentamiento con el Emperador BizantinoNicéforo II en pos del patrón Otón I, Emperador del Sacro Imperio Romano, declara en su crónica: "lo que dices que pertenece a tu Imperio, pertenece, como lo demuestran la nacionalidad y el idioma de la gente, al Reino de Italia."

En las universidades medievales, cuya lengua académica era el latín, los estudiantes (provenientes de toda Europa) solían agruparse en naciones, en función de su lengua materna vernácula o su lugar de nacimiento. En 1383 y 1384, mientras estudiaba teología en París, Jean Gerson fue electo dos veces procurador de la nación francesa (esto es, de los estudiantes francófonos de la Universidad). La división en París de estudiantes en naciones fue adoptada por la Universidad de Praga, donde desde su apertura en 1349 el Studium Generale se dividió entre bohemios, bávaros, sajones y en diversas naciones. En los grandes mercados de la Edad Media los comerciantes se reunían en naciones, identificándose así el origen de los productos en venta.

El Estado-Nación:

La identificación fue acelerada por el nacionalismo romántico temprano de esa época, generalmente en oposición a los imperios multi-étnicos (y autocráticos) (un ejemplo es el nacionalismo que llevó a la disolución del Imperio austrohúngaro). Asimismo, el mismo movimiento alimentó la idea de Imperio en la población de los Estados alemanes, esparcidos y parcialmente en guerra hasta mediados del siglo XIX (ver Sacro Imperio Romano, Federación Alemana) y al renacimiento de la idea de Grossdeutschland (Gran Alemania), a la cual, por razones principalmente de idioma, pertenecerían Austria mas sólo parte de Prusia en el caso ideal (pues Prusia representaba un Estado plurinacional, según la ideología en cuestión). También parte de Suiza pertenecería a este Estado, debido a los dialectos alemanes hablados en una zona (y a la mayoría de habla alemana en Suiza).

Asimismo, mientras el concepto de Nación se promulgó primero especialmente en el sentido de mantener una lengua estandarizada y parte de sus dialectos o lenguas hermanas como base de la nacionalidad y a poner en especial evidencia las diferencias raciales (en Europa Central, las cuestiones religiosas tomaron poca importancia en la concepción de la nación, tras haberse impuesto la religión católica apostólica romana. Sin embargo, la división religiosa seguida de la Reforma ciertamente llevó a una división de diversos Estados, la cual, empero, no siguió una concepción meramente nacionalista) y de idioma, se dieron también casos contrarios, como es el caso de la Confoederatio Helvetica o Suiza, que se independizó del Imperio Alemán oficialmente en 1648 (de facto en 1499). La Confederación, formada antes del advenimiento de los movimientos nacionales, vio como base mantener ciertos privilegios de las ciudades y regiones confederadas, así como, con el tiempo, promover la neutralidad como defensa contra los Imperios que la rodeaban y para mantener y promover una estabilidad interna en relación con los países vecinos.

Asimismo, la Confederación se caracterizó desde un principio por una ideología común de tipo parlamentaria, federativa y democrática que ya para principios del siglo XIV la comenzaban a caracterizar y que en los Estados vecinos no dio frutos de manera análoga hasta tiempo después. El concepto de nación que se creó aquí (con un tipo de nación conocida como Willensnation -nación por deseo-) se basa en un sentimiento de fuerza en la uniónpara mantener las tradiciones e ideas comunes y al no querer pertenecer a los demás Estados y naciones, pese a que en cuestión de idioma, Suiza puede dividirse por lo menos en 4 naciones (los idiomas oficiales en Suiza son el alemán, el francés, el italiano y el retorromano), tres de ellos en Estados-Nación establecidos (Francia, Italia, Alemania/Austria, aunque en éstos, la diversificación dialectal puede llegar a ser tan grande que sin ayuda de la lengua estandarizada, de origen cuasi artificial en el caso de Alemania, con dialectos en ocasiones tan ininteligibles entre sí, los hablantes tendrían problemas de comunicación).

Un caso parecido en principio es el concepto de nación que puede verse en los Estados Unidos y que se denota en el lema E Pluribus Unum (1776) y en el concepto de melting pot. También (aunque menos) en el concepto promulgado por la Unión Europea, con el lema in unitate concordia.

La expansión militar napoleónica por Europa, que en teoría pretendía extender los valores heredados de la Revolución Francesa, propició el surgimiento de reacciones nacionalistas contra el invasor. Resalta el nacionalismo germánico, pues sus características son justamente las opuestas al liberal estadounidense y francés, configurando así un concepto distinto de la nación: la nación cultural en sentido contemporáneo, es decir, con un componente ético-político.

