martes, 24 de noviembre de 2015

Biblioteca Virtual: Dr Rojas Contreras: El Origen de las Especies. Charles Darwin. Parte II. Críticas a la teoría de la evolución y controversia. Huxley. Adam Sedgwick y John Stevens Henslow. Asa Gray .El gradualismo. La Paleontología. La Ortogénesis. Eduard von Hartmann y Henri Milne-Edwards. Fleeming Jenkin. La Descripción Darwiniana . Las "Razas Salvajes" . las "Razas Civilizadas. El origen del hombre (1871). Interpretaciones no biológicas de la evolución Eugenesia. Francis Galton. Darwinismo Social . Herbert Spencer . Josiah Wedgwood. Ciencia, mito y religión. El origen del hombre desde el mito y la religión. HMS Beagle. Síntesis evolutiva moderna. Ciencia, mito y religión. Síntesis evolutiva moderna. Evolución biológica de la selección natural y la selección sexual.


Críticas a la teoría de la evolución y controversia



Aunque menos controvertida que los Vestigios,118 la publicación de El origen de las especies atrajo un amplio interés internacional, provocando acalorados debates tanto en la comunidad científica como en la religiosa que se vieron reflejados en la prensa popular. En poco tiempo, el Origen se tradujo a varios idiomas, convirtiéndose en un texto científico fundamental cuya discusión implicó a multitud de sectores sociales, incluyendo a los "trabajadores" que acudían en masa a las lecciones magistrales de Huxley. 
A pesar de que su enfermedad le obligó a permanecer al margen de los debates públicos, Darwin estuvo siempre atento a todas las reacciones provocadas por su obra, como ilustra la activa correspondencia que mantuvo en aquellas fechas. En general, la aceptación de las tesis defendidas en el Origen atravesó dos etapas:  una primera fase en la que, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, el mundo victoriano comenzó a aceptar progresivamente la teoría de la evolución y una segunda, avanzado ya el siglo XX, en la que el redescubrimiento de la herencia mendeliana posibilitó la aceptación de la teoría de la selección natural.

En el ámbito popular, la reacción más recurrente, reflejada en las sátiras y caricaturas publicadas en los periódicos y revistas de la época, afectó a las consecuencias de la teoría de la evolución para la posición de la especie humana en la jerarquía animal. A pesar de que Darwin sólo había afirmado que su teoría arrojaría nueva luz sobre la cuestión del origen del hombre, la primera reseña del Origen lo acusó de hacer un credo de la idea, en realidad sostenida en los Vestigios, según la cual el hombre procedía del mono. 
El vínculo genealógico entre el hombre y otros primates enfrentó también a la comunidad científica. Huxley, defensor de la evolución, y Richard Owen, cuyas objeciones a las tesis del Origen habían aglutinado a gran parte de los críticos de Darwin, mantuvieron un intenso debate durante dos años en torno a las similitudes y diferencias anatómicas entre los cerebros de humanos y primates. La campaña de Huxley tuvo un éxito devastador en el derrocamiento de Owen y la "vieja guardia".

En relación a la publicación del Origen de las especies, gran parte de la comunidad cristiana hasta hoy en día rechaza la teoría darwiniana de la evolución, ya que la considera incompatible con el relato de la Creación narrado en la Biblia, en el Libro de Génesis. No obstante, y también surgieron ramas y denominaciones más liberales que la han incorporado a sus creencias. La reacción de la Iglesia de Inglaterra, por ejemplo, no fue unívoca. Los antiguos profesores de Darwin en Cambridge, Adam Sedgwick y John Stevens Henslow descartaron su teoría rotundamente. Sedgwick, en su momento, incluso llegó a declarar que la aceptación del público general del libro, podría traer consigo "una brutalización de la raza humana, como nunca antes se haya visto". 
Contrariamente, algunos teólogos liberales como Charles Kingsley interpretaron la selección natural como un instrumento del diseño divino, En 1860, siete teólogos anglicanos publicaron la obra Essays and Reviews, en la que Baden Powell elogiaba la obra de Darwin por "apoyar el gran principio de los poderes autoevolutivos de la naturaleza”.

Asa Gray mantuvo largas discusiones teológicas con Darwin, quien importó y distribuyó su obra en defensa de la evolución teísta, titulada La selección natural no es inconsistente con la teología natural. Ese mismo año tuvo lugar en Oxford el célebre debate en torno a la evolución, durante un encuentro de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia. En él se enfrentaron filósofos, teólogos y científicos a favor y en contra de la teoría de Darwin. El obispo de Oxford, Samuel Wilberforce, aunque favorable a la evolución, se mostró contrario a la explicación darwinista de la transmutación de las especies. Entre los defensores de Darwin se encontraban Joseph Hooker y Thomas Huxley, llamado desde entonces el “bulldog de Darwin” por su feroz apoyo al darwinismo.

Los amigos más cercanos de Darwin, Gray, Hooker, Huxley y Lyell, continuaron expresando ciertas reservas, pero le ofrecieron su apoyo, al igual que otros muchos naturalistas, especialmente los más jóvenes. Gray y Lyell buscaron la reconciliación de la evolución con la fe, mientras que Huxley planteó un enfrentamiento radical entre religión y ciencia, luchando contra la autoridad del clero en la educación y el control de la ciencia por parte de los clérigos y los aristócratas amateurs, encabezados por Owen, en defensa de una nueva generación de científicos profesionales. El 3 de noviembre de 1864, día en que la Royal Society concedía a Darwin la medalla Copley, Huxley organizó el primer encuentro del más tarde influyente Club X, dedicado a "la ciencia, pura y libre, liberada de dogmas religiosos".


Entre las críticas científicas, uno de los escollos fundamentales para la aceptación de la evolución afectó a la edad de la Tierra, que según los cálculos de Lord Kelvin era demasiado breve como para posibilitar la evolución gradual defendida en el Origen. Más tarde, la cuestión sería explicada con una teoría en relación al descubrimiento de la radioactividad y su aplicación al fechado de la edad de la Tierra.

El gradualismo defendido por Darwin en el Origen fue otra de las grandes fuentes de controversia, como Huxley le señaló en su célebre advertencia: "Se ha cargado usted a sí mismo con una dificultad innecesaria al adoptar el Natura non facit saltum de manera tan incondicional". Las objeciones al gradualismo se concentraron en dos cuestiones fundamentales: desde la paleontología, se señaló la ausencia de formas intermedias en el registro fósil, mientras que otros autores como Lyell y George Jackson Mivart insistieron en las dificultades asociadas a la evolución gradual de órganos complejos, arguyendo la inviabilidad de las etapas incipientes de estructuras que sólo al haber alcanzado un alto grado de complejidad podrían resultar útiles.

La aceptación de la teoría de la selección natural en otros círculos, tomó mucho más tiempo. A pesar del reconocimiento de la evolución por diversos académicos, gran parte de la comunidad científica se resistió a aceptarla porque era un mecanismo de cambio no teleológico; y muchos continuaron defendiendo teorías alternativas como el lamarquismo, la ortogénesis o diversas formas de vitalismo, etc, como ilustran las objeciones de Eduard von Hartmann y Henri Milne-Edwards.
 Otros autores señalaron las inconsistencias lógicas internas a la propia teoría de la selección natural y derivadas del mecanismo hereditario postulado por Darwin. Si bien el Origen de las especies no se comprometió con ninguna teoría de la herencia, Darwin defendió la pangénesis o herencia por mezcla, la teoría más en boga en su época. A pesar de que ya en 1865, el monje Gregor Mendel había publicado sus estudios sobre las leyes de la herencia, su trabajo permaneció desconocido hasta el siglo XX. Ocho años después de la aparición de El Origen, Fleeming Jenkin y después Ronald Fisher señalaron la incompatibilidad entre el mecanismo de la selección natural y la pangénesis.

 Razonando desde la matemática estadística, Jenkin mostró la alta improbabilidad de que la variación, la selección y la transmisión de nuevas características pudiesen superar el efecto conservador de la herencia por mezcla, que hacía más probable que la descendencia se aproximase a la distribución media de la característica en la población que a sus progenitores, reduciendo la variación. En los años 1930 se presentó la tesis de la síntesis evolutiva moderna, la cual representa la visión acutal mayoritaria sobre la evolución; esta integra la teoría de la evolución por selección natural, la herencia mendeliana, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y los modelos matemáticos de la genética de poblaciones.

Por otra parte, otros puntos de fuertes críticas contra la teoría de Darwin y su descripción de la naturaleza humana incluyen la relación de la teoría darwiniana con la eugenesia, el desarrollo del darwinismo social y la tésis de "la supremacía del más fuerte" como argumento para los países neoimperialistas europeos de imponer poder político en África y América. Además existen otras controversias sociales respecto a la posible postura machista o sexista en la tésis de Darwin.

