martes, 24 de marzo de 2015

La Biblioteca Virtual Dr Rojas Contreras: La Caperucita Patriótica y El Cochinito Feroz. Por Kelder Toti. Los Zapatos Nike. The Master Chip. El Perro Persa: Al pie del cadalso. Tarzán de los Morros. La Visión del Pescador. Un Viernes de perro. Huevo Frío. El Sabor de la Ira. El Mar de la Felicidad. Sin esperanzas ni ilusiones. La Isla. Ellos también tienen la culpa. Las Ancas de Rana. Las paredes del infierno. Por el camino de la mediocridad. Reconstruyendo el Reten de Catia. La Filosofía del Venezolano. DEL PORQUÉ LOS PARÁSITOS PUEDEN SER DOCTORES. Crisis de la Universidad Venezolana. Crisis de la Escuela Venezolana. Crisis de la Educación. Depresión del Venezolano. Crisis Existencial del Venezolano. Filosofía del Venezolano. Las Infidilidad del Venezolano. Cuentos Venezolanos. Cuentos Post-Modernos. Cuentos Políticos. El Cuento como Crítica Política. Literatura Ultranacionalista.

La Caperucita Patriótica y el Cochinito Feroz.


                                                      Por Kelder Toti.

Un Cuento Chavista.


                     La Caperucita Patriótica.


En Venezuela había una vez, hace mucho, pero muchos años, una selva virgen, que todavía no había sido quemada por PDVSA, y en esta selva vivía un tigre blanco con manchitas rojas, que representaban su inocencia. Un hermoso domingo, exactamente el día de la declaración de la independencia, una pequeña niña con una boina roja se adentró en las “peligrosas” selva. En una de las manos lleva una arepa con queso y chicharrón, y en la otra una botella de Ron Pampero. De pronto se encontró con un tigre feroz, enmontado en el samán. Iba cubierto con un liquilique tricolor, para que nadie pudiera descubrir sus instintos. La Caperucita no pensó nada malo, porque sabía que todos los animales peligrosos habían sido muertos y exiliados, y creyó tener ante sí a un dulce gatito.
-Hola Caperucita – dijo el tigre
-¿A dónde vas?
-Y la Caperucita Patriótica le respondió:
-Voy a visitar a mi abuelita en su casa, que le entregó el Plan Bolívar 2.000
-¿De verdad? – Le dijo el tigre
-Entonces llévale un ramillete de aquellas orquídeas, antes que las venda como paja el Ministerio del Ambiente a una transnacional. Caperucita le hizo caso y empezó a formar un precioso ramo de flores. El tigre, mientras tanto, se comió a la abuelita, se puso sus ropas, colocó la Bandera Nacional en la puerta y se metió en la cama.
Poco después llegó Caperucita y preguntó.

-Hola abuelita. ¿Cómo te va? – El tigre intentó imitar el acento caraqueño, que delataba ingenuidad y dijo:
-Muy bien mija – Caperucita volvió a preguntar:
-¿Por qué hablas tan raro abuelita?
El tigre respondió – Es que los mítines que di en la selva me cansaron mucho-

-Pero abuelita, ¡Que orejas tan grandes tienes!
- Son para escuchar mejor al comandante en televisión
-¡Y qué ojos tan grandes tienes!
- Son para vigilar mejor a los corruptos
-¡Pero abuelita qué boca tan grande tienes!
- Ya sabes que formo parte del gobierno
-¡Y mmm abuelita por qué hueles tan feo!

-Porque de tanto pelear contra tantos bichos malos algo siempre se te pega -. Y dichas esta palabra la atrapó y se la comió, y durmió sin el menor rencor. No tardó en roncar sin preocupación, al poco tiempo paso por allí el guarda parques que buscaba a un tigre que se había escapado del “zoológico” y al oír los ronquidos dijo:

-¿Cómo puede ser que una abuelita patriota ronque como un tigre?

-Y al acercarse más, descubrió que era el tigre que se había escapado del “zoológico”. Y lo mató de aburrimiento al leerle al oído ese tratado de sabiduría que es “La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela” y lo obligó a vomitar a la abuelita y a la niña con vida ¡Qué felicidad! El tigre malo fue entregado como desayuno a las escuelas bolivarianas. El guarda parques fue condecorado por la Asociación Protectora de Animales con una medalla de lata; a la Caperucita la ascendieron a Jefa de la Delegación Juvenil del PSUV y a la abuelita le regalaron un carrito popular para que se tomara unas merecidas vacaciones por toda Venezuela.

Los Zapatos Nike
   
Existió un pueblo muy cercano, donde vivía un niño muy deseoso de ver las tiendas, los escaparates y vidrieras, para poder admirar los zapatos que deseaba mostrar.

Viajó por todo el pueblo en busca de los zapatos preferidos por él y se fijó, en unos nike. Este al verlo se alegró y dijo:  -estos son los zapatos que busco -, pero su precio era tan elevado que no podía comprarlos, por lo tanto ideó la manera de robarlos.

Estando al frente del escaparate lanzó una piedra, rompió la vidriera y tomó por la fuerza los zapatos deportivos que tanto deseó. Al tenerlos se los puso en los pies y salió corriendo del pueblo a toda velocidad, corrió tanto que llegó a cansarse y en la campiña se quedó dormido placidamente en un rincón del lugar. Cuando dormía una pequeña voz lo despertó y le decía al oído: -despierta, despierta o no despertarás- y este se levantó y se puso en guardia contra cualquier cosa que lo amenazara.

Cuando estaba despierto vio una pequeña luz brillante de perdón que lo miraba a él y le preguntaba -¿por qué lo hiciste? -y respondió altaneramente -¿quien me llama y quien eres? -y la luz resplandeciente respondió - soy tu conciencia y a que se debió que los robaras de la tienda - y en tono de tristeza, creo que pensó, -lo robé por qué me gustaban y los deseaba enseñar - y la voz contestó, - entonces te condeno a bailar en ellos hasta desaparecer y no pararás hasta ver el brillo de tus huesos arder y que tu hambre de codicia sea la sombra de tu arrepentimiento...

Los zapatos que tenía puesto el niño empezaron a tomar vida propia y el niño comenzó a bailar sin parar.



The Master Chip.


     En un lugar donde las ratas eran tan felices que se suicidaban, existía un pequeño maestro que enseñaba a sus pupilos las pocas verdades del universo, acompañado de su maravillosa fantasía, tronaba las verdades del mundo, solo aplicadas a él, retumbando alrededor e impactando solo las paredes de ladrillos de la incoherente escuela.

    Jamás callaría una mentira, jamás mentiría, pero si estaba dispuesto a participar en ella. Esta incertidumbre no lo dejaba descansar en paz, vio perder de un día para otro la juventud, levantándose malhumorado y anciano, descubrió tardíamente que la vejez es algo que llega cuando menos se desea y se marcha cuando menos se espera.

     La razón de su existencia no se encontraba según las personas que decían conocerlo en sus entrañas, sino en el cavilaste ambiente, preguntó a los desiertos pasillos, no encontrando respuesta ni respiro,- ¿por qué participo en esta farsa?- O será a caso, que a través de la mentira podré encontrar la esperanza, como transmitiendo conocimiento puedo transformar a las personas, si solo aumento el tamaño de su avaricia, siendo un pobre instrumento de la miseria espiritual del Imperio material.

     Un día la ansiedad sopló a la inquietud, presentándose a través de un filoso cuchillo, admirando su brillo, encontró respuesta en ese pequeño pero divertido juguete, se había adueñado de su voluntad, susurrando al oído,- tu misión era sacar al diablo del infierno de tus hijos -comentó con mueca burlona:-¿Qué es la vida?, será complemento de la muerte o es la muerte preámbulo de la verdadera vida o mejor aún, esta será el camino y la muerte el sentido -. Buscó respuesta pero solo encontró una ilusión desvaneciente en el tiempo.

     Meditó lo anterior y reflexionó sin pausa, tiró la solución, arrojándolo de su mano, sin poder preñar palabra, clavado el pensar en la realidad, no sabía qué hacer, si tomaba el sendero escogido por el puñal, podía ser el final. Era tan fácil que temía tomar una decisión, esperó unos minutos a qué el lugar le diera un fin que lo guiara el resto de la jornada con hilos invisibles, dejó pasar el tiempo sin poder escapar ni mucho menos transformar el escenario que comenzó a palpar y más triste, a padecer.

     Nunca pensó ver el horror de construir su castillo en el fondo de un pantano, y presenciar el final de las ruinas. No contento con ello, una pregunta arañó la simiente, - mi tarea ha concluido, ¿Por qué esperar más tiempo? - a pesar de la fe que brilló en el rostro, no encontró vestigio alguno para responder a la pregunta que lo llevaba a la nada. Desde ese momento se convenció en el único final y que este sería una solución definitiva a su larga y pospuesta angustia. Recogió a su único amigo del piso, vio la verdad resplandeciente en el filo cortante, se rozó las venas, esperó calmar el dolor, eliminando la pasión, encontró la paz, que tanto anhelaba su almohada. La sangre se derramó sin parar y los parpados se volvieron pesados y el rostro se transformó en sonrisa, descubrió que siempre había estado muerto, pero ahora era libre de la eterna y desoladora desesperación.

Al pie del cadalso:

En un día, dos hombres con ideales distintos se encontraron en la cárcel, en donde serían ejecutados por diversos delitos. Compartían la misma celda, que se convertiría en su última morada, para los reos que ahí habitaban; era tan oscura y sucia como sus almas; existiendo un chorro de luz como la esperanza, que permitía darse cuenta del horror donde se encontraban, pero lo más aterrador, no era su odioso final, sino el tiempo de espera que debería pasar.

Uno de los convictos se llamaba Damián, de gestos finos, ojos penetrantes, perfil de líneas perfectas y músculos de blancura de vela; que se enlazaban para ser de él, un sujeto bien parecido, mientras que su acompañante de ilusiones y desdichas era todo lo contrario. La última noche en la prisión, se volvió un infierno, debido a las invocaciones ante Dios de José, que pedía al cielo que lo liberara de semejante pena. El exclamaba con desesperación ante los hombres, esperando que Dios lo escuchara, y se preguntaba - ¿Por qué estoy aquí? - El pedía ante Dios para que los consolara en su último y más largo suspiro. -¡Que he hecho yo para merecer semejante pena! y se respondía a sí mismo al no encontrar respuesta, -¡Acaso no soy inocente ante Dios y los hombres! -.

En los últimos minutos, le rogó al señor para que respondiera a sus quejas y éste les envió un ángel, que iluminó a la prisión tanto como a sus atormentadas conciencias. El ángel bajó de los cielos, vio a los dos presos y les preguntó, -¿a que se debe que tú José y Damián imploren a Dios?-. Y estos contestaron rabiosamente, -somos inocentes y no merecemos ser juzgados antes los hombres, sino ante tí Señor -.

El ángel les creyó, pero aún así les dijo: - A ustedes se debe que estén aquí y no pidan la piedad que no tuvieron cuando torturaban a sus víctimas.