Los principales inspiradores del nacionalismo germánico fueron intelectuales y literatos adscritos a las corrientes idealistas y románticas como Herder o Fichte. Este movimiento se puede definir en esencia por su contraposición a los valores del anterior: Frente al cambio racional hacia el progreso y la justicia, el peso de la historia y las tradiciones; frente al cosmopolitismo, las particularidades de los pueblos; frente a la razón, el instinto.

Para los mencionados teóricos, la nación definida por ellos tiene un derecho inalienable a dotarse de una organización política propia. Es decir, a constituirse en Estado. Pero a diferencia del modelo liberal franco-estadounidense, ésta nación, en tanto que sujeto político, no se entiende simplemente como una suma de individuos que ejercen su voluntad, sino como algo superior. Todo pueblo, según ellos, tiene unos rasgos propios que le definen, distinguiéndole así de todos los demás.

Es esta personalidad cultural diferenciada, o esencia propia (Volkgeist, "espíritu del pueblo", escribía Herder), la que permite singularizar al pueblo con vistas a determinar quién es el sujeto político (es decir, la nación tal como la entendían ellos) con auténtica legitimidad para constituirse en Estado. Pero dicha identidad no se hace visible por la mera expresión de la voluntad de un conjunto de individuos en un momento dado. Es algo más trascendente, pues el pueblo que es base de la nación romántica sería como un organismo vivo y perdurable, y una entidad moral de orden superior a la simple suma de sus partes. Para los nacionalistas románticos germanos el Volkgeist, permanente y supraindividual, es objetivo, mientras que el sufragio es subjetivo. Es decir, inviertien las categorías de los liberales.

Según algunas escuelas de la ciencia política, un estado-nación se caracteriza por tener un territorio claramente delimitado, una población constante, si bien no fija, y un gobierno.

Desarrollo del concepto del Estado nacional

El progreso del Estado moderno no consistió solamente en un desplazamiento de las viejas instituciones, sino su completa renovación, su predominio con las nuevas autoridades de la nación, creando un orden social nuevo (liberal, burgués y capitalista), al eliminarse las viejas formas estamentales de origen feudal del Antiguo Régimen mediante un triple proceso revolucionario: Revolución liberal, Revolución burguesa y Revolución industrial. Sin embargo, el proceso distó de ser una revolución instantánea, pues a pesar de que se produjeron periódicamente estallidos revolucionarios (Revuelta de Flandes, Revolución inglesa, Revolución estadounidense, Revolución francesa, Revolución de 1820, Revolución de 1830, Revolución de 1848), como proceso de larga duración, lo que se produjo fue una lenta evolución y transformación de las monarquías feudales.

Primero se transformaron en monarquías autoritarias y luego en monarquías absolutas, que durante el Antiguo Régimen fueron conformando la personalidad de naciones y Estados en base a alianzas territoriales y sociales cambiantes de la monarquía; tanto de unas monarquías con otras como de cada monarquía en su interior: en lo social con la ascendente burguesía y con los estamentos privilegiados, y en lo espacial con el mantenimiento o vulneración de los privilegios territoriales y locales (fueros).

El racionalismo creó la idea del "ciudadano", el individuo que reconoce al Estado como su ámbito legal. Creó un sistema de derecho uniforme en todo el territorio y la idea de "igualdad legal", pero en la práctica el estado Liberal permite la heterogeneidad en la sociedad, construyendo una civilización informe imposible de cohesionar, que está a merced de potencias exteriores, el ejemplo de los Estados Unidos y el Lobby judío, es explicativo.

Las distintas escuelas de ciencia política definen de diversas maneras el concepto del Estado-nación. Sin embargo, en la mayoría de los casos se reconoce que las naciones, grupos humanos identificados por características culturales, tienden a formar Estados con base en esas similitudes. Cabe anotar que bajo esta misma óptica la nación es un agrupamiento humano, delimitado por las similitudes culturales (lengua, religión) y físicas (tipología). Un Estado puede albergar a varias naciones en su espacio territorial y una nación puede estar dispersa a través de varios Estados.