En su libro El origen del hombre (1871), Darwin describe al género masculino con un cerebro "absolutamente más grande", con una "mente" y un "genio más inventivo", con una "eminencia" y un grado "superior" en comparación a la mujer:

"El hombre es más valiente, combativo y enérgico que las mujeres, y tiene una genialidad más inventiva.
Su cerebro es absolutamente más grande."

Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Cap. XIX: Hombre - Diferencias sexuales. página 557.


"La distinción principal entre las facultades intelectuales de los dos sexos es mostrada por el logro del hombre en una eminencia superior, en todo lo que toma, de lo que la mujer puede -ya sea la exigencia de una profunda reflexión, razón o imaginación, o simplemente el uso de los sentidos y manos. Si se hicieran dos listas sobre los hombres y mujeres más eminentes en la poesía, la pintura, la escultura, la música (inclusive tanto en composición como en interpretación), la historia, la ciencia y la filosofía, con media docena de nombres en cada materia, las dos listas no podrían ser comparadas. También podemos inferir, a partir de la ley de la desviación de los promedios, tan bien ilustrada por el Sr. Galton, en su obra sobre "Genio hereditario", que si los hombres son capaces de una determinante preeminencia sobre las mujeres en muchos temas, el promedio de la facultad mental en el hombre debe estar por encima de la de la mujer. [...] 


Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Cap. XIX: Hombre - Diferencias sexuales. págs 564-565.


Se dice que dichos aspectos influyeron en la consolidación teórica de la eugenesia, 136 ya que en el mismo libro, Darwin escribió:

"A fin de que la mujer pueda llegar al mismo nivel que el hombre, ella debería, cuando sea casi adulta, ser entrenada con energía y perseverancia, y tener su razón e imaginación entrenada al punto más alto, y entonces ella probablemente transmitiría estas cualidades sobre todo a sus hijas adultas. Todas las mujeres, sin embargo, no podrían crecer de esta manera, a menos que durante muchas generaciones aquellas que destacaran en las virtudes más vigorosas se casaran, y produjeran descendencia en un mayor número que las demás mujeres".

Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Capítulo XIX: Hombre - Diferencias sexuales, pág 565."


Otras críticas sobre la descripción darwiniana de la naturaleza humana, son señaladas por personajes como Hârun Yahya,137 entre otros138 que acusan los escritos darwinianos de tener múltiples tintes racistas que indudablemente sirvieron de inspiración para el darwinismo social, como el libro "El origen del hombre", donde Darwin frecuentemente habló de "razas humanas", divididas en dos clases principales: 1) las "razas civilizadas", y 2) las "razas salvajes", entendidas éstas últimas como los aborígenes australianos. Esto resalta cuando Darwin habla de la supuesta relación entre las facultades intelectuales y el tamaño del cerebro, y cita una clasificación craneométrica en la que se describe a los europeos con la mayor capacidad intelectual, mientras que describe a los asiáticos y aborígenes autralianos con la menor capacidad:

La creencia de que existe en el hombre alguna estrecha relación entre el tamaño del cerebro y el desarrollo de las facultades intelectuales se apoya en la comparación de los cráneos de las razas salvajes y las razas civilizadas, de los pueblos antiguos y modernos, y por la analogía de toda la serie de vertebrados. El Dr. J. Barnard Davis ha demostrado por muchas medidas cuidadosas, que la capacidad interna media en el cráneo de los europeos es 92,3 pulgadas cúbicas, en los americanos es de 87,5 y en los asiáticos es de 87,1 y en los australianos es de sólo 81,9 pulgadas cúbicas. El profesor Broca ha encontrado que en el siglo XIX los cráneos de las tumbas en París eran mayores que las de las tumbas del siglo XII, en el periodo de 1484 a 1426, y que el aumento de tamaño, comprobados por mediciones, era exclusivamente en la parte frontal de la cráneo - la sede de las facultades intelectuales.

Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Parte I, págs. 54-55
Así mismo, el autor dedica el capítulo 5 (Natural Selection as affecting Civilised Nations) a tratar la forma en la que el creía que la selección natural afectaba a lo que el llamaba las "naciones civilizadas", articulando los conceptos de "raza inferior" y "superior" a la vez que comenta lo que él consideraba como "obstáculos" importantes para el incremento numérico de "hombres de cualidades superiores":

Existe en las sociedades civilizadas un obstáculo importante para el incremento numérico de los hombres de cualidades superiores, sobre cuya gravedad insisten Grey y Galton, a saber: que los pobres y holgazanes, degradados también a veces por los vicios se casan de ordinario a edad temprana, mientras que los jóvenes prudentes y económicos, adornados casi siempre de otras virtudes, lo hacen tarde a fin de reunir recursos con que sostenerse y sostener a sus hijos. [...] Resulta así que los holgazanes, los degradados y, con frecuencia, viciosos tienden a multiplicarse en una proporción más rápida que los próvidos y en general virtuosos [...] En la lucha perpetua por la existencia habría prevalecido la raza inferior, y menos favorecida sobre la superior, y no en virtud de sus buenas cualidades, sino de sus graves defectos.

Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Parte 1, Cap. V, p.186
En el mismo libro, escribió que en un futuro no muy distante, la exterminación de las "razas salvajes" del hombre, generaría sin duda alguna un "estado más civilizado":

En algún periodo del futuro, no muy distante, como en cuestión de siglos, es casi seguro que las razas civilizadas del hombre exterminarán y reemplazarán a las razas salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos, tal como el profesor Schaaffhausen ha señalado, será sin duda exterminados. La ruptura entre el hombre y sus aliados más cercanos entonces será más amplia, porque intervendrá en el hombre en un estado más civilizado, como podemos esperar, incluso que el de los caucásicos, y algunos monos tan inferiores como el mandril, en lugar de como ahora [pasa] entre el negro o el australiano y el gorila.

Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Cap. VI, "En el lugar de nacimiento y la antigüedad del hombre". Múltiples representantes del movimiento eugenésico y el darwinismo social a nivel político tomaron como bases teóricas dichas ideas darwinianas. De hecho, varios de los hijos de Darwin destacaron como líderes del movimiento, y Darwin llegó a escribir sobre eugenesia activa. En 1911, su hijo Leonard se hizo presidente de la Sociedad Eugenésica, y en el mismo año, se formó un grupo eugenésico en Cambridge, en el cuál, figuraban tres de los hijos de Darwin: Horance, Francis y George.  Así mismo, se dice que Adolf Hitler y Benito Mussolini fueron seriamente influenciados por las implicaciones teóricas y metodológicas en la teoría eugenésica darwiniana. 


 De hecho, en general, múltiples críticos a menudo vinculan la teoría evolutiva y la ideología del darwinismo social con la posterior generación de racismo, la creación del nacionalismo, la propagación de la política neoimperialista y parte de los pilares ideológicosdel fascismo y el nazismo, que derivó en consecuencias fatales cuando se le dio aplicación política a la idea de la "supremacía del más fuerte".

Durante la segunda mitad del siglo XX, el darwinismo siguió recibiendo un profundo rechazo por parte de grupos religiosos, conservadores, etc, especialmente, del sector del fundamentalismo cristiano en Estados Unidos, quienes se oponían a que la teoría de la evolución fuera enseñada en las escuelas.


Interpretaciones no biológicas de la evolución

La teoría de Darwin tuvo inmediatas repercusiones éticas, morales y políticas, sirviendo de base para el desarrollo de la eugenesia y el darwinismo social. No obstante, la celebridad de Darwin ha hecho que su nombre sea asociado con ideologías que en algunas ocasiones defendió sólo parcialmente, y otras están directamente enfrentadas con sus comentarios personales.

Eugenesia

Darwin estaba interesado en los argumentos de su medio primo Francis Galton, expuestos por primera vez en 1865, que afirmaban que los análisis históricos de la heredabilidad mostraban que los rasgos mentales y morales podían ser hereditarios, y que los principios de la cría animal se podían aplicar también a humanos. 


En el Origen del hombre Darwin apunta que si se ayuda a los débiles a sobrevivir y procrear se podrían perder los beneficios de la selección natural, pero advirtió que negar tal ayuda podría poner en peligro el instinto de solidaridad, "la parte más noble de nuestra naturaleza", y que factores como la educación podrían ser más importantes. Cuando Galton sugirió que la publicación de estas investigaciones podría incentivar los matrimonios entre los miembros de la "casta" de "aquellos que han sido mejor dotados por la naturaleza", Darwin previó algunas dificultades prácticas y pensó que era el "único procedimiento factible, aunque me temo que utópico de mejorar la raza humana", prefiriendo que solamente se diera publicidad a la importancia de la herencia y se dejaran las decisiones a los individuos.