-Desilusionados y vueltas sus caras baldes de agua, José con ira preguntó, - yo soy inocente y no debo pagar los crímenes que se me ordenaron - , él respondió. - eres culpable por ser obediente - y nuevamente José volvió a preguntar - ¿Iré al paraíso o al infierno? - lo cual lo dejó pensativo por un segundo que parecieron horas, - el infierno no existe para ustedes, ni tampoco el cielo, debes conformarte con tu destino, si quieres alejar el dolor de algo que no tuviste -. A esta respuesta Damian replicó, - Dios ha muerto - José viendo la firmeza de las palabras del ángel, volvió a preguntar, -¿Dios existe, y si existe es Amor y perdón?- El ángel antes de desaparecer y llenar de oscuridad el lugar, respondió, - el perdón no es sinónimo de impunidad y solamente él existe en los corazones de los hombres.-

Quizás pensaron, Dios ha muerto y la razón con él, entonces para qué buscar el olvido, cuando solo existe la voluntad del hombre, desde que esa impresión infectó sus almas, José y Damián se callaron y no volvieron a llorar más nunca...

Tarzán de los Morros

                             
En un viaje a San Juan de los Morros del que casi no me acuerdo, fuí invitado por  mí amigo Tarzán a cazar, nos levantamos muy temprano y nos dirigimos en jeep a El Sombrero, nos salimos de la carretera para evitar a la Guardia Nacional que acosa y persigue a los cazadores sin permiso y nos desplazamos a través de las suaves olas verdosas del llano, que se mecen como la caricia tierna del viento, refrescando nuestras caras con el aroma de una mujer bonita: a eso mi amigo se levantó de su asiento, sacó la escopeta de doble cañón discover, la cargó de balas winchester de 20 m.m , y empezó a disparar a cada pajarito que veía volar, pag, pag, pag...

Mientras yo aceleraba a toda velocidad llegamos a una quebrada e hicimos una fogata, para asar carne en brasas, mientras prendíamos los leños, la carne expedía una sabrosa fragancia,... De pronto un tigre muy alegre apareció entre los matorrales, Tarzán y yo nos dirigimos a la escopeta y la encontramos vacía,  él se volvió por las balas al jeep y yo prendido por el miedo corrí; él encontró las puertas trancadas y me grito por las llaves, mientras me perdía en el horizonte, mi amigo volvió su cara al tigre y lo miró fijamente, mientras le pedía a Dios por su salvación, el tigre desde la orilla lo veía con atención, se puso de rodillas, cruzó las dos patas delanteras y dijo:- Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a tú reino, bendice este alimento que voy a comer así como perdono a quien me ofende - , Amén-, después de esto lo miró, brincó y se lo comió.
         
La Visión del pescador:


    Una sirena cantaba música celestial, en un peñón de rocas a orillas del mar, un pescador se le acercó por curiosidad y fascinación. Él era de una inteligencia tan clara como el agua donde navegaba, y solo sus intenciones lo delataban buscando saciar su sed de codicia, que lo mataba.

    El pescador viendo la sirena la contempló y preguntó: - ¿Por que cantas? - Y ella inquieta respondió, - por qué puedo cantar y con ello arrullo al mar - dijo, en voz alta, refiriéndose a la insignificancia descortés que la admiraba. El pescador tronando los labios dijo,- Por ello te voy a secuestrar y mostrar -, A lo que la sirena asustada llorando perlas de sus ojos al fondo del mar, pensó:- ¿Por qué lo hará ?.- El blandiendo sus redes, les gritó, - Te pescaré, porque te quiero pescar - demostrando que la fuerza es compañera fiel de la razón, agarró sus redes y lanzándolas sobre la triste sirena, la trasladó a la bodega del peñero, dirigiendose a un puerto, volando al ras de las olas, en busca del comprador de una visión.

    En el viaje sus manos reían de la plata que recibiría y su boca saboreaba las carnes que comería y no pensó por un instante en el dolor que causaría, sin conocer el sufrimiento. no podía apreciar el valor del momento.

    Tan rápido desembarcó, la puerta de la bodega abrió, encontró un hedor a pescado podrido, no hallando a la hermosa sirena ni escuchó su melodioso canto, solo percibió el aroma de su enana mediocridad.   


Un Viernes de perro.

              

     Un viernes como cualquier otro, me levanté muy temprano a eso de las 8 de la mañana debido a una gotera que cayó del techo a mi cara, busqué jabón y toalla y bajé a el pipiroom de la pensión; encontré la poceta sucia, entre mentadas maldiciones me bañé. Subí a mi cuarto para hacerme el desayuno de siempre: café negro, arepa con perico y algo de margarina para pasar con sabor la sápida; vistiéndome de prisa y sin apuros, recogí mis corotos y me dirigí al trabajo, caminé corto y despacio, parándome en algún kiosco a hojear las noticias del día, me entretuve entre las bellas jovencitas en bikini de la portada de los periódicos, fijandome en sus perfectas curvas y angelicales caras,

- Pero ¡que veo! - Si es mi novia luisa, en la foto del 2001 -...

- ¿Por que me hizo esto? - Tras un largo suspiro de tristeza le dí las gracias a Dios por las grandes manos que le había dado, y que jamás me fijé que tuviera.

Me fuí apesadumbrado, pero con los cachos en alto, llegué sin fatiga ni sed, saludé a la bizca de la portera, entré con grandes esperanzas a clase a las 9:30, en la puerta dejé pasar los minutos y reflexioné sobre mi amor pasado y la inmortalidad del cangrejo y me percaté de que el tiempo se había ido volando y fuí al departamento de sociales, saqué las llaves, abrí la puerta y las tiré sobre el escritorio y me fajé a escribir a maquina, esperé a la segunda hora para entrar a clases y que los alumnos presentaran el examen. Ya en el campo de batalla intenté reprender a los alumnos por no haber llegado puntualmente a la hora, cuando abrí la puerta todos entraron en estampida, les pregunté:

- ¿Por qué no entraron a primera hora? - Mientras oía:

-¿Por qué vino este tipo? -. Con tono de rabia algunos de ellos respondieron:

Por que tuvieron que llegar a las 9:25 -. ante la respuesta, no me queda más remedio que dictar la pregunta y exigí un análisis de 15 líneas, sobre las características geográficas de la región zuliana, los alumnos se copiaban descaradamente y el que no lo hacía traía el examen respondido de su casa, cambiándolo ante mi mirada distraída y anárquica, capturé a uno de ellos e intenté reprenderlo como ejemplo a los demás;a ese rosario de vicios que se llama Andrew, le pedí que me entregara la hoja con amabilidad y firmeza, y respondió:

- Si todos hacemos esto por qué me la tienes que aplicar a mí -.

Esta frase me hizo ver una cadena de oro: llamativa, brillante y peligrosa; pedí las pruebas acabando con la farsa; en ello un guapetón de canela susurraba con voz tan baja que escuchaba:

- Si este tipo me raspa le pasará algo -.

Salí del salón al baño a lavarme la cara.... bajé a la toticueva, el departamento de sociales, confundido le pedí a mi jefa Susanita que me abriera la puerta, ya que no encontraba las llaves, me senté e intenté revisar los ensayos, pero para qué, el verdadero examen lo habían reprobado y solo encontré consuelo entre las sábanas blancas de mi amante, esposa fiel y leal que nunca me abandona y siempre aconseja y jamás me reprende y no es muy exigente: la máquina de escribir. Esperé que pasara el tiempo jugueteando con ella y olvidé lo sucedido, la siguiente hora de clase pasó sin pena ni gloria, afortunadamente, para no ser recordada, marchándome del liceo, con una idea muy importante en mente, "yo trabajo con el estómago"; me trasladé entre pasos y sombras del liceo a una taguara de la Candelaria, que cobra 14, 50 Bs. por llenar la bolsa de panes con: sopa, seco, postre, refresco y pan; el lugar estaba como siempre a reventar, había que hacer una cola para entrar, esperé hasta que un puesto se desocupó, sentándome ante un anciano flacuchento y demacrado, más hueso que carne, y más muerto que vivo, que se fijaba en mi como en su juventud pérdida, esperé que dijera algo, mientras saboreaba una sopa de mucha agua y escasa verdura. El señor continuaba con su mirada perdida, pero fija en mi, y yo pendiente de sus movimientos hasta que de repente, me bañó, perdón tosió, para completar el día. solo les puedo decir que el hígado encebollado estaba riquísimo.

Asi lleno y contento - a pesar de todo - de la posada, me dirigí como estudiante pródigo a mi "Alma Mater", el Pedagógico de Caracas, con el fin de jugar ajedrez y ver el juego de fútbol, Dinamarca - Brasil, solo les puedo decir que en el trayecto no sufrí contratiempos, desplazándome en 40 minutos de un sitio a otro, cuando llegué ahí, comenzó mi calvario.

En el club de ajedrez todas las mesas estaban ocupadas, por que había un torneo al cual se les "olvidó" invitarme, ello me obligó a ver el partido del mundial de fútbol: Dinamarca - Brasil. Ustedes se preguntaran ¿a que equipo iba yo? No quiero ser pedante pero mi favorito sentimental era Dinamarca, por que es la patria de ese gran cuentista que es Christian Andersen, y además es el reino de vidrio, donde ellos son capaces de hacer instrumentos musicales (tambores, arpas, maracas, etc.) de cristal. Mientras que el equipo brasileño es presentado por un calvo - dientón, que parece que jamás en su vida ha visitado un odontólogo y por mujeres vestidas como salvajes, en la cuna de la civilización: Paris. Por supuesto tenía que estar del lado de los vikingos, el partido fué muy bonito, aunque creo que entre los espectadores del auditorio era el único que tenía ese punto de vista; siempre que Brasil metía un gol, yo protestaba en contra de lo sucedido hasta que los Daneses empataban y ante el helado silencio tropical, yo gritaba a todo pulmón:

- ¡Viva la furia Aria! -.

Eh insultaba a los hinchas contrarios, hasta que Brasil marcó el tercer y último gol del encuentro y los Daneses en su desesperación fueron incapaces de empatar el resultado, faltando un minuto antes del pitazo final me deslicé sigilosamente hasta la puerta, alguien me vio y gritó:

- ¡Allá va el dinamarqués! - lo que me hizo correr como exhalación ante una tormenta de vasos, solo les puedo decir que ni Ben Jobson hizo el tiempo que hice.

Corrí al club de ajedrez y empecé a estudiar las diferentes posiciones de la apertura escocesa, hasta ser interrumpido por una joven muy guapa ella, que comenzó a hablar sobre los movimientos de la apertura, y yo como buen sabiondo comenté las diferentes opciones, recordando que el ajederez no es un juego de inteligencia sino de memoria. Hasta que llegó ese ángel del purgatorio, llamado "garrapata", echando al suelo mis planes de una posible cita, refutó todos mis movimientos y deducciones en el tablero, pero allí no para su maldad, a quien debo reconocer como mejor ajedrecista que yo, sino que triste, me lo hace saber. Si; yo fui quien lo entrenó en cuerpo y alma, demostrando que el pupilo puede saber más que el maestro, ya que estudiamos juntos diariamente durante tres meses hace años logró superarme en muy poco tiempo, ésta de más decir que abandoné la "dicha" de jugar con él y perder, me retiré a la pensión con el rabo entre las piernas, no sin antes llamar por teléfono en el camino a mi hermana, que me dijo la mala noticia de tener a su hijo Samuel enfermo, como si ella fuera la única que tenía un mal día, eso me dio valor para consolarla y consolarme, de que puede haber personas con un día peor que el mió. Si eso sirve de valor, ya tengo bastante.