Si bien el Estado-nación surge hacia el año 1648 (Tratado de Westfalia), las instituciones políticas de esta entidad tienen un desarrollo que se puede rastrear hasta una maduración en 1789 (Revolución francesa). Los modelos de agrupación en torno a una autoridad central siguen dos visiones contrapuestas, pesimista y optimista, acerca del hombre en estado de naturaleza, marcadas por los trabajos filosófico-políticos de Hobbes y Rousseau, sin excluir otras tradiciones del pensamiento político: el concepto platónico de República o la Política de Aristóteles, y el funcionamiento y las políticas de la democracia ateniense y la República romana en la Edad Antigua; los debates de la Edad Media entre los poderes universales y el intento fallido del conciliarismo (concilio de Constanza de 1413, concilio de Florencia o concilio de Basilea de 1431); o en la Edad Moderna el establecimiento del ius gentium, los justos títulos y el tiranicidio por los españoles de la Escuela de Salamanca -Bartolomé de las Casas, padre Mariana- o el holandés Grotius, el humanismo de Nicolás de Cusa, el racionalismo de Leibniz o el empirismo de Locke, todos ellos refundidos y retomados por la Ilustración europea (primero Montesquieu y luego los enciclopedistas), así como la percepción de ejemplos de algunas experiencias políticas indígenas americanas -las comunidades precolombinas en las Antillas, el mito de El Dorado, el imperio incaico del Tahuantinsuyo o la confederación iroquesa- que vistas desde la perspectiva eurocéntrica conformaron la idea del buen salvaje y el utopismo. La primera plasmación política textual de este proceso intelectual fueron los textos de la Revolución estadounidense: la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1776) y la Constitución de 1787.

“Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad, estatuimos y sancionamos esta Constitución para los Estados Unidos de América”.

Esta idea del Estado implicaba su surgimiento ante la necesidad armonizar los intereses del individuo y la comunidad de obtener al tiempo seguridad y libertad; y para garantizar el derecho de propiedad, como un desarrollo natural de la cooperación entre los individuos en su egoísta búsqueda de la felicidad a través del propio interés.

El desarrollo del concepto, a partir del siglo XVII había generado los primeros mapas europeos de naciones-estado, donde las fronteras se pretendían establecer firmemente para garantizar la paz, al menos en principio, puesto que la estabilidad de las fronteras nunca se consiguió. A la par de este desarrollo de concepto se busca justificar la existencia de un Estado-nación natural, delimitado por fronteras naturales en contraposición con la idea de la nación como producto de las similitudes culturales. Este tipo de concepción territorial del Estado llevará a la conformación de Estados imperiales, más que nacionales, donde se agrupan varias comunidades nacionales bajo una misma autoridad estatal centralizada, que entran en conflictos debido a sus profundas diferencias culturales, acendradas en tiempos de depresión económica.

Las naciones divididas o dispersas en distintos Estados también generaban conflictos de muy difícil solución (caso del pueblo judío, el kurdo o el gitano). En otros casos las comunidades de una misma nación eliminan las fronteras, de manera que hay libre tránsito a través de fronteras, como es el caso de los indígenas del norte de México y el sur de EUA.

Debido a factores como fronteras cerradas, grupos nacionales muy pequeños y procesos históricos complejos, resulta poco práctico (según la perspectiva política, económica y social de los Estados modernos) reintegrar la soberanía o permitir el surgimiento de naciones alternativas de tamaño menor que las que conforman a los Estados modernos.

La identificación del Estado nacional con el mercado nacional, de un tamaño suficiente para permitir a la burguesía el desarrollo del mercado capitalista en el periodo de desarrollo de la Revolución industrial (siglo XIX), simultáneo al periodo conocido como nacionalismo, en el que se inician los movimientos nacionalistas contemporáneos. Esta tendencia a la adecuación entre el tamaño del mercado y el tamaño del estado se complementó con los imperios coloniales en la denominada época del imperialismo (1870-1914), proceso que fue identificado y analizado en aquel momento por Hobson y Lenin.

La Primera Guerra Mundial, que disolvió los grandes imperios (II Imperio Alemán, Imperio austrohúngaro, Imperio otomano e Imperio ruso), terminó, por un lado con el intento de construcción de un estado socialista (la Unión Soviética), y por otro con el intento de aplicación al resto de Europa de los catorce puntos de Wilson, que matizados por las potencias vencedores en los tratados de paz (Tratado de Versalles), condujeron a una política de plebiscitos en que las poblaciones deberían elegir el estado en que querían vivir (por ejemplo el Sarre), lo que en Europa Oriental no garantizó unas fronteras seguras ni una estabilidad que pudiera evitar la explotación de un extendido sentimiento de victimismo nacionalista por los fascismos y el estallido de una nueva guerra (la Segunda Guerra Mundial); tras la cual que se optó por traslados forzosos y masivos de las poblaciones y una política de bloques.