Tras la muerte de Darwin en 1883, Galton denominó eugenesia a la disciplina encargada de la mejora biológica de la especie humana, y desarrolló la biometría. Los movimientos eugenésicos ya estaban ampliamente extendidos cuando se redescubrió la genética mendeliana, y en algunos países, entre ellos Bélgica, Brasil, Canadá, Suecia y Estados Unidos, se impusieron leyes de esterilización obligatoria. La eugenesia Nazi hizo perder crédito a la idea.

Darwinismo Social

La utilización de leyes naturales como justificación de opciones morales o sociales está en el centro del problema ético de pasar del ser al deber ser. Así, cuando Thomas Malthus sostenía que el crecimiento de la población por encima de los recursos fue dispuesta por Dios para que los hombres trabajaran de forma productiva y se refrenaran a la hora de formar familias, su argumento fue utilizado en la década de 1830 para justificar las "workhouses" (asilos de pobres) y la economía basada en el laissez-faire. Del mismo modo, algunos autores vieron implicaciones sociales en la teoría de la evolución, y Herbert Spencer en su obra La estática social, escrito en 1851, basaba sus ideas de libertad humana y derechos individuales en la teoría evolutiva de Lamarck.

La teoría de la evolución de Darwin se convirtió en una forma de justificación de las diferencias sociales y raciales. Aunque Darwin había dicho que era "absurdo hablar de que un animal fuera superior a otro", y concebía la evolución como carente de finalidad, poco después de la publicación del Origen en 1859 los críticos se mofaban de su descripción de la lucha por la existencia como una justificación maltusiana del capitalismo industrial inglés de la época.


 El término Darwinismo fue usado en las ideas evolutivas de otros, entre ellos la aplicación del principio de "supervivencia del más adaptado" por Spencer en el progreso del libre mercado, y las ideas racistas de Ernst Haeckel del desarrollo humano. Darwin no compartía las ideas racistas, comunes en su época. Era un firme detractor de la esclavitud, la "clasificación de las llamadas razas del hombre como especies distintas" y los abusos contra los pueblos nativos.

Algunos autores han empleado la selección natural como argumento para varias ideologías, a menudo contradictorias, como el capitalismo radical, el racismo, el belicismo, el colonialismo y el neoimperialismo. Al mismo tiempo, el enfoque holístico de la naturaleza sostenido por Darwin y que incluía la "dependencia de unos seres con otros" sirvió de fundamento a ideologías diametralmente opuestas: el pacifismo, el socialismo, el progresismo y el anarquismo, como en el caso del Príncipe Kropotkin, enfatizaron el valor de la cooperación sobre la lucha entre las especies. El mismo Darwin insistió en que la política social simplemente no podía guiarse por los conceptos de lucha por la supervivencia y selección natural.

El término darwinismo social, acuñado por Herbert Spencer, no era muy frecuente en la última década del siglo XIX, pero se popularizó como una expresión despectiva en los años 1940 cuando fue empleado por William Graham Sumner, oponiéndose al reformismo y al socialismo. Desde entonces el término se utiliza para referirse peyorativamente a los que defienden las consecuencias morales de la evolución.


La revolución científica del Renacimiento estableció una nueva astronomía en la que la Tierra dejaba de ser el centro de la creación; su defensa valió a Galileo un proceso inquisitorial. Cuando, en el siglo XIX, el naturalista británico Charles Darwin formuló sobre bases científicas la moderna teoría de la evolución en su obra El origen de las especies (1859), también las más airadas reacciones procedieron de los estamentos eclesiásticos: el modelo evolutivo cuestionaba el origen divino de la vida y del hombre. Una vez más (y en ello reside la trascendencia histórica de la obra de Darwin), los avances científicos socavaban convicciones firmemente arraigadas, dando inicio a un cambio de mentalidad de magnitud comparable al de la revolución copernicana.

Charles Robert Darwin nació en Sherewsbury el 12 de febrero de 1809. Fue el segundo hijo varón de Robert Waring Darwin, médico de fama en la localidad, y de Susannah Wedgwood, hija de un célebre ceramista del Staffordshire, Josiah Wedgwood, promotor de la construcción de un canal para unir la región con las costas y miembro de la Royal Society.

Su abuelo paterno, Erasmus Darwin, fue también un conocido médico e importante naturalista, autor de un extenso poema en pareados heroicos que presentaba una alegoría del sistema linneano de clasificación sexual de las plantas, el cual fue un éxito literario del momento; por lo demás, sus teorías acerca de la herencia de los caracteres adquiridos estaban destinadas a caer en descrédito por obra, precisamente, de su nieto.

Además de su hermano, cinco años mayor que él, Charles tuvo tres hermanas también mayores y una hermana menor. Tras la muerte de su madre en 1817, su educación transcurrió en una escuela local; en su vejez recordaría su experiencia allí como lo peor que pudo sucederle a su desarrollo intelectual. Ya desde la infancia dio muestras de un gusto por la historia natural que él consideró innato y, en especial, de una gran afición por coleccionar cosas (conchas, sellos, monedas o minerales), el tipo de pasión «que le lleva a uno a convertirse en un naturalista sistemático, en un experto, o en un avaro».

Vocación y formación:

En octubre de 1825 Darwin ingresó en la Universidad de Edimburgo para estudiar medicina por decisión de su padre, al que siempre recordó con cariño y admiración, y con un respeto no exento de connotaciones psicoanalíticas; la hipocondría de Darwin en su edad adulta combinaría siempre la desconfianza en los médicos con la fe ilimitada en el instinto y los métodos de tratamiento de su padre.

El joven Charles, sin embargo, no consiguió interesarse por la carrera; a la repugnancia por las operaciones quirúrgicas y a la incapacidad del profesorado para captar su atención, vino a sumarse el creciente convencimiento de que la herencia de su padre le iba a permitir una confortable subsistencia sin necesidad de ejercer una profesión como la de médico. De modo que, al cabo de dos cursos, su padre, dispuesto a impedir que se convirtiera en un ocioso hijo de familia, le propuso una carrera eclesiástica. Tras resolver los propios escrúpulos acerca de su fe, Darwin aceptó con gusto la idea de llegar a ser un clérigo rural y, a principios de 1828, después de haber refrescado su formación clásica, ingresó en el Christ's College de Cambridge.

En Cambridge, como antes en Edimburgo y en la escuela, Darwin perdió el tiempo por lo que se refiere al estudio, a menudo descuidado para dar satisfacción a su pasión por la caza y por montar a caballo, actividades que ocasionalmente culminaban en cenas con amigos de las que Darwin conservó un recuerdo (posiblemente exagerado) como de auténticas francachelas. Con todo, su indolencia quedó temperada por la adquisición de sendos gustos por la pintura y la música, de los que él mismo se sorprendió más tarde, dada su absoluta carencia de oído musical y su incapacidad para el dibujo (un «mal irremediable» que, junto con su desconocimiento práctico de la disección, representó una desventaja para sus trabajos posteriores).

Más que de los estudios académicos que se vio obligado a cursar, Darwin extrajo provecho en Cambridge de su asistencia voluntaria a las clases del botánico y entomólogo John Henslow, cuya amistad le reportó «un beneficio inestimable» y que tuvo una intervención directa en dos acontecimientos que determinaron su futuro: la expedición a Gales y, sobre todo, el viaje del Beagle. 

Al término de sus estudios en abril de 1831, el reverendo Henslow lo convenció de que profundizase en la geología, materia por la que las clases recibidas en Edimburgo le habían hecho concebir verdadera aversión, y le presentó a Adam Sedgwick, fundador del sistema cambriano, quien inició precisamente sus estudios sobre el mismo en una expedición al norte de Gales realizada en abril de ese mismo año en compañía de Darwin (treinta años más tarde, Henslow se vería obligado a defender al discípulo común ante las violentas críticas dirigidas por Sedgwick a las ideas evolucionistas).

Pero la importancia decisiva de la figura del reverendo en la vida de Darwin se mide ante todo por el hecho de que fue Henslow quien le proporcionó a Darwin la oportunidad de embarcarse como naturalista con el capitán Robert Fitzroy y acompañarle en el viaje que éste se proponía realizar a bordo del Beagle alrededor del mundo. En un principio su padre se opuso al proyecto, manifestando que sólo cambiaría de opinión si «alguien con sentido común» era capaz de considerar aconsejable el viaje.