Ahí descubrí que a pesar de todo, las tragedias cotidianas no son menos importantes que las alegrías de la vida, que nos obligan a trabajar y a luchar por la felicidad, después de meditar en lo anterior me dirigí a la pensión con la frente en alto; conseguí la puerta azul de mi hogar, me registré los bolsillos y no encontré las llaves, no dejé que la desesperación cundiera en mi, me dirigí de nuevo al club de ajedrez a buscarlas, siendo detenido en la calle por una unidad de la policía metropolitana en plan de trabajo, cuando pasé por su lado me detuvo uno de los agentes:

- ¿Ciudadano su cédula y carta de trabajo? -.

Rápidamente le entregué la cédula sin delatar mis emociones ni pestañear, requiriendo la carta de trabajo y a que me dedicaba, yo le dije - muy serio - que no tenía tal documento y que era profesor del liceo Nuñez Ponte; el policía con una amabilidad cortante e inquisidora, me puso contra la patrulla, me registró y detalló todos los objetos que llevaba conmigo, me ofreció sus disculpas por el procedimiento, aumentando mi temor con las esposas puestas sobre la patrulla, yo deseaba vengarme, saqué papel y lapicero, y me dispuse a escribir un "Habeas Corpus", que al ser entregado a un juez, relatando las condiciones de mi arresto, me liberaría. En él contaba el estado lamentable de mi reclusión, del falso arresto y lo humillante de mi situación, no escribí mas de tres lineas; cuando el policía me llamó a verificar mis datos con los de su comando, me liberó diciéndome:

- Lo siento es mi trabajo, espero que me disculpe -.

Ante el giro de los acontecimientos me dispuse a salir de inmediato de ahí, cuando caminé unos pasos el policía pegó una carrera hacia mi, con algo en la mano:

- señor tome, se le olvidó esto - y me entregó la hojita donde pensaba hacer fama en el derecho Venezolano, el "Habeas Corpus" a medio comenzar, lo tome con enfado no sin antes dar las gracias.

Entré nuevamente al club, y pregunté por mis llaves no encontrando respuesta, me devolví a casa en un carrito por puesto, le expliqué al chofer que me diera la cola hasta el silencio por no tener para el pasaje, él enojado me dejó subir, pasé de regreso por la patrulla que me había detenido, atestada de gente como jaula de perros, me bajé más adelante, le di las gracias al chofer, que ni siquiera se dio por enterado, comencé a andar entre los pasillos obscuros y peligrosos de la pastora, sentí miedo del silencio de la calle y de la luz de la luna; percibí a lo lejos una sombra difusa que me perseguía, caminé más rápido, mientras más rápido caminaba más rápido se acercaba. Al pasar los minutos creo que.... pensé en el totimétro y como di con él; Fui un día a darle clases al terrible 7º "C", los alumnos se empujaban por entrar al salón, yo quería que se dieran cuenta de su parecido con los animales y al abrir la puerta les dije a lo Alí Khan:

- ¡Partida! - y corrieron atropellándose, la secretaria que estaba en la seccional oyó la bulla, y los castigó a permanecer parados durante toda una hora de clases. Yo asumí el castigo con ellos, no podía hacer otra cosa, entreteniéndome con el reloj water resist; un estudiante me confundió con uno de sus amigos y me lanzó desde el patio una lata de refresco, el reloj se me calló de las manos y yo volé por las escaleras, esperé verlo desmoñingado, pero lo recogí del suelo intacto. ¿Que pasa? el totimétro del susto se volvió parlante, esperaba como un buen reloj suizo un tic-tac-tic-tac o que dijera en Japonés: shan-shin-shan, más desde ese momento no paró de hablar toc-tic-toc-tic.

Cuando desperté la muerte caminante se transformó en carne y hueso, y preguntó:

-¿Que hora tienes?-.

Yo escondí la muñeca y la respondí que no tenía reloj, a lo que me preguntó:

-¿Dame lo que tengas?-. Yo me saqué el reloj y lo lancé al aire, no sin antes decir:

- ¡Atájala Visquel! -. En los segundos que tardó en agarrar el totimétro, salí corriendo como centella, pegándoseme atrás, sin ver por donde iba caí en un hueco y el malandro se tropezó conmigo y se calló también, me levanté con velocidad y lo perdí al satisfacer su codicia, llegué a la puerta con rostro adolorido de tantos golpes en el día y una suave llovizna acariciaba mi cara, exclamé:

-¡Pero, que clase de vida es ésta! - Saqué la tarjeta telefónica y me limpié las uñas con ella, se me ocurrió al rato abrir la puerta, lo logré sin antes sufrir un poco. La abrí, entré y subí a la habitación, donde dormía mi compañero de cuarto, que ante el ruido que hacía al tender mi cama murmuró:

- No sabes el día tan difícil que he tenido hoy. - Ni tú tampoco, - me acosté y me levanté al día siguiente, sin hambre ni ánimo de comer y el lunes al llegar a clases, busqué a la culpable de esconderme o guardarme las llaves y al verla desde la puerta del aula le dije: -¡Ah. ..!.


Huevo Frío:


Éste es la historia de un malandrito que jodía, jodía y rejodía: en El Paraíso. A todo aquel que se le acercaba, un día se le ocurrió burlarse del Rey de la Selva de Concreto, que se encontraba enjaulado en zoológico El Pinar, entró al zoológico sin pagar, ya que todo el mundo le tenía miedo; y se fue a ver al Rey de la Selva.


Al verlo le empezó a lanzar piedritas al León en su jaula de hierro y cemento, no contento con esto, abrió la puerta de la jaula, y  se metió dentro de ella, y caminó hacia él muy despacio, le abrió la boca y le hizo cosquillas en las admidalas, después le dio la vuelta al León, que sin inmutarse lo veía, ya que Huevo Frío bateaba a las dos manos y fildeaba la bola sin guantes, algunos decían que estaba medio loco otros creían que era un enfermo Loco de remate; lo cierto es que achacaba su enfermedad mortal a otro malandrito llamado: Mojón Loco. 


Ya que Huevo Frío  no se sabía quién  enfermó a quién, lo cierto es que Huevo Frío  envenenó a Mojón Loco con un  purgante. No contento con ello,  le jaló la cola al Rey de Caracas, el León rugió, pero él no le paró,  él se asustó un poco, mientras sudaba, el León le gritó: carajito medio maricón déjame tranquilo, mientras él se burlaba.


El León blanco le atacó el cuello, despescuezándolo como un pollo, mientras lo sostenía con sus garras,  lo desangró con las fauces en el cuello, mientras éste lloraba diciendo que él era un carajito enfermo, y todo lo hizo por amor, al dinero dijeron los que lo conocieron,  y el León por justicia  se lo dio a comer a las leonas y a los cachorros que estaban en la jaula con él. 

       El Sabor de la Ira.



Había un matrimonio que tenía una hija, una mamita, y un papa que era muy rabioso, lo que se llamaría un hombre arrecho, él estaba lavando el carro en el estacionamiento y la niñita comenzó a jugar con los parabrisas echándole tierra al carro, que él acababa de lavar, cuando vio, le dio tanta rabia, que arrancó uno de los limpiaparabrisas, y empezó a pegarle duro, muy duro: la niñita se cubría con los bracitos de los golpes que le estaba dando... Al final empezó a darse cuenta que le estaba cortando, la mama en su desesperación le dijo - no seas loco, me le estas pegando demasiado a la niña - y se la llevó al hospital al rato se logra calmar y se va al hospital y consigue a la niñita sin brazos, amputados, el salió de la sala de emergencia y la preguntó al médico. 

- ¡Que ha pasado! ¿Por qué a mi hija le han quitado los brazos? Uno de los doctores respondió - los brazos se los han amputado, porque se pegó con algo oxidado y se tardaron mucho en traerla y le agarró gangrena, fue poco lo que pudimos hacer, tuvimos que cortárselos - al hombre le dio pena, una profunda pena, mientras el médico le decía que era muy difícil demostrar que la culpa era por un accidente, por ello el caso sería llevado a la P.T.J., la madre sin perder el semblante comentó que la caída y el golpe había sido debido a un mal golpe por jugar pelota, pero todos los presentes sabían que la culpa había sido de él, solo de él; porque si no le hubiera golpeado con los parabrisas la tragedia nunca hubiera pasado.

Tiempo después él estaba triste, un poco adolorido, se había dado cuenta de lo que había sucedido, se fue con la niña y ésta se encontraba despierta, se le habían pasado los somníferos. Él estaba muy callado, cuando ella se levanta le dice - papi, papi, papi, mira me han quitado los bracitos, pero que importa, cuando me salgan nuevamente te voy a abrazar y a dar cariño, te voy a ayudar a tener el carro limpio, después que salgamos de acá -.

El señor quedó triste, tan triste que a partir de ahí comprendió el sentido de la vida, que consiste en darle alegría a los demás para conseguir la felicidad propia.

                  El Mar de la Felicidad.



Jaimito después de portarse muy bien en la tierra subió al Paraíso, al ser atropellado por un coche, cuando salía del Ministerio de Educación, porque intentó cobrar su liquidación por haber firmado en el revocatorio. Estando en el cielo dijo; “-sin duda el cielo es maravilloso, pero un poco aburrido.”- Así que, un buen día Jaimito va andando por las nubes blancas de algodón y llega a una enorme puerta. “-¿Qué hay ahí adentro?”, pregunta al enano que hace de guardia. -“El infierno”, responde el enano. Jaimito palidece y le pregunta a Lucifer: -¿El infierno es tal como lo pintan? A lo que él respondió: -Eso son descalificativo del gobierno y de la oposición, yo solo cuando tengo que ser bueno, soy muy bueno, y cuando tengo que ser malo, soy el  mejor.

Cuando Jaimito le pregunta si puede echar un vistazo, el enano le contesta: -¡Por supuesto¡” Así que Jaimito entra, y cuando cree descubrir lo que es el infierno en realidad, no puede dar crédito a sus ojos. Todos bailan y beben, y hacen el amor con unas mulatas sensuales. Entonces Jaimito cae en la cuenta de que eso es en realidad el paraíso, y que el cielo es el infierno.

Así, después de haber gozado durante una semana de la hospitalidad de aquella gente, da las gracias al enano y vuelve al cielo. Durante cierto tiempo el hombre está muy inquieto. Todas las noches sueña con sus aventuras, especialmente con las hermosas mulatas a las que había conocido y con los hombres que pasó el día bebiendo anís y jugando truco. Día tras día, esos hermosos recuerdos pesan cada vez más es su mente, hasta que llega el día en que no puede seguir aguantando la presión. Le pide a San Pedro una cita con Dios. Cuando llega el día de la cita,  el hombre está ante la luz cegadora del Todopoderoso, le comunica que quiere marcharse del paraíso.