El término Estado nacional, que suele utilizarse indistintamente junto al término Estado, se refiere más propiamente a un Estado identificado con una sola nación. Tras el proceso de descolonización de mediados del siglo XX, esta forma de Estado ha llegado a ser la más común, de modo que la inmensa mayoría de los Estados se consideran Estados nacionales. Sin embargo, nunca a lo largo de la historia ha habido una identidad indiscutida entre ambos términos (Estado y nación) y siempre ha habido objeciones sobre la identificación con una sola nación de cualquiera de los Estados existentes, tanto de los que se consideran ejemplos de Estado nacional desde finales de la Edad Media (Francia, ejemplo de centralismo y de nación construida con los mecanismos unificadores de la sociedad por el Estado) como de los surgidos de movimientos unificadores románticos (Unificación de Alemania y Unificación de Italia).

Esto hace aún más difícil la pregunta sobre qué es una nación. Hay muchos Estados, como Bélgica y Suiza, con múltiples idiomas, religiones o grupos étnicos dentro de ellos, sin que ninguno sea claramente dominante. A menudo (y especialmente en el caso de Suiza y los Estados Unidos) una identidad nacional ha sido construida desafiando esas diferencias. Un mejor ejemplo de Estado plurinacional sería el Reino Unido, constituido por cuatro naciones: Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales, lo que no implica que predomine la conciencia nacional sobre el concepto de lo british (para algunos lo más próximo a una nación británica).

El concepto de Estado de las autonomías surgido de la vigente Constitución Española de 1978 (que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas -artículo 2-) es interpretado de forma distinta por cada fuerza política española, desde posturas centralistas hasta otras que entienden a España como una Nación de naciones, desde un denominado patriotismo constitucional a un nacionalismo español más tradicional, y desde las reivindicaciones independentistas de los más radicales entre los nacionalismos periféricos, a las más moderadas de los que a veces se denominan regionalistas y a veces nacionalistas moderados.
Estado-nación y globalización.

La descolonización y la creación de entidades supranacionales caracterizó la segunda mitad del siglo XX y significó un cuestionamiento de la utilidad de la escala nacional o imperial-colonial que había caracterizado al siglo XIX y la primera mitad del XX. Tal cuestionamiento se ejemplificó especialmente en el Mercado Común Europeo (luego redenominado Unión Europea), tomado como modelo de integración por otras organizaciones internacionales de ámbito económico (Pacto Andino, ASEAN, MERCOSUR, NAFTA), y en menor medida por las instituciones militares (OTAN y Pacto de Varsovia) durante la guerra fría, o por la cúspide de las relaciones internacionales que es la ONU y sus agencias.

Un cambio de tendencia supuso la caída del muro de Berlín y la desaparición del bloque comunista y de la Unión Soviética (1989-1991), que representó la transición al capitalismo de los países de su entorno, así como la que por su propia cuenta venía realizando China, que los había precedido (políticas denominadas un país, dos sistemas y cuatro modernizaciones). Se habló de una renacionalización de las relaciones internacionales, en un contexto mucho más violento de las relaciones internacionales, lejos del pronosticado Fin de la Historia (Francis Fukuyama) y más cercano al llamado choque de civilizaciones (Samuel Phillips Huntington), evidenciado por el islamismo radical. Aparecieron varios Estados nuevos en Europa, el Cáucaso y Asia Central por descomposición de la Unión Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia; en África por la independencia de Eritrea frente a Etiopía; y en la zona insular entre el Índico y el Pacífico por la de Timor Oriental (ex-colonia portuguesa previamente anexionada por Indonesia).

La globalización, además de permitir nuevas redes sociales en red ajenas a los poderes estatales (lo que se ha denominado el quinto poder), da mayor poder a las instituciones económicas (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) y a los agentes económicos (especialmente a las grandes multinacionales) que a las instituciones políticas tradicionales, incluidos los Estados, sobre todo con la tendencia de éstos a un menor tamaño (por los procesos de independencia) y poder (por los procesos de cesión de soberanía a las instituciones supranacionales y a las entidades regionales dentro de sus propias fronteras -lo que se ha denominado el sexto poder).

Estado Total:


La democracia es entendida a partir del concepto de «Estado total». El Estado total es aquel que ha superado el momento liberal. Es un Estado fuerte, que se inmiscuye en todas las esferas de la vida en sociedad. En la democracia, para Schmitt, todo es político.