Ese alguien fue su tío (y futuro suegro) Josiah Wedgwood, quien intercedió en favor de que su joven sobrino participase en la expedición; entretanto, el propósito de viajar se había consolidado en Darwin desde meses antes, cuando la lectura de las obras del naturalista alemán Alejandro Humboldt suscitó en él un deseo inmediato de visitar Tenerife y empezó a aprender castellano y a informarse acerca de los precios del pasaje.

La expedición del Beagle:

El 27 de diciembre de 1831 el Beagle zarpó de Davenport con Darwin a bordo, dispuesto a comenzar la que él llamó su «segunda vida» tras dos meses de desalentadora espera en Plymouth, mientras la nave era reparada de los desperfectos ocasionados en su viaje anterior, y después de que la galerna frustrara dos intentos de partida. 

Durante ese tiempo, Darwin experimentó «palpitaciones y dolores en el corazón» de origen más que probablemente nervioso, como quizá también lo habrían de ser más tarde sus frecuentes postraciones. Sin saberlo, Darwin había corrido el riesgo de ser rechazado por Robert Fitzroy, ya que el capitán, convencido seguidor de las teorías fisiognómicas del sacerdote suizo Johann Caspar Lavater, estimó en un principio que la nariz del naturalista no revelaba la energía y determinación suficientes para la empresa.

El objetivo de la expedición dirigida por el capitán Fitzroy era el de completar el estudio topográfico de los territorios de la Patagonia y la Tierra del Fuego, el trazado de las costas de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y la realización de una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo. El periplo, de casi cinco años de duración, llevó a Darwin a lo largo de las costas de América del Sur, para regresar luego durante el último año visitando las islas Galápagos, Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Mauricio y Sudáfrica.


Durante ese período el talante de Darwin experimentó una profunda transformación. La antigua pasión por la caza sobrevivió los dos primeros años con toda su fuerza, y fue él mismo quien se encargó de disparar sobre los pájaros y animales que pasaron a engrosar sus colecciones; poco a poco, sin embargo, esta tarea fue quedando encomendada a su criado a medida que su atención resultaba cada vez más absorbida por los aspectos científicos de su actividad.

El estudio de la geología fue, en un principio, el factor que más contribuyó a convertir el viaje en la verdadera formación de Darwin como investigador, ya que con él entró inexcusablemente en juego la necesidad de razonar. Darwin se llevó consigo el primer volumen de los Principios de geología de Charles Lyell, autor de la teoría llamada de las causas actuales y que habría de ser su colaborador en la exposición del evolucionismo; desde el reconocimiento de los primeros terrenos geológicos que visitó (la isla de Santiago, en Cabo Verde), Darwin quedó convencido de la superioridad del enfoque preconizado por Lyell.

En Santiago tuvo por vez primera la idea de que las rocas blancas que observaba habían sido producidas por la lava derretida de antiguas erupciones volcánicas, la cual, al deslizarse hasta el fondo del mar, habría arrastrado conchas y corales triturados comunicándoles consistencia rocosa. Hacia el final del viaje, Darwin tuvo noticia de que Adam Sedgwick había expresado a su padre la opinión de que el joven se convertiría en un científico importante; el acertado pronóstico era el resultado de la lectura por el reverendo Henslow, ante la Philosophical Society de Cambridge, de algunas de las cartas remitidas por Darwin.


De entre los logros científicos obtenidos por Darwin durante el viaje, el primero en ver la luz (1842) sería la teoría sobre la formación de los arrecifes de coral por el crecimiento de éste en los bordes y en la cima de islas que se iban hundiendo lentamente. Junto a esta hipótesis y al establecimiento de la estructura geológica de algunas islas como Santa Elena, es preciso destacar el descubrimiento de la existencia de una cierta semejanza entre la fauna y la flora de las islas Galápagos con las de América del Sur, así como de diferencias entre los ejemplares de un mismo animal o planta recogidos en las distintas islas, lo que le hizo sospechar que la teoría de la estabilidad de las especies podía ser puesta en entredicho. Fue la elaboración teórica de esas observaciones la que, años después, resultó en su enunciado de las tesis evolutivas.

Los frutos de un viaje
  
De todos modos, desde su llegada hasta comienzos de 1839, Darwin vivió los meses más activos de su vida, pese a las pérdidas de tiempo que le supuso el sentirse ocasionalmente indispuesto. Trabajó en la redacción de su diario del viaje (publicado en 1839) y en la elaboración de dos textos que presentaban sus observaciones geológicas y zoológicas. Instalado en Londres desde marzo de 1837, se dedicó a «hacer un poco de sociedad», actuando como secretario honorario de la Geological Society y tomando contacto con Charles Lyell.

En julio de ese año empezó a escribir su primer cuaderno de notas sobre sus nuevos puntos de vista acerca de la «transmutación de las especies», que se le fueron imponiendo al reflexionar acerca de sus propias observaciones sobre la clasificación, las afinidades y los instintos de los animales, y también como consecuencia de un estudio exhaustivo de cuantas informaciones pudo recoger relativas a las transformaciones experimentadas por especies de plantas y animales domésticos debido a la intervención de criadores y horticultores.

Sus investigaciones, realizadas sobre la base de «auténticos principios baconianos», pronto le convencieron de que la selección era la clave del éxito humano en la obtención de mejoras útiles en las razas de plantas y animales. La posibilidad de que esa misma selección actuara sobre los organismos que vivían en un estado natural se le hizo patente cuando en octubre de 1838 leyó «como pasatiempo» el Ensayo sobre el principio de la población de Thomas Malthus.

Dispuesto como se hallaba, por sus prolongadas observaciones sobre los hábitos de animales y plantas, a percibir la presencia universal de la lucha por la existencia, se le ocurrió al instante que, en esas circunstancias, las variaciones favorables tenderían a conservarse, mientras que las desfavorables desaparecerían, con el resultado de la formación de nuevas especies. 
Darwin estimó que, «al fin, había conseguido una teoría con la que trabajar»; sin embargo, preocupado por evitar los prejuicios, decidió abstenerse por un tiempo de «escribir siquiera el más sucinto esbozo de la misma». En junio de 1842 se permitió el placer privado de un resumen muy breve (treinta y cinco páginas escritas a lápiz), que amplió hasta doscientas treinta páginas en el verano del año 1844.

Darwin había contraído matrimonio el 29 de enero de 1839 con su prima Emma Wedgwood. Residieron en Londres hasta septiembre de 1842, cuando la familia se instaló en Down, en el condado de Kent, buscando un género de vida que se adecuase mejor a los frecuentes períodos de enfermedad que, a partir del regreso de su viaje, afligieron constantemente a Darwin. 

Por lo demás, los años de Londres fueron, por lo que a vida social se refiere, el preludio de un retiro casi total en Down, donde vivió hasta el final de sus días. El 27 de diciembre de 1839 nació el primer hijo del matrimonio, y Darwin inició con él una serie de observaciones, que se prolongaron a lo largo de los años, sobre la expresión de las emociones en el hombre y en los animales. Tuvo diez hijos, seis varones y cuatro mujeres, nacidos entre 1839 y 1856, de los que dos niñas y un niño murieron en la infancia.


Durante los primeros años de su estancia en Down, Darwin completó la redacción de sus trabajos sobre temas geológicos y se ocupó también de una nueva edición de su diario de viaje, que en un principio había aparecido formando parte de la obra publicada por Fitzroy sobre sus expediciones; en las notas autobiográficas que redactó en 1876 (reveladoramente tituladas Recollections of the Development of my Mind and Character), Darwin reconoció que «el éxito de este mi primer retoño literario siempre enardece mi vanidad más que el de cualquier otro de mis libros».

De 1846 a 1854, Darwin estuvo ocupado en la redacción de sus monografías sobre los cirrípodos, por los que se había interesado durante su estancia en las costas de Chile al hallar ejemplares de un tipo que planteaba problemas de clasificación. Esos años de trabajo sirvieron para convertirlo en un verdadero naturalista según las exigencias de su época, añadiendo al aprendizaje práctico adquirido durante el viaje la formación teórica necesaria para abordar el problema de las relaciones entre la historia natural y la taxonomía. Además, sus estudios sobre los percebes le reportaron una sólida reputación entre los especialistas, siendo premiados en noviembre de 1853 por la Royal Society, de la que Darwin era miembro desde 1839.

La Teoría de la Evolución:

Desde la antigüedad, el modo de originarse la vida y la aparición de la gran variedad de organismos conocidos, constituyó un misterio que, en menor o mayor medida, despertó curiosidad de los científicos.