Dios se queda anonadado ante su petición. Hasta entonces nadie le había pedido permiso para marcharse del cielo. A Dios le preocupa que siente precedente, pero algo después, decide que incluso Jaimito debe contar con libre albedrío. Tras meditar largo tiempo llama a Jaimito: “-Como quieras, hijo mío”-, le dice. “-Puedes irte con mi bendición. Pero recuerda que una vez que abandones el cielo, nunca más podrás volver”-. Feliz de ser libre, Jaimito hace sus maletas, se despide de todos los santos y ángeles – que realmente son buena gente, aunque un poco aburridos- y se pone en camino.

Cuando por fin llega al infierno, el enano con traje rojo, cachos y cola; se sorprende de volverlo a ver. “-¿Tú otra vez?”, le dice. “-¿Qué quieres?” -“Quiero ir al infierno”-, responde Jaimito. Al oírle, el enano se ríe, y solo logra decir:-“Serás mi invitado”.

“-Cuando entras en el infierno”-, habló el Diablo, que se inclinó hacia adelante, con la cara sonrojada por un entusiasmo que no auguraba nada bueno, ya que se había colocado lentes oscuros y un bigote postizo, a veces pensó el diablo en voz alta, “-me disfrazo: de médico de Barrio Adentro, de caprilista o chavista, que es la misma mierda; hasta me he llegado a disfrazar de marico, todo lo hago para llevármelos al mar de la felicidad” -, “-a ti te sorprende –Jaimito- ver que las cosas han cambiado mucho. Ni rastro de las hermosas mujeres, música o rumba. Solo hay ratas, suciedad, escasez, asaltos, robos, colas hasta para comprar papel toilette para limpiarse el rabo, insultos y amenazas-. Alrededor hay disturbios y oyes agónicos alaridos de las torturas de los hombres enfermos y hambrientos-. El lugar es irreconocible”-. 

Jaimito, empieza a ser presa de la angustia, se vuelve hacia Belcebú y le dice: -“Perdone, señor Lucifer, debe de haber un error. ¿Dónde está el lugar feliz que vi? ¿Dónde está la belleza, y las risas, y la dulce música? Entonces el Diablo, que está llorando de risa y casi no puede hablar, mira a Jaimito y le dice: -“¡Pobre, pobre idiota! Cuando nos visitaste la otra vez, venias como turista. Ahora vives aquí en el Mar de la Felicidad”.

Sin esperanzas ni ilusiones.
              
Imagino, que no había pasado nada importante ese día,  para no saber la fecha exacta, pero recuerdo la intensidad del momento, olvidando el resto del día, Solo sé que durante unos minutos, mi angustia rebasó mi sombra, por la aparente decisión de destruir, un pedazo de dominio de mí. Estando en el apartamento contemplé la majestuosidad y belleza del pergamino de letras góticas, hablando siempre con los elogios del verdugo y la docilidad del perro rabioso.

En un primer momento, intenté quemarlo, pero su con­textura me prohibió el placer de la flama arder.

Preguntándome sobre mi primera derrota, deseé lanzarlo por el bajante, pero no sin antes humillarlo, firmé el título con los nombres que estarían de acuerdo con mi buen proceder, pensando largamente en las personas idóneas que servirían a tan alegre fin. Una de ellas sería el ilustre Nicolás Maquiavelo, que toda distinción ignoró y su mortalidad  debió en no buscar honores, encontrándolos ya siendo cenizas; y el otro, mi adorado Splenger, el patólogo de donde me encuentro, sin dejar traza y saña. Después de firmar y sellar en sus nombres, lo corrí con sus hermanos de papelería. Colocándolo con una empresa que se dedica a un lucrativo negocio y maloliente tarea: Fospuca, para ver si el tono retórico de esperanzas se esfumaría en el fondo de una mortaja de plástico.
 
Concluida la acción respiré aliviado por la hazaña lograda, medité sobre el porvenir y en la flaqueza de la confusión, se me ocurrió despedirme bajando las escaleras, volando de la puerta al escalón, abrí las puertas y cerraduras, llegando con entusiasmo a los cañones de hojalata, viendo su apestosa vaciedad.

Se dibujó en mi rostro un mapa de ansiedad, revisé pipote por pipote, encontré restos de sueños y pulcritud. Al remo­verlos le imploré a la Virgen que me diera fuerzas para seguir buscando, temiendo más por mi posición que por el Don en cuestión. Qué había hecho me pregunté, y más triste el viento me respondió, que será de ti. El castigo será aterrador, la piel se me erizó, pero nada cambió, los ojos en lago se convirtieron, y mi futuro se truncó.


Mirando la fría bola de calor, se me enfrío el cuerpo. No fue acaso esta la razón por lo cual lo hice. Me pregunté, y des­cubrí, finalizando la tarde, que no importaba lo que hiciera, su elegante manto estaría conmigo, porque no podía escapar al mundo trazado en un principio por mí y al final por un trozo de ambición, podía pedir una replica o hacer una copia y lo más inquietante, fue el breve suspiro de libertad presenciada más no justificada, volviendo a acostarme, esperando despertar en el averno, que comenzaría al siguiente Sol, convirtiendo a los hombres en personas, a partir de las siete de la mañana del siguiente día. 

Evidenciándose que era un montón de puré de carne cruda.


El Cochinito Feroz.

Había una vez tres tiernos tigritos de piel blanquecino y rabo de paja que vivían con su mamá. El primero se llamaba Ramos era cegato, pero muy buena gente. El segundo se llamaba Williams era algo tragón y por lo tanto gordiflón; Y otro se llamaba Rafael muy honesto aunque algo bocón.


     Un día mamá tigra en espera de tomar su camionetita mortuoria, llamó a los tigritos y les dijo:

     - Adelante a luchar miliciano, en defensa de la revolución, pero siempre tengan mucho cuidado con el cochinito feroz.

     - No te preocupes mamá. Tendremos mucho cuidado, dijeron los tres tigritos, y salieron a buscar el mundo.

Muy pronto en su camino encontraron en su camino un calvo minito encorbatado, que empujaba una carretilla llena de bloques y latas de zinc.

     - Por favor monito, ¿podrías regalarnos algunos de tus bloques y latas de zinc?

     Preguntaron los tigritos.

     - Por supuesto dijo el monito, siempre que me presten su casa cada vez que necesite enconcharme.

     Los tres tigritos construyeron entonces un precioso rancho de bloques y acerolit.
Justo al día siguiente, el Cochinito Feroz pasó merodeando por el camino y vio una hermosa casa de bloques que habían construido los tigritos.

     Los tres tigritos estaban jugando béisbol en el jardín. Cuando vieron al Cochinito Feroz corrieron a la casa y cerraron las rejas con llave.

     El cochinito chocó la puerta con su tanqueta; gritando:

     - Tigritos, ladrones. ¡Déjenme entrar!

     - No, no, no contestaron. ¡Es nuestra casa y no puedes pasar!

     - Entonces los ametrallaré y los cañonearé sin piedad.

     Los tres tigritos no abrieron y el cochinito los ametralló, bombardeó y por ultimo llamó a los bomberos para que le abrieran la puerta y apenas logaron escapar antes que las latas de zinc se cayeran sobre su cabeza y estuvieron muertos de miedo.

     - Tendremos que construir una casa más fuerte, dijeron las tigritas. En ese momento vieron una ardilla que estaba mezclando cemento por una carretera de la gobernación.

     - Por favor, ¿podrías regalarnos unos sacos de cemento? - preguntó uno de los tigritos.

     - Por supuesto, respondió la ardilla, siempre que me den un cargo en la gobernación; y les llenó un tobo de cemento espeso y pegajoso.

     Así los tres tigritos construyeron una quinta de concreto armado. Apenas habían terminado, el cochinito feroz pasó muy cerca del jardín y lo vio jugando béisbol.
     Los tres tigritos estaban jugando pelota, cuando vieron el cochinito, corrieron a la casa y cerraron las puertas.

- Tigres miedosos, ¡Déjenme jugar!

- No, no, no contestaron los tigritos, ¡Es nuestro equipo y no vas a jugar!

     Los tigritos no abrieron y el cochinito sopló y resopló, pero la casa no se cayó. Pero por algo le decía Huguito el Cochinito Feroz.

     Buscó un taladro, posteriormente tomó un avión y los bombardeó y la casa destrozó. Los tigritos asustados se escondieron en el bunker de mamá tigra, al día siguiente, como de costumbre, el Cochinito Feroz pasó merodeando por el camino.

Los tigritos estaban en el patio haciendo una rueda de prensa, por la persecución en su contra, cuando lo vieron se asustaron tanto que les pasaron seguro a las puertas de acero y se encerraron con novecientos candados.

     El cochinito se acercó al intercomunicador y dijo, corruptos miedosos ¡Déjenme entrar!

- Noooo... contestaron los tigritos, ¡Es nuestra casa y no puedes pasar!

- Entonces soplaré y resoplaré y la casa derribaré.

     Los tigritos no abrieron y el cochinito sopló y resopló, pero la casa no se cayó. Y con asombro exclamó - ¡Qué es lo que está pasando Dios mió!-.

     Pero no por nada le decía Huguito el Cochinito Feroz, llamó a la Disip, a la defensora del pueblo; y a la fiscalía y el bunker allanó.
     Los tigres apenas lograron escapar. Estaban muertos de miedo y se escondieron en el basurero de un tribunal.

- Tal vez nos hemos equivocado con los materiales de construcción dijeron, tenemos que probar con algo diferente ¿Pero qué? en ese momento vieron a una guacharaca con el pico lleno de contratos de la alcaldía mayor.

- Por favor ¿Podrías darnos algunas de las licitaciones de la alcaldía?

- Siempre que me den mi comisión contestó la honesta guacharaca, y les permitió ganar varias licitaciones para construir aceras con arena. Así fue como los tigritos construyeron una casa con orquídeas, canarios y pichaches. Con paredes de mármol de Carrara y otras de cristal Danés. El techo estaba hecho de porcelana China y el piso de alfombras Persas, pusieron bañeras de porcelanas con grifos plateados;  y era una casa un tanto costosa pero muy hermosa y construyeron un jardín con orquideas y rosas.

     Al día siguiente, el cochinito pasó por su casa, y vio el hermoso jardín que habían construido los tigritos.

Toco el timbre y dijo:

- Tigritos ladrones corruptos temblad, ¡Déjenme jugar!
- No, no, no ¡Es nuestra casa y no puedes pasar!
- Entonces soplaré y resoplaré y la casa destruiré-. Dijo el cochinito.

     Pero al tomar el aire para soplar olió el suave perfume de las orquídeas. Era fantástico. Y el perfume le quitó el aliento, el cochinito tomó más y más aire. En vez de soplar empezó a morder más y apretar menos.

Aspiró profundamente, hasta que el dulce néctar de las orquídeas llegó a su duro corazón, que desde luego se enterneció se dio cuenta de lo tonto que había sido en el pasado. En otras palabras, se convirtió en un estadista, empezó a hablar más y a hacer menos.