En este marco, se entienden sus críticas al liberalismo, al parlamento como institución y al parlamentarismo como forma de gobierno. La democracia para él no requiere del voto secreto (pues la política se hace en el espacio público). Por el contrario es la acclamatio, la elección a viva voz y en masa, la que le resulta compatible con su idea de democracia. La democracia es directa: no hay representantes, ni elecciones. La representación necesariamente mediatiza la inmediatez de la voluntad popular, haciéndola, en definitiva, desaparecer.

Tampoco admite la idea de pluralismo, ya que sostiene que a la democracia le es propia la homogeneidad, por lo que la unanimidad es el carácter propio de esta democracia. Las diferencias serán entonces excluidas o eliminadas al interior de la unidad política.

Definiciones de Estado:

El concepto de Estado difiere según los autores, pero algunos de ellos definen el Estado como el conjunto de instituciones que poseen la autoridad y potestad para establecer las normas que regulan una sociedad, teniendo soberanía interna y externa sobre un territorio determinado. Max Weber, en 1919, define el Estado moderno como una "asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas”, de ahí que miembros de la nomenclatura gubernamental, intenten estructuras burocráticas que le permitan el control de la sociedad, estancándola en perjuicio del país.

Por ello se hallan dentro del Estado instituciones tales como las Fuerzas Armadas, la administración pública, los tribunales (que tiene que ser independiente, y seguir su propia evolución, con instancias que vigile cada una de las actuaciones de los jueces de Primera instancia) y la policía, asumiendo pues el Estado las funciones de defensa, gobernación, justicia, seguridad y otras como las relaciones exteriores.

Probablemente la definición más clásica de Estado, fue la citada por el jurista alemán Hermann Heller que define al Estado como una "unidad de dominación, independiente en lo exterior e interior, que actúa de modo continuo, con medios de poder propios, y claramente delimitado en lo personal y territorial". Además, el autor define que solo se puede hablar de Estado como una construcción propia de las monarquías absolutas del siglo xv, de la Edad Moderna. "No hay Estado en la Edad Antigua", señala el autor. Asimismo, como evolución del concepto se ha desarrollado el "Estado de Derecho" por el que se incluyen dentro de la organización estatal aquellas resultantes del imperio de la ley y la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y otras funciones más sutiles, pero propias del Estado, como la emisión de moneda propia, que destruido al pasar a mancomunidades que actúan en beneficio de la mancomunidad o del Estado que la dirige.

Definiciones de los clásicos:

1. Cicerón: Es una multitud de hombres ligados por la comunidad del derecho y de la utilidad para un bienestar común y apoyo a la comunidad.

1. San Agustín: Es una reunión de hombres dotados de razón y enlazados en virtud de la común participación de las cosas que aman.

2. J. Bodino: Es un conjunto de familias y sus posesiones comunes gobernadas por un poder de mando según la razón.

3. F. C. von Savigny: Es la representación material de un pueblo.
4. I. Kant: Es una variedad de hombres bajo leyes jurídicas.

5. F. Oppenheimer: Es la institución social impuesta por el grupo victorioso al derrotado, con el propósito de regular su dominio y de agruparse contra la rebelión interna y los ataques del exterior.

6. F. Lasalle: El Estado es la gran asociación de las clases pobres.

7. T. Hobbes: Una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos mutuos realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como la juzgue oportuno, para asegurar la paz y la defensa común.

8. L. Duguit: Es una corporación de servicios públicos controlada y dirigida por los gobernantes.

9. G. W. F. Hegel: El Estado es la conciencia de un pueblo.

10. H. Grocio:La asociación perfecta de hombres libres unidos para gozar de sus derechos y para la utilidad común. Es la asociación política soberana que dispone de un territorio propio, con una organización específica y un supremo poder facultado para crear el derecho positivo.

Definiciones de tratadistas modernos:

Jellinek: Es una asociación de hombres sedentarios dotada de un poder de mando originario.

1. Bluntschli: Es la personificación de un pueblo. A través de sus Leyes y Normas, que busca su permanencia en el tiempo.

2. Spengler: El Estado es la historia considerada sin movimiento. La historia es el Estado pensado en el movimiento de influencia. Que busca la civilización y zona de influencia, que permita su sobrevivencia a largo plazo.

3. Kelsen: El Estado es el ámbito de aplicación del derecho.
El Estado es el derecho como actividad normativa. El derecho es el Estado como una actividad normada."En el Estado alcanza su personalidad jurídica."

4. Carré de Malberg: Es la comunidad política con un territorio propio y que dispone de una organización. Es la comunidad de hombres sobre un territorio propio y organizado en una potestad superior de acción y coerción.

5. Adolfo Posada: Son los grupos sociales territoriales con poder suficiente para mantenerse independientes del resto de la sociedad. A través de la burocracia, parlamento, Fuerzas Armadas y Partido. Que beneficia y orienta al colectivo nacional.