Sin embargo, las supersticiones, los prejuicios, los dogmas religiosos y las teorías que se aventuraban debido a la imposibilidad de probarlas con el nivel de conocimiento de aquellas épocas, hicieron que la cuestión quedara a menudo en el olvido o que, simplemente, se aceptara la imposibilidad de averiguar los orígenes.

Tras el episodio, Darwin se vio obligado a dejar de lado sus vacilaciones por lo que a la publicidad de sus ideas se refería, y abordó la tarea de reducir la escala de la obra que tenía entre manos para enviarla cuanto antes a la imprenta; en «trece meses y diez días de duro trabajo» quedó por fin redactado el libro “Sobre el Origen de las Especies” por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida, largo título que es casi la enunciación de su tesis y que suele abreviarse como El origen de las especies. Los primeros 1.250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, el 24 de noviembre de 1859.

Las implicaciones teológicas de la obra, que atribuía a la selección natural facultades hasta entonces reservadas a la divinidad, fueron causa de que inmediatamente empezara a formarse una enconada oposición, capitaneada por el paleontólogo Richard Owen, quien veinte años antes había acogido con entusiasmo las colecciones de fósiles traídas por Darwin de su viaje por el mundo.

En una memorable sesión de la British Association for the Advancement of Science que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel Wilberforce, en calidad de portavoz del partido de Owen, ridiculizó con brillante elocuencia las tesis evolucionistas, provocando una contundente réplica por parte del zoólogo Thomas Henry Huxley, que fue el principal defensor ante la oposición religiosa de las tesis de Darwin, ganándose el sobrenombre de su bulldog. A la pregunta de Wilberforce sobre si a Huxley le hubiera sido indiferente saber que su abuelo había sido un mono, la respuesta inmediata fue, según el testimonio de Lyell: «Estaría en la misma situación que su señoría».

Darwin se mantuvo apartado de la intervención directa en la controversia pública hasta 1871, cuando se publicó su obra El origen del hombre y la selección en relación al sexo, donde expuso sus argumentos en favor de la tesis de que el hombre había aparecido sobre la Tierra por medios exclusivamente naturales. Tres años antes había aparecido su estudio sobre la variación en animales y plantas por los efectos de la selección artificial, en el que trató de formular una teoría sobre el origen de la vida en general («pangénesis»), que resultó ser la más pobre de sus aportaciones a la biología por carecer de la tecnología científica para formular su teoría.
Está generalmente reconocido que los seres vivos evolucionan y que las formas sencillas dan lugar a formas cada vez más complejas. ¿Cómo sucede esto? He aquí la cuestión que intrigó a  Darwin, creía firmemente en la evolución, pero por largo tiempo fue incapaz de explicarla. Al cabo de muchos años desarrolló su famosa Teoría de la evolución por selección natural, basada en el modo prodigioso en que los animales se adaptan a su ambiente. La evolución es el proceso por el que una especie cambia con las generaciones. Dado que se lleva a cabo de manera muy lenta han de sucederse muchas generaciones antes de que empiece a hacerse evidente alguna variación.

En 1872, con la expresión de las emociones en el hombre y en los animales, obra seminal de lo que luego sería el estudio moderno del comportamiento de los animales, Darwin puso fin a sus preocupaciones por los problemas teóricos y dedicó los últimos diez años de su vida a diversas investigaciones en el campo de la botánica. A finales de 1881 comenzó a padecer graves problemas cardíacos.
No fue hasta épocas relativamente recientes cuando el hombre pudo finalmente abordar esta cuestión con unos criterios fiables y unos conocimientos científicos suficientes para demostrar sus hipótesis.

Es así como podemos afirmar, que antes del siglo XIX existieron diversas hipótesis que intentaban explicar justamente esta cuestión, “el origen de la vida sobre la Tierra”. Las teorías creacionistas que hacían referencia a un hecho puntual de la creación divina; y por otra parte, las teorías de la generación espontánea que defendían que la aparición de los vivos se producía de manera natural, a partir de la materia inerte.

Una primera aportación científica sobre el tema es el trabajo de Oparin (1924), El origen de la vida sobre la Tierra, donde el bioquímico y biólogo ruso propone una explicación, vigente aún hoy, de la manera natural en que de la materia surgieron las primeras formas pre-biológicas y, posteriormente el resto de los seres vivos. En segundo aspecto de la generación espontánea de la vida tiene una respuesta convincente desde mediados del siglo XIX. 

Los pinzones de Darwin son un grupo de pájaros que se encuentran en las islas Galápagos y que contribuyeran grandemente a ¡a formación de la teoría de la evolución. En esas islas existen pocas aves de otra de otra clase y los pinzones han evolucionado en varias direcciones, de modo que ahora los hay granívoros, frugívoros, insectívoros, etc. Sus picos varían de forma, de acuerdo con le función. Se distinguen varias especies y subespecies. La semejanza general entre ellos sugiere que han evolucionado recientemente, a partir de un antepasado común.

A comienzos de 1856, Charles Lyell aconsejó a Darwin que trabajara en el completo desarrollo de sus ideas acerca de la evolución de las especies. Darwin emprendió entonces la redacción de una obra que, aun estando concebida a una escala tres o cuatro veces superior de la que luego había de ser la del texto efectivamente publicado, representaba, en su opinión, un mero resumen del material recogido al respecto.

Pero cuando se hallaba hacia la mitad del trabajo, sus planes se fueron al traste por un suceso que precipitó los acontecimientos: en el verano de 1858 recibió un manuscrito que contenía una breve pero explícita exposición de una teoría de la evolución por selección natural, que coincidía exactamente con sus propios puntos de vista. El texto, remitido desde la isla de Ternate, en las Molucas, era obra de Alfred Russel Wallace, un naturalista que desde 1854 se hallaba en el archipiélago malayo y que ya en 1856 había enviado a Darwin un artículo sobre la aparición de especies nuevas con el que se sintió ampliamente identificado.

En su nuevo trabajo, Wallace hablaba, como Darwin, de «lucha por la existencia», una idea que, curiosamente, también le había venido inspirada por la lectura de Malthus. Darwin puso a Lyell en antecedentes del asunto y le comunicó sus vacilaciones acerca de cómo proceder respecto a la publicación de sus propias teorías, llegando a manifestar su intención de destruir sus propios escritos antes que aparecer como un usurpador de los derechos de Wallace a la prioriidad. 

El incidente se saldó de manera salomónica merced a la intervención de Lyell y del botánico Joseph Dalton Hooker, futuro director de los Kew Gardens creado por su padre y uno de los principales defensores de las teorías evolucionistas de Darwin, con quien le unió una estrecha amistad desde 1843. Siguiendo el consejo de ambos, Darwin resumió su manuscrito, que fue presentado por Lyell y Hooker ante la Linnean Society el 1 de julio de 1858, junto con el trabajo de Wallace y con un extracto de una carta remitida por Darwin el 5 de septiembre de 1857 al botánico estadounidense Asa Gray, en el que constaba un esbozo de su teoría.

Alfred Wallace no puso nunca en cuestión la corrección del procedimiento; más tarde, en 1887, manifestó su satisfacción por la manera en que todo se había desarrollado, aduciendo que él no poseía «el amor por el trabajo, el experimento y el detalle tan preeminente en Darwin, sin el cual cualquier cosa que yo hubiera podido escribir no habría convencido nunca a nadie».

Evolución de las Jirafas  de Lamrck:

Sin lugar a dudas que existieron importantes antecedentes del tema, aunque siempre se manifiesta el honor de haber realizado esta teoría de manera científica e inexorable, a Darwin. No muy lejos, fue su abuelo –Erasmo Darwin- quien aportó las primeras muestras de interés científico por estos temas. No obstante, quien fue precursor de una corriente de pensamiento sobre el estudio de la evolución de los seres vivos, es Jean Baptiste de Monet, caballero de Lamarck (1744-1829).

Su tesis fundamental es la transmisión de los caracteres adquiridos como origen de la evolución (es decir, que las características que un individuo adquiere en su interacción con el medio se transmiten después a su descendencia); denominada este principio como Lamarckismo.

La causa de las modificaciones de dichos caracteres se encuentra en el uso o no de los diversos órganos, tesis que se resume en la siguiente frase: «La función crea el órgano». Lamarck resume sus ideas en Filosofía zoológica (1809), el primer trabajo científico donde se expone de manera clara y razonada una teoría sobre la evolución.

Lamarck, que vivió de 1744 a 1829. De acuerdo con ella, si un hombre hace gimnasia intensamente y desarrolla sus músculos, sus hijos tendrán también músculos potentes. En otras palabras, los caracteres adquiridos durante la vida de un individuo pueden ser heredados. Esta teoría recibe, por ello, el nombre de “teoría de la herencia de los caracteres adquiridos”. Evidentemente, es cierto que los músculos pueden ser desarrollados mediante ciertos ejercicios, pero lo que no está demostrado en absoluto es que estas modificaciones puedan heredarse en el corto plazo.