     Al principio, los tigritos desconfiaban; porque podría ser un truco, pero pronto se dieron cuenta que había cambiado de verdad, salieron corriendo a recibirlo, se pusieron a jugar pelota con el cochinote y luego saltaron juntos la cuerda. Y cuando todos se cansaron lo invitaron a pasar a la casa.

     Les dieron galletas con champaña y lo invitaron a quedarse con ellos, todo el tiempo que quisiera. El escuchó, acepto y mordió; y todos felices, hasta que apareciera otro cochinito feroz.


La Isla:


        Cualquier día un barco naufragó frente a la costa de una isla del caribe, los marineros desesperados, se lanzaron a los botes salvavidas en busca de la mar unos lograron alcanzarlos, más otros no, alguno consiguió la isla y la mayoría se ahogó.

    El logró obtener a nado la playa, los demás a salvo le gritaban:

   - No te preocupes pronto regresaremos por ti.
   Y mientras esto sucedía, ellos se perdían remando a favor de la corriente que los guía. El hombre llegó a la costa, admiró por un instante la belleza femenina del lugar y olvidándose de lo anterior, dejó que pasaran las horas, días, semanas, meses y años.

   Edificó con palmas un lugar para pasar el tiempo, casó animales y de ellos comió, esperaba resistir las inclemencias del lugar, cultivó cocos y verduras; intentando amordazar la fe y el pensar, pasó las noches sin lograr ver el barco que viniese a rescatarle, perdió la sonrisa en el lugar, transformada en un abismo de pesar.

   Vivió con la mortificación de su propio rescate, hasta que una noche decidió ahogar la esperanza de huir del lugar y desde ese momento, encontró la alegría en cada rayo de sol que acariciaba su frente, en la isla de la desesperación.


Ellos también tienen la culpa.

        Esta historia que voy a contar sucedió de verdad, verdad.

   Un hombre felizmente casado se encontró un día con un amigo de tragos, en una cervecería, mientras tomaban, hablaban, el amigo le dijo:

-Ya ves que te choqué el carro, te aboyé el parachoques saliendo de un motel - .
- El se quedó pensativo en el sentido de todo borracho es receloso, empezaron pasar los días y no encontraba solución a sus dudas... y de repente se la ocurrió contratar a un detective privado, con el fin de seguir a su mujer, después de varias semanas, el detective le entregó un informe, decía que su esposa tenía un amante y se reunían en un motel de la panamericana, él introdujo una demanda ante un juez en lo civil, para obtener el divorcio sin separación de bienes, se le hizo un seguimiento y logró reunir un tribunal, que estaba compuesto: por un alguacil, dos escribientes, redactor. Juez y tres testigos.

Entraron a la habitación a los días, después que el detective tocara la puerta haciéndose pasar por un camarero, que venía a entregar algo, abrieron la puerta y encontraron a dos mujeres en pantaletas y sobre la cama había un montón de libros, se hizo el expediente, se fichó la indiciada y se recogió las declaraciones y se evacuaron las pruebas.

El juez en un año dio el fallo: ¡Inocente!

No había sucedido nada porque no se pudo demostrar que el acto carnal se estaba llevando a cabo, dijo sonriente el juez, porque sobre la cama había un montón de libros, ya que las dos eran estudiantes estaban escasas de ropa por el calor de mayo, - en todo caso el culpable es el marido - dijo riéndose unos de los escribientes.

El pobre tipo aprendió a callarse y ahogarse en un buche de saliva, pagó a los abogados los costos procesales del juicio, la demanda por calumnia e infamia y supo el amargo sabor de la justicia venezolana.

Las Ancas de Rana.

        Cuando yo era mucho mas pequeño visitaba a mi papa en el restaurante que él tenía, en el podía comer todo lo que servían, siempre que no lo vendieran ese día, pero había un plato que me llamaba mucho la atención que eran las ancas de rana en salsa tártara y no lo podía comer porque nunca sobraba. hastra que un día quedó algo de anca y lo pedí, acompañado de ensalada cesar y una porción de arroz blanco. Lo probé, las ranas sabían a pescado tierno sin espinas de buen sabor y la ensalada cesar era exquisita con el arroz, todo esto me dejó lleno y contento.

   Y al terminar con el almuerzo, le pregunté a mi papá cómo se hacían las ancas, él no me supo dar respuesta, no sabía como se hacía y me dijo que el cheff si lo sabía, me fui corriendo a la cocina, ya que era tarde y casi todo el mundo se había ido y me conseguí al cheff, que era un señor gordo, con una bata blanca, y un gorro sobre la cabeza se veía buena gente, y le pregunté - Señor ¿cómo se hacen las ancas de ranas?

-Y él me dijo, - mijo, las ancas de rana son muy fáciles de hacer, todo esta en cocinar a las ranas, tú no puedes poner a 500 ranas en agua hervida, porque te rompen la olla, además de quedar espachurradas por los saltos que dan, así que las lavas vivas, ya que si las matas pierden parte del sabor, ellas pensarán que las estas bañando, después las lanzas en agua tibia como si fuera en un jacuzzi, chapotean y juegan en el agua, le subes un poco el fuego, y ellas se relajan, tú mientras tanto le lanzas las alcaparras, le lanzas las aceitunas, le lanzas el ajoporro... ellas piensan que les estas echando salvavidas, mientras se relajan, ellas juegan, tapas cuidadosamente la olla, haciéndoles creer que se ha hecho de noche y ¡le subes la candela al máximo! es tal su estado de relajación y terror que no pueden saltar y salvarse, deja que se consuma el caldo, lo cuelas y las cortas por la parte de abajo y botas el resto, ya que no puedes servir la cabeza con sus ojos desorbitados y bocas partidas con los gritos que pegan, ya que nadie se comería eso, y tienes un riquísimo plato.

   Después de esto no me quedaron ganas de saber como te fríen mi pescao.

Las paredes del infierno.


          Zzzzz ..... Cabalgando entre maldiciones y lamentos por la Calcuta Sudamericana, decidí contemplar paisajes mas agradable, motivado quizás por la abrazante miseria de Caracas, no por ello me desanime y busqué refugio en la soledad de un largo caminar, desde la plaza Caracas hasta un lugar que por su belleza, armonía y riqueza; es considerado un océano de perfección, que llaman Chacao, en el transcurso del viaje, vi la pulcritud y orden de las avenidas; calles asfaltadas y paredes recién pintadas.

Todo ello pulido y arreglado por gente alegre y no temerosa de peligro alguno, ello me tranquilizo y relajo. Sin darme cuenta casi resbalo en un escalón, que digo, era un inmenso hueco, en frente de la casa de Irene Sáez, por poco caigo en él, pero hice un ademán de equilibrista, pudiendo saltar el obstáculo, observe atentamente la inmensa hondura, preguntándome como podía existir semejante disparate en tan bello lugar, rebosante de felicidad. Y que no fuese reparado por la diligente alcaldesa, pero de repente una voz perturbo mis reflexiones de ningún valor.

     Ojeando en las profundidades no pude encontrar mas que oscuridad, oyendo una voz implorante de socorro, encontrando una niña con huesos de mujer y estatura de alfiler, el brillo de su ojos delataban los amaneceres perdidos y el cabello tenia la apariencia de estopa sin lavar, repentinamente una sensación de escalofrío recorrió el cuerpo de ambos, y charlando con ella, me atreví a preguntar:

-¿Que haces acá, no sabes el peligro que corres en este lugar?-.

Pareció no entenderme a pesar que como descubrí mas tarde, hablamos el mismo idioma.

     Ella se limitó a responder, entre susurros y destellos de sonrisas:

- Resé por tú venida, me dijo.  Y grité a los peatones que me ayudasen, pero ninguno quiso fijarse en mi, y solo me arrojaban de vez en cuando alguna porquería de papel, sin ayudarme a salir de aquí, no pudiendo trepar las paredes, que se agigantaban de día en día -.

       Su voz provocó una alegría marchita, y con una mirada mas de Sancho que de Quijote, dispuse a rescatarla del hoyo. Busqué en los alrededores cables o soga, pero no pude encontrar nada de utilidad, ya que esto dejado al azar, significaba la anarquía en la alcaldía, fui a las casa vecinas, y cada vez que tocaba la puerta y la llegaban a abrir, la estrellaban en mis narices, me confundió con la persona que intentaba rescatar, así que me propuse salvar a la damisela con los medios propios, como tantos héroes de literatura barata había leído a temprana edad.

       Resplandeciente de esperanzas, mas no de realidades, le propuse la forma de abandonar las paredes de fuego que se habían convertido en su inevitable hogar, un hueco en medio de la nada;  ella me dio las gracias, con la ilusión de escapar y de hacer una vida distinta atener que bañarse con el lodo y comer la caridad de los transeúntes.

      Intenté limpiarme con el acto su inconciencia y ella evitar  las cucarachas que además de alimentos se convirtieron en sus buenas compañeras que no preguntaban ni reprochaban.

     Extendí las manos, pero el viento la toco pensé que no la alcanzaba, me desabroche rápidamente el botón del pantalón, por ser más largo que mi brazo sujetándolo por la correa sin soltarlo a las profundidades del abismo, resbalando.

     Pues al lanzarlos de un tirón me quede sin ellos.

Medite lo anterior en la penumbra metiendo la cabeza en el hueco, invadiéndome una sensación de inseguridad, en un segundo mi cara choco contra una bola de lodazal maloliente, grite a rabiar, por qué el grito fue corto y la ira grande, corrí del lugar con los pies ligeros, por lo cual no se me hizo difícil alejarme. Se habrá acostumbrado, me pregunte, no seria mi culpa reflejada en ella y la deje huérfana entre los miedos del del diablo y las puertas del infierno.

     Preguntándome mientras saboreaba el lodo, del rechazo de aceptar mi ofrecimiento de escapar de los muros de pobreza, se debería a la imposibilidad de encontrar un escape de lo inevitable, consiguiendo el goce en el fondo de una cloaca o seria que tanto tiempo en el hueco la convirtió en un habitante rastrero más.

     En las transitadas calles fui detenido por una policía, con uniforme de insecticida, interrogándome sobre mi falta de pudor, me acuso de falta de pudor, me acuso de falta de moral y desorden público, remitiéndome a la comisaría sin otra distinción que la de "loco peligroso", al saber el por qué de la escasa vestimenta que me acompañaba.

     Se limitaron a regalarme una toalla y después de 48 horas me liberaron de la piedad se extravía. Recogí pasando el tiempo un periódico más basura, que información, llamado "El Noticiero", reseñando; "Encontrada niña entre los muertos y su cuerpo estaba putrefacto"....

     Desperté de la cabalgata nocturna y me vi en las sepulturas vacías.... Lo podré evitar.... si Siiiiiiiiiii. Pero al pasar los años se convirtió en mi triste realidad.




La Visión del Pescador

            Una sirena cantaba música celestial, en un peñón de rocas a orillas del mar, un pescador se le acercó por curiosidad y fascinación. El era una inteligencia tan clara como el agua donde navegaba, y solo sus intenciones lo delataban buscando saciar su sed de codicia, que lo mataba.

    El pescador viendo la sirena la contempló y preguntó, -

¿Por qué cantas? –

Y ella inquieta respondió: - porque puedo cantar y con ello arrullo al mar - dijo, en voz alta, refiriéndose a la insignificancia descortés que la admiraba.