6. Herman Heller: El Estado es la conexión de los quehaceres sociales. El poder del Estado es la unidad de acción organizada en el interior y el exterior. La soberanía es el poder de ordenación territorial exclusiva y suprema.

7. Herman Heller: El Estado es la organización política soberana de dominación territorial. Es la conexión de los poderes sociales. De ahí la importancia de la igualdad ante la Ley y la Justicia; obteniendo la legitimidad de los poderes sociales.

8. Groppali: Es la agrupación de un pueblo que vive permanentemente en un territorio con un poder de mando supremo representado éste en el gobierno. Sólo el Ejecutivo ejerce la soberanía, que es delegada por el pueblo en plesbicitos de carácter obligatorio.

9. Max Weber: El Estado es la coacción legítima y específica. Es la fuerza bruta legitimada como "última ratio", que mantiene el monopolio de la violencia. Este ejemplo sólo será utilizado cuando la cultura se vea amenazada por fuerzas internas o externas.

10 Definición ahistórica: Estado es la forma política suprema de un pueblo.
Origen y evolución del concepto de Estado. Que se refleja en la política cotidiana.

En los Diálogos de Platón, se narra la estructura del Estado ideal, pero es Maquiavelo quien introdujo la palabra Estado en su célebre obra El Príncipe: usando el término de la lengua italiana«Stato», evolución de la palabra «Status» del idioma latín.

“Los Estados y soberanías que han tenido y tienen autoridad sobre los hombres, fueron y son, o repúblicas o principados”.

Maquiavelo, El Príncipe.

Si bien puede considerarse que el deseo de mandar es innato, el ser humano ha civilizado el instinto de dominación, transformándolo en la autoridad. Y ha creado el Estado para legitimarla.

Las sociedades humanas, desde que se tiene noticia, se han organizado políticamente. Tal organización puede llamarse Estado, en tanto y en cuanto corresponde a la agregación de personas y territorio en torno a una autoridad, no siendo, sin embargo, acertado entender la noción de estado como única y permanente a través de la historia.

De una manera general, entonces, puede definírsele como la organización en la que confluyen tres elementos, la autoridad, la población y el territorio. Pero, esta noción ambigua obliga a dejar constancia de que si bien el Estado ha existido desde la antigüedad, sólo puede ser definido con precisión teniendo en cuenta el momento histórico.

Del estado de la Antigüedad no es predicable la noción de legitimidad, por cuanto surgía del hecho de que un determinado jefe (rey, tirano, príncipe) se apoderase de cierto territorio, muchas veces mal determinado, sin importar el sentimiento de vinculación de la población, generalmente invocando una investidura divina y contando con la lealtad de jefes y jefezuelos regionales. Así fueron los imperios de la antigüedad, el egipcio y el persa, entre ellos.

La civilización griega aportó una nueva noción de estado. Dado que la forma de organización política que la caracterizó correspondía a la ciudad, la polis, se acordada a la población una participación vinculante, más allá del sentimiento religioso y sin poderes señoriales intermedios. Además, estando cada ciudad dotada de un pequeño territorio, su defensa concernía a todos los ciudadanos, que se ocupaban de lo que hoy se llama el interés nacional.

En el régimen feudal prevalecieron los vínculos de orden personal, desapareciendo tanto la delimitación estricta del territorio como la noción de interés general. El poder central era legítimo pero débil y los jefes locales fuertes, al punto que éstos ejercían atributos propios del príncipe, como administrar justicia, recaudar impuestos, acuñar moneda y reclutar ejércitos.

Y, finalmente, el estado moderno incorpora a la legitimidad, heredada del feudal, la noción de soberanía, un concepto revolucionario, tal como señala Jacques Huntzinger, quien atribuye el paso histórico de una sociedad desagregada y desmigajada, pero cimentada en la religión, a una sociedad de estados organizados e independientes unos de otros.

Pero, este estado moderno, surgido de la aspiración de los reyes a desembarazarse de los lazos feudales y de la jerarquía eclesiástica, el estado – nación, la unión de un poder central, un territorio y una población alrededor del concepto revolucionario de la soberanía, habría de conocer dos formas, dos definiciones diferentes, la primera, el estado principesco y la segunda, el estado democrático.

El estado principesco, se caracterizó por el poder personal ejercido uniformemente sobre un territorio estrictamente delimitado. El príncipe era el soberano, con atribuciones internas y externas. Dentro de su territorio, cobraba impuestos y producía leyes de carácter general, aplicadas coercitivamente, mediante el monopolio de la fuerza pública. Internacionalmente, representaba y obligaba a su Estado.