Lamarck suponía que el esfuerzo de las jirafas para alcanzar las hojas más altas, hacía que sus cuellos se estirasen unos centímetros, y que luego ese estiramiento era transmitido a sus descendientes. Las ideas de Lamarck fueron criticadas por Weissman, quien posteriormente demostró que los caracteres adquiridos no pueden heredarse. Las células del cuerpo (o somáticas) están completamente separadas de las reproductoras (gametos: óvulos y espermatozoides) y solamente estas últimas transmiten rasgos hereditarios a la generación siguiente.

En realidad según la teoría de Darwin las que tenían el cuello y las patas algo más largos que las otras, podrían alimentarse de hojas de acacia, (las otras se desnutrían) lo que les ayudaría a sobrevivir mejor en las épocas de sequía. Actuó aquí de esta manera la selección natural, que permitió a los mejor adaptados, la más altas jirafas, reproducirse.
  
Los datos recogidos desde el punto de vista: botánico, zoológico y geológico; que le permitieron establecer un conjunto de hipótesis que cuestionaban las ideas precedentes sobre la generación espontánea de la vida.

Darwin realizó una obra de vital trascendencia (1859): El origen de las especies. La cual tiene por objetivo aportar una explicación científica sobre la evolución o denominada “descendencia con modificación” (término utilizado para explicar estos fenómenos).

La diversidad observada durante esos veinte años siguientes se intentó explicar de manera coherente mediante la formulación de los datos obtenidos mediante la observación. Una de las etapas que más influyó en la teoría,  fue su paso por las islas Galápagos (Ecuador), donde encontró 14 subespecies distintas de pinzones, que se diferencian únicamente en la forma del pico. Es decir, que cada una de ellas, estaba adaptada a un tipo de alimentación y vivía en un hábitat diferente en las diversas islas, desarrollando variables fenótipicas y genotípicas, adaptada para cada isla.

Sin embargo, en 1858, Darwin se vio obligado a presentar sus trabajos, cuando recibió el manuscrito de un joven naturalista, Alfred Russel Wallace (1823/1913), que había llegado de manera independiente a las mismas conclusiones que él, es decir, a la idea de la evolución por medio de la selección natural.

La obra de Malthus sobre el crecimiento de la población, fue la base que habría tomado para sus estudios, tanto Darwin como Wallace. La misma establece que este factor (crecimiento de la población) tiende a ser muy elevado, la cual al disponibilidad de alimento y espacio son limitados lo mantendrá constantes, de aquí surge esta proposición de la idea de competencia. Ambos científicos de acuerdo a esta base argumental sustentan sus teorías estableciendo dos aspectos relevantes, dando por sentado que los seres vivos pueden presentar clones.

Justamente la noción de competencia establecida anteriormente por Malthus y finalmente esta última idea, es lo que los lleva a establecer que estas variaciones pueden ser ventajosas o no en el marco de dicha competencia. Entonces la conquista por los recursos necesarios para la vida, dará como resultado una lucha que determinará una selección natural la cual favorecerá a los individuos con variaciones ventajosas y eliminará a los menos eficaces. Pese a ello, no todo es compartido por ambos, ya que existe un punto discordante entre ellos. Y es que esta idea de Darwin de selección natural expresada en su obra El origen del hombre (1871), nunca fue compartida por Wallace.

Al respeto, Darwin argumenta que algunos caracteres son preservados sólo porque permiten a los machos mayor eficacia en relación con las hembras. Pero cabe decir, que ciento cincuenta años después, hay quienes aún lo veneran y quienes lo deploran, pero El Origen de las Especies sigue aun ejerciendo una influencia extraordinaria.

Cuando Darwin regresó de su viaje por América del Sur y el Pacífico, era capaz de empezar a responder una pregunta muy sencilla que no parecía tener una respuesta fácil: ¿por qué las plantas y los animales cambian? El problema se le presentó al advertir que en América del Sur encontraba muchas especies que conocía, pero con algunas diferencias. Asimismo, en las Galápagos pudo clasificar dieciséis especies de pinzones y se preguntó por qué un pájaro, que conocía de Europa, presentaba tal grado de variación.

Uno de los hechos que impresionó a Darwin, durante su largo viaje fue la variedad de formas y de especies análogas que pueden agruparse alrededor de un mismo prototipo. Esta variación morfológica es fácil de observar también, por ejemplo, en los animales domésticos.

En las palomas caseras existen innumerables razas que se diferencian por la forma de la cola, por el tipo de rizado o lisura del plumaje, por el color, por la existencia de moños o carnosidades (carúnculas) en la cabeza, además de otras características.

Mediante una serie de cruzamientos, es posible convencerse de que estas formas descienden todas de la forma silvestre: la paloma saxícola o paloma de las rocas (Columba livia). El autor de la perpetuación de estas variaciones es el hombre, que las dirige y conserva, según su voluntad y sus intereses; y lo mismo actúa sobre otros animales domésticos o sobre las plantas cultivadas. Darwin buscó, durante mucho tiempo, la fuerza que en la naturaleza podría reemplazar la acción selectiva del hombre, evidente en las plantas cultivadas y en los animales domésticos.

Darwin parte de las ideas, del economista Thomas Malthus. Malthus postulaba que la población crece en forma geométrica y se preguntaba qué sucedería con el crecimiento de la población humana en un habitat cerrado, como por ejemplo una isla. La conclusión era que el crecimiento estaría limitado por la cantidad de alimento, que crece en proporción aritmética. Si la cantidad de alimento es restringida, debemos suponer que llegará un momento en que existirán más animales con necesidad de alimentarse que alimento disponible.

Entonces, se producirá una competencia entre los individuos por el alimento, y algunos individuos resultarán vencedores y los otros morirán de hambre. De esta idea, Darwin concluye que sobrevivirán aquellos individuos con características más favorables, idea conocida como la “supervivencia del más apto”. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a menudo, se registran variaciones, hecho que Darwin había observado en las Galápagos.

Conectando este hecho con la idea de la supervivencia del más apto, se deduce que aquellos individuos que poseen las características más favorables compiten en mejores condiciones y, al cabo del tiempo, se produce la selección natural; es decir, los más aptos ocupan todo el habitat y los menos “adaptados” desaparecen.

Un Ejemplo de la Selección Natural: Entre las perdices se observa, ocasionalmente, la aparición de individuos completamente blancos o albinos, o cuyo plumaje tiende a ser blanco. Estos casos se presentan, por lo demás, en muchos otros animales. Sin embargo, el porcentaje de perdices blancas es siempre muy pequeño. Se puede comprender fácilmente que, en caso de ataque por un ave de rapiña, cuando las perdices se ven obligadas a buscar refugio entre la maleza y los accidentes del terreno, las de color blanco están mucho menos favorecidas y tienen muchas más probabilidades que las otras de ser el punto de mira y la presa inmediata del halcón atacante.

Sin embargo, la variación blanca sigue apareciendo de vez en cuando entre las perdices, aunque la selección natural, que trabaja en contra de ella, le impida “fijarse” o convertirse en una característica importante. Si se tratase, sin embargo, de animales que por habitar en altas latitudes (tierras circumpolares) o altas montañas se vieran obligados a pasar una época de su vida en la nieve, el color blanco podría ser una característica favorable que los ayudaría a pasar inadvertidos.


 
De hecho, la coloración blanca se presenta frecuentemente en esa clase de animales, ya sea de modo estacional o fijo. Se puede suponer que la selección natural ha favorecido su fijación. Las variaciones que tienen lugar en todos los animales hacen, por tanto, que se adapten más o menos al ambiente que los rodea. Los que están bien adaptados tienen más probabilidades de vivir y reproducirse, y pueden transmitir estas variaciones favorables a su descendencia. De esta manera, una especie cambia gradualmente y acaba por estar muy bien adaptada al medioa ambiente.

Desarrollo de la teoría de la evolución

A finales del siglo XIX, el llamado neodarvinismo primitivo, que se basa en el principio de la selección natural como base de la evolución, encuentra en el biólogo alemán A. Weismann uno de sus principales exponentes. Esta hipótesis admite que las variaciones sobre las que actúa la selección se transmiten según las teorías de la herencia enunciadas por Mendel, elemento que no pudo ser resuelto Darwin, pues en su época aún no se conocían las ideas del religioso austríaco.