El pescador tronando los labios dijo,- Por ello te voy a secuestrar y mostrar -, A lo que la sirena asustada llorando perlas de sus ojos al fondo del mar, pensó,- ¿Por qué lo hará?

El blandiendo sus redes, les gritó: - Te pescaré, porque te quiero pescar - demostrando que la fuerza es compañera fiel de la razón, agarró sus redes y lanzándolas sobre la triste sirena, la trasladó a la bodega del peñero, dirigiéndose a  puerto, volando al ras de las olas, en busca del comprador de una visión.

    En el viaje sus manos reían de la plata que recibiría y su boca saboreaba las carnes que comería; y no pensó por un instante en el dolor que causaría, sin conocer el sufrimiento. No podía apreciar el valor del momento.

    Tan rápido desembarcó, la puerta de la bodega abrió, encontró un hedor a pescado podrido, no hallando ala hermosa sirena ni escuchó su melodioso canto, solo percibió el aroma de su enana mediocridad.

Los Zapatos Niké

        Existió un pueblo muy cercano, donde vivía un niño muy deseoso de ver las tiendas, los escaparates y vidrieras, para poder admirar loa zapatos que deseaba mostrar.

   Viajó por todo el pueblo en busca de los zapatos preferidos por él y se fijó en unos Nike. Éste al verlo se alegró y dijo     -estos son los zapatos que busco -, Pero su precio era tan elevado que no podía comprarlos, por lo tanto ideó la manera de robarlos.

   Estando al frente del escaparate lanzó una piedra, rompió la vidriera y tomó por la fuerza los zapatos deportivos que tanto deseó. Al tenerlos se los puso en los pies y salió corriendo del pueblo a toda velocidad, corrió tanto que llegó a cansarse y en la campiña se quedó dormido placidamente en un rincón del lugar. Cuando dormía una pequeña voz lo despertó y le decía al oído -despierta, despierta o no despertarás- y este se levantó y se puso en guardia contra cualquier cosa que lo amenazara.

   Cuando estaba despierto vio una pequeña luz brillante de perdón que lo miraba a él y le preguntaba -¿por que lo hiciste? -y respondió altaneramente -¿quien me llama y quien eres? -y la luz resplandeciente respondió - soy tu conciencia y a que se debió que los robaras de la tienda - y en tono de tristeza, - creo que pensó, lo robé por que me gustaban y los deseaba enseñar - y la voz contestó, - entonces te condeno a bailar en ellos hasta desaparecer y no pararás hasta ver el brillo de tus huesos arder y que tu hambre de codicia sea la sombra de tu arrepentimiento...

   Los zapatos que tenía puesto el niño empezaron a tomar vida propia y el niño comenzó a bailar sin parar.

El Perro Persa:


                                      


Un día se reúnen un grupo de perros callejeros del Medio Oriente, a hablar  sobre sus vidas en un bazar del Cairo mientras toman café cairota: el primero en hablar es el perro palestino, que narra las angustias de las palizas diarias de los sionistas; interrumpe un perro libio que es un perro pequiñés pero se cree un galgo por haber matado a palo a su amo; después habla el perro  turco con arrogancia, que se cree un gran danés por convivir entre la basura de los alemanes; toma un  trago de café y habla el perro egipcio: que vive de las limosnas de los turistas europeos y americanos, le sigue el perro saudita que describe lo hermoso qué es su collar de oro y diamantes, le sigue  el perro paquistaní, que habla  de lo mal que lo tratan sus amos americanos pero se olvida de lo bien qué come, y cómo debe soportar a los perros afganos; los perros afganos replican de la larga yihhad que llevan, algunos perros se ríen,  y por último viene el perro más pulguiento y sarnoso del Cairo que es un can persa que habla de cómo ha jodido a todos los demás perros del Medio Oriente, sin percatarse que también a él le puede tocar.


DEL PORQUÉ LOS PARÁSITOS PUEDEN SER DOCTORES.


                  (DISCURSO DE GRADO EN EL IPC 1998)             




  Una de las cosas que hizo devanarme los sesos, fue saber porque aquí somos tan felices, que hasta las ratas se suicidan. La anterior pregunta se relaciona con la carencia de creatividad de las personas que laboran en los centros académicos.

     Un día seis científicos de diferentes partes del mundo se fueron al zoológico el Pinar, y decidieron escoger un animal sobre el cual iban a disertar, La bestia escogida fue el camello. El primer científico fue el francés, tras un mes de profunda meditación produjo un poema titulado "los amores del camello". Enterado de ello el norteamericano llevo a cabo un estudio entre los distintos tipos de camello, publicando un best seller en una prestigiosa editorial, titulado "Los camellos mas fuertes y poderosos del Mundo". Después vino el inglés que de tanto estudiar y escudriñar la bibliografía y documentos secretos, produjo un ensayo titulado "La cacería de los camellos en el tercer Mundo". En tanto que el cubano decidió escribir un corto panfleto con el sugestivo nombre de la "revolución y el camello". Viendo todo lo anterior, el Alemán decidió sacar su especialización basada en varias tesis; el primer tomo se llamo "El camello y el origen del Mundo", el segundo tomo "el camello en la edad de los dinosaurios ", el tercer tomo "el camello en la edad Moderna". No contento con ello decidió obtener su doctorado con el profético nombre "el camello en el Mundo Globalizado". No obstante el Venezolano elaboró un proyecto que no era menos que los otros, titulado "Diagnostico - Bio - Psico - Social del Paraíso".

     Quizás el mayor defecto de la educación superior sea su parecido con la realidad venezolana.

     La descomposición de la sociedad, no se lleva a cabo tan solo en la sociedad sino también en las instituciones que la componen; el hecho que los individuos sean las células fundamental de las estructuras, demuestra que todo análisis debe estudiar la conducta de estos, en detrimento del ente. Cuando los hombres abandonan sus líneas de conducta creadoras para refugiarse en dos extremos, uno pasivo y otro activo

Se puede ejemplificar lo anterior con un profesor que se toma su deber mas allá de sus funciones y otro, que solo se limita a contemplar lo que acontece. La dicotomía anterior, se puede dividir en actitudes, pasiva y activa; las cuales conllevan a cada bando a una idea del bien y del mal, en el primero hay un abandono de toda creatividad (Tómese en cuenta el bajo nivel de ideas propias expresada por los profesores), y a todo estimulo, y pieza que la organización puede resolver los problemas por si misma, sin la intervención individual de las personas, prefiriendo ser relegado por un equipo multidiciplinado.

La segunda postura es partidaria de pensar que el sistema escolar es un obstáculo para la libre creación y trata de reprimir las posibles desviaciones con un rígido autocontrol puritano. Todo ello se refleja en la disposición de algunos profesores que tienen la idea obsesiva de que las fuerzas del mal han tomado la ofensiva y la decadencia es invulnerable; ser ilustra lo anterior, viendo el trabajo de los demás, como el analfabeta ilustrado. La otra característica seria el complejo de culpa, en donde todos en mayor y en menor medida somos responsables y tratamos a todo trance de superar individualmente tal estado. En todo caso, la pugna por las diferentes tendencias, trae una disolución humana y una perdida de creatividad, puede palparse en el desprecio hacia la persona, al no creerla capaz de la perfección.

     En la escala de valores, la actitud de los "duros de pelar" y "fácil pasar", coinciden con un abandono gradual de las formas; la sensibilidad y pesimismo personal sobre el devenir y hace alarde de cierto tipo de intolerancia. Lo anterior se refiere a la manera de dar clases y  el trato personal, que son consecuencia de esta ideología. Pero la actitud pasiva conduce a la relajación de los métodos de enseñanza y la activa a la unidad de mando, en beneficio del autoritarismo de un grupo reducido, que se muestra intransigente, por lo delicado de la situación.

     La promiscuidad en la elaboración de las definiciones e ideas, produce una elite directora, que ha perdido la noción creadora, adoptando los modos y usos de las personas que deberían educar, facilitando su manipulación y reproduciendo el sistema de alineación.

     En el proceso de enseñanza - aprendizaje, es educar para la ignorancia y se manifiesta de la siguiente forma :a) vulgaridad y barbarismo en la maneras, buen ejemplo de ello es la aparente importancia de las inquietudes de los estudiantes. b) la barbarización del conocimientos, al hacerlo asequible a todas las personas. c) confusión y promiscuidad en la lengua, que tiene la lengua, que tiene a ser un instrumento útil y simplificado el servicio de los alumnos y no al servicio del pensamiento, de ello el bajo nivel lexicografito de los estudiantes y por consiguientes de los profesores. d) el sincretismo en las ideas, que es un esfuerzo de compaginar las ideas de los profesores, con las costumbres y ética de los estudiantes.

     La postura que trata de llevar a la unidad, se manifiesta en un sentido político, en la tendencia obsesiva de crear un estado dentro de la institución, que los aislé de las fuerzas destructoras de la sociedad; en un sentido intelectual existe la intención de someter todas las verdades a una única verdad, ello se desprende la importancia del marxismo o economismo dentro del claustro, explicando todos los fenómenos por una sola cosmovisión de la realidad.

     Ante de los hechos descritos, no es de extrañar el temperamento coactivo de los Servicios de Orientación dentro de la institución al lograr a través do lo sutil, un consenso de poca duración. La salida ante la dilema es la equidad entre ambas tendencias, que permitirá transfigurara la universidad, logrando educar para la muerte, no temiéndole a la vida, permitiendo su vialidad y su posible renovación. 


 La Filosofía del Venezolano.


Somos como una campana: macizos, fuertes, duros, pero por dentro somos huecos. Eso es lo que reflejamos sin ignorar su recia figura. El interior es vacío, que se lleva por un péndulo que se mueve por una cuerdita… Una novia, esposa, amante o caudillo, pero nunca por él mismo. Un alemán en cambio es una persona calculadora, que esconde sus sentimientos en un témpano de hielo, pero debajo de esa armadura se encuentra una persona endemoniadamente amorosa, calculadora y afectuosa. Él, es lo que es y no más que eso. A la larga y para él es un serio problema no ser más de lo que aparenta, es predecible, simple, pantallero…

Las campanas son alegres igual que el venezolano. Su alegría no es producto de haber encontrado el goce de la vida, sino que es bulla, ruido en determinada hora del día. El escándalo lo expresa estridentemente y ese barullo no es la felicidad. Denota una vida rutinaria, carente de sueños y de propósitos, por eso cada vez que tiene la posibilidad de escapar por un instante de su existencia cotidiana, lo exterioriza a través de un equipo de sonido o, en el fondo de una lata de cerveza. El resto del tiempo es triste, melancólico, al igual que las campanas que viven para ver a los viajeros pasar.