Y el estado democrático, surgido de las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa, trasladó la soberanía del príncipe a la nación. Sus poderes fueron asumidos por organismos surgidos de consultas a la población, mediante reglas de juego previa y claramente definidos. Y al igual que en las polis griegas, el sentimiento patriótico se desarrolló y con él los de pertenencia, civismo e interés nacional.

El Nuevo Estado busca preservar la cultura como forma de civilización, que se manifiesta en la cultura, imaginario colectivo, consaguinidad de sus habitantes, etc. De la presión de otras culturas que buscan su aniquilación, a través de la depredación tanto interna como externa, y solo se utilizará la Razón de Estado como la civilización se vea amenazada.

Sea que se practique la democracia o sólo se adhiera verbalmente a ella, el proceso histórico descrito ha llevado a la extensión del estado - nación como forma política. Los principios desarrollados en Europa y Norteamérica se propagaron con la descolonización producida durante el siglo XX y así, tal como afirma Huntzinger, se “ha llegado a universalizar el modelo de estado – nación de tal modo que el planeta, ahora, se encuentra poblado de estados.”

El concepto de lo político:

La teorización se basa sobre la necesidad de instaurar un poder de «decisión» adecuado que termine con la guerra interna, cosa que no es posible en un Estado liberal, en el cual no se puede justificar la exigencia del sacrificio de la vida en favor de la unidad política.

La «acción política» como «decisión» que debe tener la talla de producir un «mito» que comprometa a los individuos: tal «producción» solo puede resultar de la guerra. El Estado ya no es el portador del monopolio político, pues se ha visto reducido en importancia a tan solo una «asociación» más y que no se encuentra por encima de la sociedad.

La pluralidad se conciben el Estado como unacomunidad suprema y más intensa, ligada por los méritos académicos o prácticos. Se concibe la idea de la «comunidad» con «personas esencialmente ligadas» y no una sociedad de «personas esencialmente separadas», el error está en no revizar su actuación en forma continua, dejando que los sectarismo políticos la controlen en su beneficio.

Esa «comunidad» es la que puede llevar a superar la degradación que al Estado, que ha producido el liberalismoque, con su negación de la política, le ha convertido en un «sirviente burocrático armado», a las órdenes de los gobernantes de turno. Su rechazo a las democracias parlamentarias pluralistas, en cuanto incapaces de controlar los nuevos potenciales surgidos de la socialización creciente del siglo XX, es preferible una buena dictadura a la lucha de facciones de la democracia.

El concepto de Estado presupone el de «político», y el Estado es definido como el estatus político de un pueblo organizado sobre un territorio delimitado. En la época actual, el Estado se encuentra entremezclado con la sociedad, al punto que lo político no admite ser definido a partir de lo estatal. Por eso, para llegar a una definición de lo político se requiere el descubrimiento y la fijación de una distinción específica a la cual sea posible referir las acciones y los motivos políticos. Esa distinción es la distinción de «amigo y enemigo», la cual determina la esencia de lo político, y desde este criterio se puede determinar lo político y lo apolítico. En la medida que no es derivable de otros criterios, ella corresponde, para la política, a los criterios relativamente autónomos de otros ámbitos humanos: bueno y malo para la moral, bello y feo para la estética, etc.

Así, la esencia de las relaciones políticas es el antagonismo concreto originado a partir de la posibilidad efectiva de lucha. Lo político es, entonces, una conducta determinada por la posibilidad real de lucha; es también la comprensión de esa posibilidad concreta y la correcta distinción entre amigos y enemigos. El medio político es, por ende, un medio de combates concretos.

El significado de la distinción de amigo–enemigo es el de indicar el extremo grado de intensidad de una unión o de una separación, que puede subsistir teórica y prácticamente sin que, al mismo tiempo, deban ser empleadas otras distinciones morales, estéticas, económicas, etc., pues no hay necesidad de que el enemigo político sea moralmente malo o estéticamente feo, «el enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición». El enemigo político es un conjunto de hombres que combate, al menos virtualmente, o sea sobre una posibilidad real, y que se contrapone a otro agrupamiento humano del mismo género. Enemigo es sólo el enemigo público, puesto que todo lo que se refiere a semejante agrupamiento, y en particular a un pueblo íntegro, deviene por ello mismo público, es por esto que aunque el enemigo sea político no necesariamente tiene que ser un enemigo en la esfera de las relaciones individuales.