Durante el siglo XX, desde 1930 a 1950, se desarrolla la teoría neodarwinista moderna o teoría sintética,: denominada así porque surge a partir de la fusión de tres disciplinas diferentes: la genética, la sistemática y la paleontología. La creación de esta corriente viene marcada por la aparición de tres obra. La primera, relativa a los aspectos genéticos de la herencia, es Genetics and the origin of species (1937). Su autor, T. H. Dobzhansky, plantea que las variaciones genéticas implicadas en la evolución son esencialmente mínimas y heredables, de acuerdo con las teorías de Mendel.

El cambio que se introduce, y que coincide posteriormente con las aportaciones de otras disciplinas científicas, es a consideración de los seres vivos no como formas aisladas, sino como partícipes de una población. Esto implica entender los cambios como frecuencia génica de los alelos que determinan un carácter concreto. Si esta frecuencia es muy alta en lo que se refiere a la población, esto puede suponer la creación de una nueva especie.

Más adelante, E. Mayr desarrollará en sus obras Systematics and the origin of the species (1942) y Animal species evolution (1963) dos conceptos muy importantes: por un lado, el concepto biológico de especie; por otra parte, Mayr plantea que la variación geográfica y las condiciones ambientales pueden llevar a la formación de nuevas especies. De este modo, se pueden originar dos especies distintas como consecuencia del aislamiento geográfico, o lo que es lo mismo, dando lugar, cuando intentamos el cruzamiento de dos individuos de cada una de estas poblaciones, a un descendiente no fértil.

Atendiendo a las condiciones ambientales, en consonancia con las ideas de Dobzhansky., la selección actuaría conservando los alelos mejor adaptados a estas condiciones y eliminando los menos adaptados. En 1944 el paleontólogo G. G. Simpson publica la tercera obra clave para poder comprender esta corriente de pensamiento: en Tempo and mode in evolution establece la unión entre la paleontología y la genética de poblaciones.

Durante la segunda mitad del siglo XX se han planteado dos tendencias fundamentales, la denominada innovadora y el darvinismo conservador. La primera de ellas, cuyo máximo exponente es M. Kimura, propone una teoría llamada neutralista, que resta importancia al papel de la selección natural en la evolución, dejando paso al azar.

Por su parte, el neodarvinismo conservador, representado por E. O. Wilson, R. Dawkins y R. L Trivers, queda sustentada en el concepto de «gen egoísta»; según esta hipótesis, todo ocurre en la evolución como si cada gen tuviera por finalidad propagarse en la población. Por tanto, la competición no se produce entre individuos, sino entre los aletos rivales. Así, los animales y las plantas serían simplemente estrategias de supervivencia para los genes.

Genética y Evolución.


A pesar de que la teoría de Darwin demostró claramente que la variación natural era la base del cambio evolutivo no daba explicaciones acerca de cómo ocurren estas variaciones, ni de la forma en que se heredan. Los trabajos posteriores en genética han mostrado, sin embargo, cómo tiene lugar la variación y en qué forma estos cambios repentinos pueden llevar a la aparición de nuevas características.

Cada célula del organismo contiene un cierto número de corpúsculos llamados cromosomas. Cada especie tiene un número fijo de ellos y existen procesos especiales que aseguran que cada nueva célula reciba la cantidad completa que le corresponde. Cada cromosoma contiene numerosos genes, moléculas muy grandes que controlan las características de todo el organismo. Por ejemplo, hay genes que controlan el color del cabello, la forma de los dientes, etc. A veces, un solo gen es responsable de una característica; en otras ocasiones, varios genes actúan conjuntamente.

Durante la reproducción se originan diferentes combinaciones de genes, que dan lugar a ligeras variaciones (continuas) en la descendencia. A veces, sin embargo, un gen varía de forma radical, e, incluso, puede ocurrir que un cromosoma entero cambie, se rompa o desaparezca. Tales cambios repentinos se llaman mutaciones y son responsables de la aparición de nuevas características (variación discontinua).

La mayoría de las mutaciones que aparecen en un organismo son desfavorables, incluso letales, por interferir el funcionamiento del organismo. Sin embargo, de un modo ocasional y raro aparece una mutación útil que resulta favorecida por la selección natural. En ese caso, y con el transcurso del tiempo, puede llegar a incorporarse a la configuración normal de la especie.


Origen del hombre.

Ilustración comparativa de los esqueletos de varios primates entre los que se encuentra el hombre actual: gibón, orangután, chimpancé, gorila y homo sapiens. Esta famosa ilustración fue publicada por primera vez en el libro de Thomas Henry Huxley Evidence as to Man's Place in Nature de 1863. Huxley es conocido como el Bulldog de Darwin por su defensa de la teoría de la evolución de Charles Darwin.


El origen del hombre, referido al origen o comienzo de la especie humana, remite a dos perspectivas muy distintas. Antiguamente y durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la visión mítica y religiosa, la antropogonía, fue la más aceptada —a pesar de no contar con pruebas físicas—, y concibe, en general, el origen del hombre como un acto de voluntad de uno o varios dioses. 

Sin embargo, gracias al desarrollo de la ciencia se produjo un cambio de visión y actualmente el punto de vista universalmente aceptado es la visión científica que sitúa a la especie humana como una más en la evolución biológica de los organismos vivos de la Tierra, aunque los detalles de este origen y evolución son sujeto de estudio e investigación constante de las múltiples disciplinas científicas partícipes. 


El origen del hombre de 1871 (en inglés The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex) es el segundo libro sobre la teoría de la evolución de Darwin.  Después de su libro de 1859, El origen de las especies escribirá El origen del hombre, donde aplica la teoría de la evolución de la selección natural a la evolución humana haciendo especial hincapié en la importancia de la selección sexual.

Además el libro aborda muchos otros aspectos sobre psicología evolutiva, ética evolutiva, diferencias entre las distintas razas de seres humanos así como el papel dominante de la mujer en la elección de compañeros de apareamiento. Al final del libro nos indica cual es la principal conclusión en relación al origen del hombre:

La principal conclusión a la que aquí se ha llegado, y que actualmente apoyan muchos naturalistas que son bien competentes para formar un juicio sensato, es que el hombre desciende de alguna forma altamente menos organizada. 

Aunque superada científicamente, la teoría del naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck, conocida como lamarckismo, fue la primera teoría de la evolución biológica. Es expuesta en su libro de 1809 Philosophie zoologique y se conoce también como teoría de la herencia de los caracteres adquiridos. Quedará refutada cuando a principios del siglo XX la formulación de la barrera Weismann muestra la imposibilidad de transferencia de información entre la línea somática y la germinal: los caracteres desarrollados por el individuo durante su vida no se transmiten genéticamente.


La visión científica del origen del hombre tiene su mayor hito en la obra del naturalista inglés Charles Darwin que sitúa a la especie humana actual (Homo sapiens) dentro de la evolución biológica de la selección natural y la selección sexual.

El origen del hombre de 1871 (en inglés The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex) es el segundo libro sobre la teoría de la evolución de Darwin1 Después de su libro de 1859, El origen de las especies escribirá El origen del hombre, donde aplica la teoría de la evolución de la selección natural a la evolución humana haciendo especial hincapié en la importancia de la selección sexual. Además el libro aborda muchos otros aspectos sobre psicología evolutivaética evolutiva, diferencias entre las distintas razas de seres humanos así como el papel dominante de la mujer en la elección de compañeros deapareamiento. Al final del libro nos indica cual es la principal conclusión en relación al origen del hombre:


"La principal conclusión a la que aquí se ha llegado, y que actualmente apoyan muchos naturalistas que son bien competentes para formar un juicio sensato, es que el hombre desciende de alguna forma altamente menos organizada. Los fundamentos sobre los que reposa esta conclusión nunca se estremecerán, porque la estrecha semejanza entre el hombre y los animales inferiores en el desarrollo embrionario, así como en innumerables puntos de estructura y constitución, tanto de importancia grande como nimia (los rudimentos que conserva y las reversiones anómalas a las que ocasionalmente es propenso) son hechos incontestables".


Síntesis evolutiva moderna.


La síntesis evolutiva moderna, teoría sintética o neodarwinismo pretende la integración de la teoría de la evolución de las especies por selección natural de Charles Darwin, la teoría genética de Gregor Mendelcomo base de la herencia biológica, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y la genética de poblaciones matemática. Las figuras importantes en el desarrollo de la síntesis moderna incluyen aThomas Hunt MorganR. A. FisherTheodosius DobzhanskyJ.B.S. HaldaneSewall WrightWilliam Donald HamiltonCyril DarlingtonJulian HuxleyErnst MayrGeorge Gaylord Simpson y G. Ledyard Stebbins.