A pesar de su contextura de hierro o de acero, es dado a considerarse lastimado por incidentes o ademanes. Incapaz de reconocer la ofensa a la verdad, lo lleva a tolerar la adulación, que lo manipula y envilece, viviendo en un paraíso de fantasías en lo alto de su vida. Es rústico, tosco en sus maneras y pensamientos. Eso se percibe hasta en los escritores, que a nivel de la América Española son considerados los peores del continente, tanto es así, que nuestro mayor intelectual, no se ha destacado por su poesía, cuentos o novelas, sino por su gramática: Andrés Bello. Él intentó escribir sin mucho éxito, y la mayoría de sus narraciones descansa en el olvido, no entre las fértiles mentes de las personas, ya que no trascendió. Supuso que a través de las reglas de la gramática, se podía dominar el idioma, sin darse cuenta que es el idioma quien hace sus reglas,  denotando un tanto de ingenuidad y de estupidez.

El venezolano se conforma con repicar, tan…tan…tan… Va y viene, va y viene, es incapaz de mantener una postura indefinidamente, y se mueve según las circunstancias lo muevan. Es una ventaja pero tiene sus inconvenientes, porque no es una persona dogmática, que deja que hasta una canción mueva sus convicciones. ¿Por qué sucede esto? La razón es la falta de fe en su propia existencia. Él ve a su alrededor no para vivir, sino para estar allí, no tiende a aferrarse o echar raíces en su ambiente, no espera luchar o morir, es conformista, sólo le basta repicar, sus protestas, no son más que quejas.

La  campana, como todas las cosas, tiene defectos y virtudes: ellas son fuertes y sólidas, y se sobreponen a las caídas, desengaños y mentiras… Para embarcarse en nuevas decepciones y fracasos, levantándose nuevamente, sin analizar el origen de sus frustraciones, sin buscar remedios a su angustia, encuentras soluciones aparentes hasta  en la brisa. Es toda una contradicción andante, por fortuna el universo está plagado de ellas.

El venezolano tiene un toque de humor a diferencia de la seriedad reluciente de las campanas. Es una actividad muy sana el drenar los temores a través de los chistes, que dicen mucho sobre sus pensamientos más ocultos. Se burla de las personas, por sus defectos, vicios o escrúpulos. Es hiriente, sin preocuparse de las consecuencias de su actitud, al no poder comprender ni cambiar la situación, porque carece de las convicciones que dan el valor necesario. Ahoga entre risas sus ansiedades. No intenta ir más allá, como el americano o español con una filosofía personal; su humor es un destello de lo que sentimos al igual que la acaricia del sol en la campana. Pero es superior al de los colombianos o peruanos, debido a la paz que ha tenido en el último siglo, que ha modificado su actitud. Un ejemplo, es una fotografía aparecida hace muchos años, en la revista peruana “Caretas”, en donde aparece un señor bien vestido, riéndose en una tienda, ante el horror de un atentado terrorista de Sendero Luminoso, en una de las calles mas céntrica de Lima, con sus vidrios partidos, cadáveres mutilados, heridos levantados por la Cruz Roja, si uno se fijaba detenidamente, el señor era un maniquí. ¡Qué chiste! El venezolano no tiene talento para hacer reír a los demás pueblos, es burdo y localista en sus expresiones y solo puede ser entendido por ellos mismos, pero es más refinado y menos cruel que otros pueblos…

El criollo como las campanas es rencoroso, no entiende la virtud del perdón, espera el mejor momento para vengarse de las personas que lo han lastimado. Al igual que los grandes campanarios de las catedrales, que vuelven sordos a quienes las hacen sonar; quizás puede ser la falta de fe en sí mismo, y por ende en los demás, pero si realmente quisiera, podría cambiar, creyendo en sus potencialidades y la de los demás: ¡Que difícil no! De ahí los ajustes de cuenta, en las caída de los gobierno, los ofendidos, humillados…se vuelven jueces de sus perseguidores.

El venezolano no es flojo al igual que las campanas, es muy trabajador, sólo hace lo que les corresponde, sin darse cuenta que el trabajo de mayor rendimiento no es manual sino mental, de ahí la rabia por su condición, que a diferencia de la susodicha puede transformarse. Los cajeros que laboran en los bancos se tienen que levantar a las 5 de la mañana, para estar en la oficina a las 8, ¿qué hacen, sino contar dinero?, eso lo puede hacer una computadora con un visor óptico. El norteamericano medio se levanta a las 9 de la mañana y va al trabajo, en una cherookee, pero qué hace sino diseñar o inventar cosas, desde programas de computación hasta rascacielos. En su sociedad los hispanos, asiáticos o  negros son los que trabajan en McDonald o Wendy’s a 5,50 $ la hora. El americano se hace rico investigando para él mismo y para los demás, encontrando la felicidad. Por el contrario, para el venezolano el trabajo es un fastidio, que no lo libera ni lo reconforta: es una obligación que no facilita su autorrealización, pero al igual que la campana se ven obligado a ello. La idea que el trabajo te hace feliz, que el individuo debe sentirse importante empleándose en cualquier actividad, no solo un instrumento que llame a los demás personas, es ilusoria, somos realmente necesarios o somos un objeto que puede ser desechado y desplazado por otro, de ahí no es extraño que nuestra obsesión sea el posible reemplazo del petróleo por otra fuente combustible.

¿Sabían ustedes que las campanas después de 10 años terminan agrietadas y rotas, y mientras más grande, más rápido es el proceso? ¿Saben la razón de la grieta?, al tocarla el Badajoz, genera un  sonido que intenta escapar y la va agrietando poco a poco hasta romperla y fallecen en una venta de chatarra que es el cementerio de las campanas. Pero antes son apiladas en un rincón sucio y oscuro, apartadas de la vista de los feligreses, recibiendo la bendición del polvo y de las ratas, algo que fue bello, hermoso e inocente. Al final de sus días, descansa entre el óxido y el polvo, y esa es nuestra pesadilla en mayor o en menor medida, sin darnos cuenta, que el destino lo podemos cambiar y “convertirnos en algo mejor, consiguiendo lo que deseamos y llegar a ser lo que queremos ser”.  

 Por el camino de la mediocridad.
                                
Los médicos ocultan sus errores enterrándolos. Los militares dando medallas postmortem. Los abogados cobrándoselos a sus clientes, los políticos echándoselos a los otros y tomando un avión y por último los maestros, saludándolos. -¡Buenos días, cómo están ustedes!

Porque nuestra educación es tan mediocre, a qué se debe que los alumnos lleguen a conformarse con sacar diez o hacer un «trabajito» para pasar la materia. La idea de la educación es enseñar para la vida, que ella busca del hombre un ser reflexivo, que le permita convivir con su mundo, ese es el objetivo, qué ha hecho que a la larga a nivel de primaria, secundaria superior, se convierta en un jardín de hiedras. 

No se explica, el por qué el niño promedio no sabe lo que lee ni escribe, supuestamente pasa 6 años en primaria y 5 en bachillerato, o sea 11 años en la escuela y lo más trascendental, no sabe lo que está sucediendo a su alrededor, y no es capaz de expresar sus pensamientos en un papel o de redactar un texto mas o menos coherente: ese es el camino de la mediocridad.


Una vez alguien me preguntó - ¿Quién eres?- Yo le respondí, -la síntesis- Cuál es el concepto del proceso de enseñanza-aprendizaje:
  
1) «El Cientificismo»: buscar dar contenidos de tal magnitud y complejidad, que sí estos fueran desglosados convenientemente, formaría a un niñito de 13 ó 14 años, genetista o matemático puro, las definiciones son tan profundas, que por lo general, el docente es incapaz de impartido correctamente y el alumno de asimilarlo, ahí está la contradicción, se prefiere una ensalada de indefiniciones o de «ignarismos sapienciales» a enseñar lo básico, en realidad los contenidos son secundarios, lo principal es darle al alumno la capacidad de reflexionar sobre su mundo en forma más o menos lógica, y cómo funciona. Si se quiere algo más avanzado, para ello están las universidades.
  
2) El imperio de la «Cuestionocracia»: todas las actividades son producto de dos cosas: a) la repetición verbal de los contenidos, sin entenderlos; la mayoría de las nociones son para ser memorizadas y olvidadas, nuestra mente es un archivo que olvida lo que no entiende ni usa b) Los cuestionarios en sí, se inventaron para las computadoras, en el lenguaje de  informática, ésta modalidad de enseñanza se llama «estudios programados», y consiste en formular una pregunta a la computadora, y ella te da toda la información. 

Vean el parecido con las actividades de aula o las tareas de clase, por lo tanto, el cuestionario crea una ilusión de sabiduría, llegando a una fase intermedia. Saben de números pero no saben dividir, saben de biología sin saber qué es la clorofila, así sucesivamente. La consecuencia es que es muy raro, en cualquier círculo social, que las conversaciones no estén cargadas de vulgaridades, manifestándose un universo infinito de un centímetro de largo, y lo más importante, es que el cuestionario desplaza la actividad creadora del niño, por el trabajo manual del copista. Esta disociación es falsa y causa posteriormente, nuevos fracasos y frustraciones, ya que un esfuerzo manual no es sinónimo de inteligencia.

3) La carencia de competitividad del alumno, se debe a que no le enseñan a luchar en contra del destino. Cuál es perfil: todos deben ser iguales, solidarios, pensar las mismas tonterías, no pueden ser diferentes a los demás... La causa de esta falta de motivación a destacarse es que los alumnos y profesores, no son muy diferentes uno del otro, tienen una visión muy parecida con distintos matices. Difícilmente uno puede superar al otro, ante acciones concretas. 

En otras sociedades más avanzadas se busca la "lucha" con sus semejantes, por una beca o un casillero, que a la larga le va a permitir sobrevivir, transformándose en una fiera útil. El estereotipo de un mundo edénico, apartado de su ambiente por grandes muros o cercas, en donde el "Estado provee", es agradable pero ficticio.

Los alumnos no compiten entre sí, desean aprobar las materias con un mínimo de esfuerzo, y a esto se suma que el profesor lo acepte, en vez de revisar los contenidos y aptitudes que pudieran estar mal, tan solo se limitan a poner una nota, olvidando que su función no es asistir puntualmente a clase ni la de aconsejar, sino la de educar, evitando en lo posible la rivalidad entre el alumno y el profesor.

4) El Círculo Vicioso: Es que los malos profesores forman a los malos alumnos, y estos, por su deseo de movilidad social, que los inspira, se convertirán en malos profesores; es una rueda imposible de parar o romper; y todo intento de cambio, puede terminar reventando el sistema escolar.

5)   La muerte del diálogo: la conversación de persona a persona, con la aparente importancia que implica, como la creadora de la amistad, es desplazada por el interrogatorio o por los procedimientos burocráticos, (entrega de informes, revisión de tareas, exámenes, etc), codificando al alumno en un número de lista o cédula, que responde en función del aparato educativo, difícilmente favorables del intercambio de información, que modelan al individuo.

6)  Líderes Improvisados: Existen dos grandes factores en el mercado educativo: los consumidores de educación  (los alumnos) y los oferentes de educación (los profesores). Los grandes críticos del sistema escolar son miembros de la élite intelectual, profesores destacados, ministros o jefes sindicales. Hasta cierto punto responsables del fracaso, no se podrá mejorar el sistema si la masa consumidora (padres-alumnos-comunidad), no exigen y participan en lo que desean aprender.


Un ejemplo es ir al supermercado, usted le pide al portugués los tomates más rojos que tenga, y los huevos más frescos, no le pide tomates verdes ni huevos podridos.  El alumno tiende a insinuar, que le mande un "trabajito" para pasar o que los profesores lo comprendan. ¿Qué está pidiendo realmente?