El antagonismo político es el más intenso y extremo de todos y cualquier otra contraposición concreta es tanto más política cuanto más se aproxima al punto extremo, el del agrupamiento basado en el concepto amigo–enemigo. Esta relación tiene las siguientes características: Mediante el consenso que establecieron en sus respectivos países, vincularon su idea de nación, y el camino que según ellos debía seguir, a su voluntad personal. Así pues, para ellos la nación se encarnaba en su persona.

Estado, Nación y Gobierno:

No debe confundirse con el concepto de gobierno, que sería sólo la parte generalmente encargada de llevar a cabo las funciones del Estado delegando en otras instituciones sus capacidades. El Gobierno también puede ser considerado como el conjunto de gobernantes que, temporalmente, ejercen cargos durante un período limitado dentro del conjunto del Estado.

Tampoco equivale totalmente al concepto, de carácter más ideológico, de "Nación", puesto que se considera posible la existencia de naciones sin Estado y la posibilidad de que diferentes naciones o nacionalidades se agrupen en torno a un solo Estado. Comúnmente los Estados forman entes denominados "Estado Nación" que aún en ambos conceptos, siendo habitual que cada nación posea o reivindique su propio Estado.

Existen distintas formas de organización de un Estado, pudiendo abarcar desde concepciones "centralistas" a las "federalistas" o las "autonomistas", en las que el Estado permite a las federaciones, regiones o a otras organizaciones menores al Estado, el ejercicio de competencias que le son propias pero formando un único Estado, lo que sucede por ejemplo en Suiza, Alemania, EE. UU.)

Formación de los Estados y estatidad


No todos los Estados actuales surgieron de la misma manera; tampoco siguieron de una evolución, un camino inexorable y único. Esto es así porque los Estados son construcciones históricas de cada sociedad. En algunos casos surgieron tempranamente, como por ejemplo el Estado Nacional inglés. En otros casos, lo hicieron más tardíamente, como el Estado Nacional alemán.

Los Estados pueden ser examinados dinámicamente usando el concepto de estatidad, aportado por Oscar Oszlak. Desde este punto de vista, ellos van adquiriendo con el paso del tiempo ciertos atributos hasta convertirse en organizaciones que cumplen la definición de Estado.
Estas características de estatidad enunciadas en un orden arbitrario, en el sentido de que cada Estado puede adquirir estas características no necesariamente en la secuencia indicada, son las siguientes:
Capacidad de externalizar su poder: es decir, obtener el reconocimiento de otros Estados.

Capacidad de institucionalizar su autoridad: significa la creación de organismos para imponer la coerción, como por ejemplo, las fuerzas armadas, escuelas y tribunales.

Capacidad de diferenciar su control: esto es, contar con un conjunto de instituciones profesionalizadas para aplicaciones específicas, entre las que son importantes aquellas que permiten la recaudación de impuestos y otros recursos de forma controlada.

Capacidad de internalizar una identidad colectiva: creando símbolos generadores de pertenencia e identificación común, diferenciándola de aquella de otro Estado, por ejemplo, teniendo himno y bandera propia.
Así, todos los territorios atraviesan un largo proceso hasta alcanzar esa calidad de Estado pleno. Que solo será tal en la medida que ese Estado haya logrado con éxito todos estos requisitos. Requisitos que son mínimos y necesarios para hablar de un verdadero Estado Nacional.

Todo esto hace que el Estado sea una de las más importantes formas de organización social en el mundo. Ya que en cada país y en gran parte de las sociedades se postula la existencia real o ficticia de un Estado, aunque la creación de entes supra-estatales como la Unión Europea, ha modificado el concepto tradicional de Estado, pues éste delega gran parte de sus competencias esenciales en las superiores instancias europeas (económicas, fiscales, legislativas, defensa, diplomacia, ...) mermándose así la soberanía original de los Estados.

Otros grupos sociales que se consideran en la actualidad como Estados no son tales por tener tan mermadas sus capacidades y funciones en favor de otras formas de organización social.

La "Razón de Estado”.

En defensa del bien común de la totalidad de la población que engloba el Estado o de la pervivencia del mismo, se utiliza frecuentemente la llamada "Razón de Estado", término acuñado por Nicolás Maquiavelo, por la que dicho Estado, perjudica o afecta de una u otra forma a personas o grupos de personas, en pro del resto de individuos que lo conforman, generalmente obviando las propias normas legales o morales que lo rigen. Tal es el argumento esgrimido, por ejemplo, en ciertos asesinatos selectivos o en ciertos casos de "Terrorismo de Estado".