El origen del hombre desde el mito y la religión
Las distintas culturas y civilizaciones han ofrecido diversos relatos de carácter mítico y religioso sobre la creación y el origen del hombre. Se denomina antropogonía al relato de carácter mítico y religioso sobre su origen, su creación o surgimiento y por extensión de la humanidad y su cultura.

La visión científica del origen del hombre tiene su mayor hito en la obra del naturalista inglés Charles Darwin que sitúa a la especie humana actual (Homo sapiens) dentro de la evolución biológica de la selección natural y la selección sexual.


Ciencia, mito y religión.


Para algunos autores, el punto de vista científico sobre el origen del hombre no es incompatible con la explicación religiosa ya que afectarían a campos del saber distintos. Así, para los defensores de la preeminencia del punto de vista religioso, afirmar que el ser humano tiene un origen divino no necesariamente equivale a afirmar que no existan aspectos biológicos, argumentando que la biología es una ciencia y, como tal, no pretende ni puede discernir sobre aspectos metafísicos.


Para otros autores, el hombre tiene una exclusiva explicación científica incompatible con una explicación religiosa que estaría, según ellos, en el campo del mito, la antropología y, específicamente de la   antropología de la religión.


Los budistas modernos como el Dalái Lama tratan de no entrar en conflicto entre el budismo y la ciencia y consideran que son maneras complementarias de entender el mundo que nos rodea.


Los fundamentos sobre los que reposa esta conclusión nunca se estremecerán, porque la estrecha semejanza entre el hombre y los animales inferiores en el desarrollo embrionario, así como en innumerables puntos de estructura y constitución, tanto de importancia grande como nimia (los rudimentos que conserva y las reversiones anómalas a las que ocasionalmente es propenso) son hechos incontestables.

Síntesis evolutiva moderna

La síntesis evolutiva moderna, teoría sintética o neodarwinismo pretende la integración de la teoría de la evolución de las especies por selección natural de Charles Darwin, la teoría genética de Gregor Mendel como base de la herencia biológica, la mutación genética aleatoria como fuente de variación y la genética de poblaciones matemática.

Las figuras importantes en el desarrollo de la síntesis moderna incluyen a Thomas Hunt Morgan, R. A. Fisher, Theodosius Dobzhansky, J.B.S. Haldane, Sewall Wright, William Donald Hamilton, Cyril Darlington, Julian Huxley, Ernst Mayr, George Gaylord Simpson y G. Ledyard Stebbins.
Pensamiento religioso.


La tradición religiosa de la familia Darwin fue un irregular unitarismo, ya que su padre y su abuelo eran librepensadores, y, al mismo tiempo, su bautismo y su formación religiosa fueron anglicanas. 

En la época de Cambridge, Darwin se planteó convertirse en un clérigo anglicano, sin albergar ninguna duda sobre la verdad literal de la Biblia. Sin embargo, su relación con John Herschel, así como con la teología natural de William Paley, le hicieron adoptar un pensamiento crítico que buscaba explicaciones más allá del milagro o la teleología de la creación divina, y  fue consciente de que la evolución significaba de por sí un milagro, trágico pero necesario.

En el viaje a bordo del HMS Beagle, Darwin aún buscaba "centros de creación" que justificasen la distribución de las especies. Así, por ejemplo, al ver hormigas león en poblaciones de canguros habló de "dos momentos de creación distintos". Aún seguía siendo bastante ortodoxo y citaba regularmente la Biblia como una autoridad moral.

A su retorno, sin embargo, Darwin era mucho más crítico con el pensamiento creacionista, y se planteó por primera vez la posibilidad de que otras religiones, o incluso todas ellas, fuesen igualmente válidas.

Los siguientes años, de intensa especulación en torno a cuestiones geológicas y a la transmutación de las especies, hicieron que se plantease muchas cuestiones relativas a la fe, y así lo discutía frecuentemente con Emma, su mujer, quien apoyaba su fe en un estudio y un cuestionamiento igualmente serios. La teodicea de Paley y la obra de Malthus abrían otro frente crítico al admitir el hambre o la extinción como efectos de una Creación que él suponía buena y perfecta.
Para Darwin, la selección natural generaba de por sí esa "perfección", pero eliminaba la necesidad de un "diseño divino", al tiempo que comprometía el lugar de ese "Dios bondadoso" en la Creación, al observar cómo algunos organismos paralizaban a otros para convertirlos en comida viviente para sus crías. 

Sin embargo, consideraba la vida como un conjunto de organismos perfectamente adaptados, y en el Origen exponía algunos argumentos de carácter  teológicos. Aunque por entonces consideraba la religión como un mecanismo estratégico de supervivencia, Darwin aún creía que, en último término, Dios era el "dador de vida".

El sabio inglés desarrolló un papel muy activo en las tareas de su parroquia, pero hacia 1849 comenzó a dedicar el tiempo que su familia pasaba en el templo a dar paseos en soledad.  Aunque era reticente a manifestar su opinión sobre cuestiones religiosas, en 1879 afirmó que nunca se había considerado un ateo, y que el término agnóstico "sería una descripción más correcta de mi estado de ánimo".

La Historia de Lady Hope, publicada en 1915, describía cómo Darwin había vuelto al cristianismo en su lecho de muerte, aunque despertó las protestas de sus hijos y fue posteriormente refutada por historiadores pero al final de su vida reconoció la importancia de Dios en la creación.

Sus últimas palabras fueron para su familia, diciéndole a su mujer Emma: "No tengo miedo de la muerte. Recuerda qué buena esposa has sido para mí. Dile a mis hijos que recuerden lo buenos que han sido todos conmigo." Entonces, mientras se apagaba, le decía repetidamente a Henrietta y Francis "Casi he merecido la pena estar enfermo para recibir vuestros cuidados".

El origen del hombre desde el mito y la religión.

Las distintas culturas y civilizaciones han ofrecido diversos relatos de carácter mítico y religioso sobre la creación y el origen del hombre. Se denomina antropogonía al relato de carácter mítico y religioso sobre su origen, su creación o surgimiento y por extensión de la humanidad y su cultura. El evolucionismo no es una nueva antropogonía sino una explicación del origen divino del hombre.

Por ello la teoría evolucionista fue utilizada por sectores ateos o laicos para discernir el origen del hombre, atacando a la visión del creacionismo cristiano, que puede ser de carácter poético, sin percatarse que en todo caso,  que Dios juega a los dados con dados cargados, ya que el resultado se sabe de antemano. Esto se conoce como profecías, que se cumplen así mismo.
Para algunos científicos la teoría evolucionista no es científica completamente porque carece de elementos verificables en toda la teoría, sólo recogiendo las pruebas o fósiles se podrá comprobar plenamente la verdad de los hechos pero es una excelente explicación del origen de los seres vivos.


Ciencia, mito y religión.

Para algunos autores, el punto de vista científico sobre el origen del hombre no es incompatible con la explicación religiosa,  ya que afectarían los campos de saberes distintos. Así, para los defensores de la preeminencia del punto de vista teológico, afirmar que el ser humano tiene un origen divino no necesariamente equivale a afirmar que no existan aspectos biológicos, argumentando que la biología es una ciencia y, como tal, no pretende ni puede discernir sobre aspectos metafísicos o espirituales. Una revisión más detallada de la Biblia nos habla de problema científico y tecnológico del tiempo descrito, que la ciencia busca explicar, y su fin es hacer entender la voluntad de Dios, y cómo esta surge.


Para otros autores, el hombre tiene una exclusiva explicación científica incompatible con la cosmovisión religiosa, esa visión es de los fanáticos seculares, que no son muy diferentes de los fanáticos religiosos, ya que estaría el creacionismo, según ellos, en el campo del mito, la antropología y, específicamente de la antropología de la religión. Sin darse cuenta que el mito es una manera de explicar el Universo, la ciencia sustituye al mito, y se convierte en un mito, y no puede haber ciencia donde existe el dogmatismo, la ciencia es una manera lógica de explicar el mundo pero su fin es el mismo. Explicar cómo surge el hombre en el mundo.

Los budistas modernos como el Dalái Lama trata de no entrar en conflicto entre el budismo y la ciencia;  y consideran que son maneras complementarias de entender el mundo que nos rodea,  quizás es la posición más coherente.



http://servicios.educarm.es/paleontologia/darwin.htm. CHARLES ROBERT DARWIN (1809-1882). Por Marcial de la Cruz.

http://historiaybiografias.com/teoria_evolucion"La teoría de la Evolución Darwin Charles La Selección Natural".

https://evovagario.wordpress.com/2008/09/25/las-5-teorias-de-darwin/  "Las 5 teorías de Darwinseptiembre 25, 2008 por Evo Vagario".