7) El Conflicto de Apple o la solución mágica: Sería interesante que a través de la computadora se mejore la calidad de la educación, es decir, en vez de poner a un profesor se le sustituya por una computadora, y al alumno se le enseña a interactuar con ella.

Mi opinión, es que esto desplazará al libro de texto (amo y señor de la educación venezolana), por una computadora, que es un montón de libros, con infinitas visiones de autores. La computadora no hará análisis e interpretaciones, porque no las posee, sólo dará a conocer al niño las de otras personas.

Sino se mejora la formación del docente, para ser guía en el ciberespacio, se logrará idénticos resultados con el manual de clase o libro de texto. El computador es una pequeña biblioteca que sólo se visita si se enseña a utilizar.  

8) El falso tecnicismo: las mayorías de los liceos agrícolas, de ciencia, humanidades, arte, industriales y afines no enseñan a sembrar, álgebra, o a escribir una carta de amor, montar obras de teatro o a reparar una licuadora. La razón es que es un depósito de gente: los padres y representantes se preocupan para que los niños asistan a clase, en realidad su comportamiento no es muy diferente al de la Guardia Nacional en una cárcel de régimen abierto, con horas de entrada y salida, la preocupación nace desde que sus hijos están pequeños, van a clase para que no rompan ni deshagan en sus hogares, los padres se vuelven cómplices de esta variedad de enseñanza, que utiliza la prueba objetiva (el examen de preguntas y las respuestas cortas), para medir conocimientos, enseñándoles hacerse el vivo, a copiarse, a mentir, sobre actuar... Eso es lo que realmente enseñan los exámenes.

9) El mito de la masificación: la escuela ha aumentado en tamaño y cantidad, si antes se tenía a 10 alumnos ahora se tiene a 100, justificando su baja calidad por la rapidez de la expansión. La escuela venezolana ha crecido en números de estudiantes que se gradúan en sus distintas especialidades, no siendo la calidad muy diferente a la que poseíamos antes, y los voy a demostrar. Usted agarra a Alemania, Francia, España, Gran Bretaña o China, con sus millones de estudiantes, y ellos tuvieron un problema; la escuela mantiene las características cuando era un grupo reducido de personas.¿Qué ha sucedido? La escuela a comienzos de siglo XIXXX era deficiente en su instrucción sin poder suplir las necesidades del país y a medida que creció en número, se estancó en calidad .Y el padre de ese monstruo es Juan Vicente Gómez.

La conclusión es que las personas no toman como algo serio a la educación, que le va a servir de algo, de allí surge el escepticismo y el pragmatismo del alumno. Entonces para qué lo hace, acaso será una farsa, en donde podemos reflejar nuestras virtudes y defectos, pero ésta farsa es para permanecer en la escena, robarse la utilería, actuar en ella y luego desaparecer de ella. 

La educación venezolana es la postura del venezolano, si nosotros fuésemos un pueblo culto, que amara la lectura y no la changa, la educación seria una gran formadora, pero esto se revela en lo siguiente: los profesores se dividen en «fáciles de pasar» y «duro de pelar» estos se consideran paramilitares, que intentan filtrar a los alumnos, buscan sacarle el jugo, no para que aprendan sino para castigarlos (reprobarlos), la escuela se convierte en un ente represivo. 

Existe la otra tendencia, los «fáciles de pasar» los profesores que se conforman con que los alumnos pasen sin aprender absolutamente nada, regalándoles los puntos, ¿Por qué sucede ésta disyuntiva?  El origen es que se ha perdido la noción de la ilustración, que la educación puede hacer mejores personas. Los profesores «Duros de pelar» no creen que los alumnos puedan ser buenos físicos, buenos químicos o buenos matemáticos, considerándolos basuras en un cesto de basura, son personas bajas o inferiores a ellos y lo más triste, es que no los creen capaces de mejorar. Los «fáciles de pasar» llegan a la deducción, del porqué debo molestarme en enseñar, si al final todo va a quedar igual, nada va a cambiar, si es ese un árbol podrido, los frutos, hojas, madera, raíces. Estarán podridos, bajo ésta telaraña en que todos se convierten en moscas o arañas que se devoran mutuamente, para que los sobrevivientes sean tragados por la red... Bajo esa perspectiva, es muy poco lo que se puede hacer.



Reconstruyendo el Reten de Catia.


¡El niño nace en el vicio y la escuela se lo enseña!


Cuando el Retén de Catia fue demolido, hubo un gran suspiro de alivio entre los principales voceros de la élite intelectual y los portavoces del gobierno venezolano, porque había sido erradicado la principal mancha de barbarie, humillaciones y ofensas al ser humano, que existía en ese momento. La Bastilla había sido demolida, sin ser necesaria la revolución, signo evidente de algún progreso social. 

No debió pasar muchos años para darse cuenta que había sido sustituida su maldad, por otros centros penitenciarios, con las consiguientes masacres que se cometen en contra de sus moradores. Había nacido el Fermín Toro, el Francisco Fajardo o el Nuñez Ponte, entre otros.

La tragedia del sistema escolar venezolano, es que está transformando a los centros de enseñanza en frigoríficos de carne viva, con su culto a la fuerza bruta, a la obediencia, a la hipocresía... Al no crearle al alumno metas para la vida, sino que enseña una serie de prácticas autoritarias, que frustran al niño, marchitando su alegría y corrompen su inocencia. 

Los profesores a través de sus conocimientos y su manera de impartirlo, se convierten en el principal obstáculo de reforma al sistema educativo, articulando con sus enseñanzas la opresión; no dan el ejemplo, tampoco trasmiten los valores más elementales como: la amistad,  tolerancia,  responsabilidad, o justicia. 

Por lo general, los profesores no tienen vicio que no practiquen, es el cáncer de una moral que no permite trascender el espíritu; con sus acciones intransigentes, sus mezquindades y sus chismes; hace que tenga más valor el papel del cheque que cobran, que las enseñanzas que trasmiten.

Su labor docente se limita a mandar largos cuestionarios, con la consiguiente formación de cayos en las manos de los alumnos y los exámenes correspondientes, en el mejor de los caso se los aclaran, convirtiéndolos en unos burritos escribidores. 

 Alentando el automatismo, la memorización, la dispersión en clase, y legándole la incapacidad de reflexionar sobre su mundo. La escuela venezolana no enseña a leer, pero si a obedecer; no enseña a dividir, pero si a intrigar; no enseña las definiciones más básica de la vida, pero si a ser astuto. ¡Es basura formando basura! 

Lo común es que los alumnos delaten a sus compañeros de clase, por alguna travesura o indiscreción a los jefes de seccional, manipulando la información a su favor; concediendo a los alumnos la mayoría de los casos, un premio o un trato preferencial. Se utiliza la suspensión de clase, la expulsión o la citación del representante como instrumento represivo; indisponiéndolo en contra del proceso enseñanza-aprendizaje, talando las ganas de aprender de las mentes de los niños. 

Olvidando que la educación es un sendero que nos conduce a encontramos con lo mejor de nosotros mismos y no con nuestros errores del presente. Todo esto obliga al niño a ventilar sus conflictos entre ellos mismos, sin permitir ningún tipo de mediación de sus mayores. Tomando conciencia de su poder numérico, los estudiantes son manipulados a participar en los conflictos intestinos de los docentes, a favor de una facción u otra, deciden agarra el sartén por el mango y apoderarse de la tierra de nadie; respondiendo a las amenazas con acuchillamientos, a los gritos con amenazas de muerte y a la violencia con asesinatos selectivos.

No existe interés de parte de los profesores de enseñar, ni de los alumnos de aprender; ya que esto implica cambiar sus técnicas de enseñanza, y va en contra de su tendencia a la pasividad, esperando que el sistema resuelva por sí solo sus deficiencias. No se percatan que ellos son parte esencial del sistema; y entorpecen con su intransigencia cualquier intento de reforma por mínimo que sea, por el temor a que sus privilegios vayan a ser perjudicados. 

Los alumnos reaccionan demostrando desinterés en aprender, porque consideran que los datos que se les dan no tienen ninguna utilidad, cosa no muy lejana de la realidad.

La respuesta de los docentes es un marcado acento por el deber, sin darse cuenta que su trabajo va mas allá de estar presente en el aula, y buena parte de las veces ni esto lo llegan a cumplir. Como esto estimula la exclusión del alumno, éste se preguntará, si lo que se me va a enseñar no tiene sentido, por qué debo ir a un lugar desagradable. Como consecuencia esto favorece la deserción escolar. 

De cada diez alumnos siete abandonan la escuela antes de terminarla; y a muy pocas personas esta situación les importa, quizás el principal responsable sea el Instituto Pedagógico de Caracas, que es el instigador de esta política educativa en el sistema escolar.

El Estado a pesar de sus limitaciones, enfrenta el pro­blema, comprando a la comunidad educativa (padres-represen­tantes-alumnos), con becas, subsidios y comedores escolares, pero sin poder solucionar el problema de fondo, que la escuela es apreciada como algo lejano sin beneficio alguno. 

La creencia de que todo eso es necesario es extendida, justificando la brutalidad, con palabras vacías: disciplina, orden, responsabilidad, etc. Pero en el fondo existe un profundo miedo a cambiar la situación, ya que un ajuste en las ruedas, podría desbarrancar la carreta. 

Se ha detectado que casi el 95% de los bachilleres son incapaces de prestar atención en clase o de esbozar de forma más o menos coherente sus pensamientos en el papel. Justifica la percepción de que la educación venezolana es una de las peores del mundo, esto es visto de por sí; obviando la posibilidad de que se pueda cambiar la situación.  

Los que tienen recursos económicos mandan a sus hijos a estudiar al extranjero: Miami o Zurich; mientras que las perso­nas de los estratos más bajo no le prestan importancia a que sus hijos vayan o no a clase, después de todo, la calle puede ser una gran escuela.


Qué es lo que  mueve a los profesores actuar de esa manera. La respuesta es el reconocimiento de parte de sus colegas, lo que los obliga a ser solidarios ante cualquier abuso de trabajo, trasladando su entusiasmo a sus reivindicaciones salariales, volviéndose carceleros del infierno. Racionalizando cualquier injusticia con arbitrariedades, generando rencor que alimentara odios, aplacados con nuevas arbitrariedades. 

La causa es lo rutinario, monótono, repetitivo, y falto de creatividad de su trabajo docente, que facilita la desmotivación propia y ajena. Dar clase es cuando nos interesa conocer el alumno, convertirlo de una caja de instrucciones en una buena persona, y que el conozca a su profesor, y ayudarlo a encontrar lo que más le conviene y saber entender con exactitud lo que más necesita y dárselo. 



Aquí no se enseña. Entra un niño pide el titulo de bachiller, ellos a los 5 años se lo buscan y se acabó. Ya no le vuelven a ver la cara más nunca. Eso no es educar. Es producción en serie de información, solo difundiendo modelos alternos, que sean tangi­bles y viables se podrá revertir  esta situación, salvándose de ellos mismos y a sus compañeros de viajes.
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